Periferia

19 de Agosto de 2020

Universidades: rectores consideran que se está dando una educación “de emergencia”

Un grupo de rectores de universidades nacionales del Gran Buenos Aires caracterizó así la labor pedagógica, por las limitaciones tecnológicas de docentes y estudiantes que quedaron expuestas por la pandemia.

Los rectores de, al menos, cuatro universidades nacionales del Gran Buenos Aires, caracterizaron la labor pedagógica durante la pandemia como “una educación de emergencia”, debido a las limitaciones tecnológicas que quedaron visibilizadas entre docentes y estudiantes, por el avance de la pandemia. 

Las universidades del Gran Buenos Aires (GBA) sostuvieron una “educación de emergencia” durante el primer semestre del año, según aseguraron rectores de instituciones de la región, como la Universidad Nacional de Moreno, la Universidad Nacional de Quilmes, la Universidad Nacional Arturo Jauretche y la Universidad Nacional de Hurlingham. 

Baja deserción 

Las autoridades de esas casas de altos estudios destacaron que, pese a las limitaciones tecnológicas de docentes y estudiantes, la deserción, sin embargo, “no fue alta” en virtud de la rapidez con que se efectuaron los cambios. 

El cierre de la primera parte del año encontró a las universidades del GBA ante “un escenario incierto”, aunque dada la región en la que están ubicadas -la de mayor concentración de casos de coronavirus en el país- planifican para dentro de un año la vuelta a las clases presenciales. 

“Hemos dado un salto tecnológico de diez años en tres meses” dijo a Télam Ernesto Villanueva, rector de la Universidad Arturo Jaureteche (UNAJ) con sede en el partido de Florencio Varela. 

Y planteó que están “dando una educación de emergencia, ya que es impensable la humanidad a distancia, si uno no tiene más remedio lo hace, por obligación o por necesidad. En todo este período sacamos también aprendizajes positivos para docentes y estudiantes”, agregó. 

Educación “de emergencia” 

Para Alejandro Villar, rector de la Universidad de Quilmes (UNQUI) “se trata de una educación de emergencia porque la educación virtual requiere de un acuerdo explícito entre el estudiante y el docente, así como un marco institucional. En ese contexto, el alumno sabe de antemano cuáles son las ventajas y desventajas a las que se enfrenta”. 

Villar destacó que en este aspecto muchos alumnos se habían inscripto para una enseñanza presencial “y a la semana cambió todo, por lo que muchos de ellos me dijeron que no podían seguir la carrera en forma virtual y que volverían una vez que se restableciera el formato presencial”. 

Las universidades del GBA adoptaron en forma rápida el formato virtual, capacitando sobre la marcha a los docentes que no sabían de tecnología, con el objetivo de “evitar el desgranamiento” de estudiantes en el primer semestre. 

Villanueva destacó que “ante todas las dificultades pensaba que la deserción sería un desastre, pero nos dio con un porcentaje levemente superior al de un cuatrimestre con clases presenciales”. 

El pobre si va a la universidad 

Sobre este punto, Villar aseguró que “lo que decía la gobernadora (María Eugenia) Vidal no es verdad, el pobre va a la universidad. Hay sectores populares que a lo mejor en su casa no tienen una computadora o no tienen un ceular con crédito. Nosotros identificamos 700 estudiantes con problemas sobre 16.000 que hay en la universidad”, explicó. 

Las limitaciones de infraestructura también se hicieron sentir en estas casas de altos estudios en lo que respecta a poder cumplir con las exigencias que establecen los protocolos de vuelta a clases presenciales elaborados por el Ministerio de Educación de la Nación y los rectores de universidades públicas y privadas. 

Walter Wallach, rector de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR), dijo a la agencia de contenidos periodísticos Tésis que el protocolo “restringe fuertemente la presencialidad, entonces el escenario más optimista que nos trazamos es el de priorizar el retorno de las prácticas, los laboratorios y la educación física a los estudiantes de los primeros y los últimos años”. 

Y señaló que son “una universidad muy nueva, transitando el quinto año de vida y seguimos funcionando en escuelas secundarias para complementar, con lo cual no estamos en condiciones de reducir a en un tercio la cantidad de estudiantes que entra en el aula porque no contamos con infraestructura para eso”. 

En un sentido similar se expresó Villanueva, quien destacó que “vamos a tener que cambiar la infraestructura para adaptarnos. Antes de la pandemia alquilábamos 30 aulas, teníamos un déficit de infraestrucura enorme. Podemos pensar en un régimen semi presencial también, que en una clase de 40 alumnos vengan 20 un día y el resto el otro”. 

La rapidez con la que las universidades del GBA se adaptaron a los cambios fue lo que los rectores valoraron, y la comunicación entre estudiantes y docentes también mejoró ante la incertidumbre y el desconocimiento que planteaba la enseñanza virtual. 

“En tres o cuatro días decidimos que el cuatrimestre fuera virtual, antes de eso teníamos pocos cursos que eran semivirtuales, nos tiramos a la pileta sin saber si había agua, pero no había otro modo”, recordó Villanueva, 

Adaptación de espacios 

Villar destacó, por su parte, que si bien “el 40% de los cursos eran virtuales antes de la pandemia, en tres semanas adaptamos 9.000 espacios para 19.000 estudiantes, al tiempo que muchos docentes no preparados tuvieron que capacitarse a través de tutoríales”. 

La enseñanza virtual también significó un desafío para los docentes universitarios que debieron readaptarse desde el punto de vista pedagógico para saber cómo transmitir el conocimiento. 

En el segundo cuatrimestre “estaremos contratando a una especie de coaching para los profesores con el fin de que entrenen los gestos y la relación entre lo que hablan y, por ejemplo, los gráficos que muestran. Las clases comienzan a tener formas distintas que tienen que ver con el teatro o el cine ya que lo que se busca es captar una audiencia muy lejana que no tenés idea la reacción que tendrá”. 

Sin embargo, todos ratifican que la virtualidad no reemplazará a la presencialidad. 

“No estamos enamorados de esta herramienta, es útil en estos términos, en este contexto, y nos deja capacidades para pensar otro tipo de ofertas, otro tipo de posibilidades de ofrecer educación a distancia”, dijo Hugo Andrade rector de la Universidad Nacional de Moreno. 

“Pero será para otros conocimientos, para otro proyecto o para nuevos proyectos concebidos de esa manera en nuestras carreras”, completó. 

En tanto, los rectores consultados aseguraron que el proyecto de retrasar el inicio del ciclo lectivo del 2021, para que los estudiantes secundarios cierren el ciclo obligatorio, “esta en conversaciones”. 

“Lo que se juega es el territorio, eso es lo que será desigual, la velocidad de la relación secundaria-universidad será distinta de acuerdo al territorio en el que estén las instituciones. Es muy difícil pensar en una solución única”, concluyó Ernesto Villanueva, de la UNAJ. 

Fuente: Télam.

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