Periferia

1 de Octubre de 2021

Tres nuevas especies de hongos podrían reemplazar a los agroquímicos, en el campo

El complejo Trichoderma Harzianum es estudiado por investigadores del INTA por su papel como "antagonistas" de patógenos que causan plagas en cultivos. Podrían evitar los agroquímicos.

Un equipo de investigadores e investigadoras del Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola (IMYZA) del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) estudian el complejo de hongos Trichoderma Harzianum por sus propiedades como potenciales “antagonistas” de patógenos que causan plagas en cultivos. 

Esta propiedad hace posible que actúen en reemplazo de los agroquímicos, con los que se busca eliminar malezas que afectan a la siembra y reduce la productividad en el campo. 

Se trata de tres especies de hongos nuevas para la ciencia a nivel mundial, que se identificaron en Argentina. “Es probable que alguna de ellas sea candidata para ser aplicada como biofungicida, es decir, productos de origen natural que sirven para controlar plagas que afectan a cultivos y evitar el uso de agroquímicos perjudiciales para el ambiente”, indicó la doctora en Ciencias Biológicas Viviana Barrera, autora principal del estudio e investigadora del Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola (IMYZA) que depende del INTA y está ubicado en Hurlingham, Provincia de Buenos Aires. 

Los investigadores recogieron muestras de suelos y vegetales en parques nacionales (El Palmar, Iguazú), parques provinciales de Tucumán, y distintos sitios sin actividad humana y con actividad agrícola en el noreste, noroeste y centro de Argentina.  Y tras realizar análisis por microscopia y moleculares, descubrieron tres nuevas especies para un grupo de hongos previamente identificado de manera general como Trichoderma harzianum y que, en realidad, incluye un complejo de especies del género Trichoderma. 

“Muchos hongos del complejo Trichoderma harzianum tienen habilidades comprobadas como antagonistas de patógenos que afectan cultivos y provocan pérdidas millonarias en el sector agroproductivo. De hecho, algunas especies han sido incorporadas en biofungicidas de uso comercial”, explicó el doctor en Ciencias Biológicas Leopoldo Iannone, también autor del trabajo e investigador del Instituto de Micología y Botánica (INMIBO), que depende del CONICET y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. 

Trichoderma austroindianum, Trichoderma hortense y Trichoderma syagri. 

Los nombres de las nuevas  especies se basaron en el área geográfica donde fueron encontrados como Trichoderma austroindianum, que hace referencia a América del Sur. En el caso de Trichoderma hortense se debe a que los ejemplares de esta especie, la de mayor potencial como biofungicida y biofertilizante, fueron aislados de cultivos hortícolas, explicaron los investigadores. La especie Trichoderma  syagri fue denominada así porque se aisló de restos vegetales de palmito (Syagrus romanzoffiana). 

Iannone agregó que el hallazgo amplía las posibilidades de aplicaciones en el sector agroindustrial y de bioinsumos debido al alto potencial biotecnológico que caracteriza a algunas especies del complejo. 

Los investigadores también reportaron por primera vez la presencia en Argentina de otras cinco especies de Trichoderma descritas previamente en otros países, lo cual permite ?estimar una mayor biodiversidad y el conocimiento de una gran diversidad de hábitats?, destacó Iannone. 

“Toda la información que se obtenga de la Funga (conjunto de hongos) de nuestro país aporta al conocimiento sobre la biodiversidad de los microorganismos”, puntualizó  Barrera. Y concluyó: “A medida que avance el estudio de las especies nuevas tal vez puedan surgir nuevas estrategias para el uso de herramientas de bajo impacto ambiental para el control de enfermedades de las plantas y la promoción del crecimiento vegetal”. 

El estudio fue publicado en la revista “Mycologia”. Y también participaron Andrea Romero, del INMIBO; y Priscila Chaverri, de la Escuela de Biología y Centro de Investigaciones en Productos Naturales (CIPRONA) de la Universidad de Costa Rica, en San José, Costa Rica, y de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos.  

Testimonios: Agencia CyTA-Leloir. 

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