Periferia

15 de Diciembre de 2022

Marta Toscano: “Si los nuevos desarrollos científicos no llegan a la población, son en vano”

La investigadora del CONICET que recibió el Premio Houssay 2022 reivindicó la importancia de la investigación traslacional en salud al señalar que implica "pensar en forma integral el proceso desde el laboratorio a las personas".

La investigadora del CONICET que recibió el Premio Houssay 2022 reivindicó la importancia de la investigación traslacional en salud al señalar que implica “pensar en forma integral el proceso desde el laboratorio a las personas”.

(Télam, CONFIAR – Por Natalia Concina). La científica Marta Toscano, ganadora reciente del Premio Houssay 2022, planteó que se pueden hacer “un montón de desarrollos nuevos” en materia científica pero, “si no llegan a la población, son en vano”, y reivindicó la importancia de la investigación traslacional en salud al señalar que implica “pensar en forma integral el proceso desde el laboratorio a las personas”.

Investigadora de Conicet, directora de la Unidad de Conocimiento Traslacional Hospitalaria (UCT-H) del hospital Arturo Oñativia de Salta, donde además es directora del Laboratorio de Inmunología y Oncología Molecular, Toscano se apasiona con su labor y la posibilidad de resolver “problemas concretos”.

Por esta tarea ganó recientemente el Premio Houssay al que consideró como “un fuerte respaldo al trabajo realizado por todo el grupo de investigación que lidero y una confirmación de que estamos transitando por el camino correcto”.

Desde su Salta natal, a donde regresó luego de haberse formado en Buenos Aires con el inmunólogo argentino reconocido mundialmente Gabriel Rabinovich y en otras partes del mundo como Londres, la científica dialogó con Télam-Confiar sobre su historia y la importancia de la medicina traslacional, a la que hoy dedica su vida.

Télam-Confiar: ¿Cómo llega la ciencia a tu vida?

Marta Toscano: Yo soy salteña y crecí hasta los 18 en Salta. Soy la menor de tres hermanas y ellas habían emigrado a Buenos Aires para hacer sus respectivas carreras universitarias. Cuando tuve que elegir mi carrera estaba muy dividida entre Veterinaria, Biología o cualquiera de las ciencias naturales. Comencé Biología en la Universidad de Buenos Aires y me fascinó; quedé enamorada de la investigación biomédica. Cuando estaba terminando le pregunté a un profesor si había algún investigador joven y pujante con quien formarme en inmunología, y justo había llegado desde Córdoba Gabriel (Rabinovich) y me lo presentó.

Yo me enganché enseguida y Gabriel era un tromba, así que trabajamos un montón. Hicimos muchos trabajos con Galectina (una proteína que hasta ese momento era bastante desconocida), y, de hecho, mi tesis en 2008 fue sobre glicosilación de linfocitos Th1, Th2 y th17, esto es qué revestimientos de glicanos de azúcar tienen las células que les permiten ser o no este reguladas por inmunosupresores endógenos (internos del organismo).

T-C.: ¿Y por qué tomas la decisión de volver a Salta?

M.T.: Seguí trabajando en el grupo de Gabriel, me mudé de los linfocitos T a los B y, si bien estaba muy bien, extrañaba Salta, a donde venía todos los veranos. También comencé a sentir que, si bien me encanta la investigación básica, quería que mi trabajo estuviera más en contacto con la gente de salud, es decir, con los problemas que pudieran presentarse, por ejemplo, en un hospital. Notaba que la salud tenía muchas demandas y que no necesariamente eran respondidas por las investigaciones en los institutos. En investigación, me metía cada vez más profundo en los mecanismos celulares pero yo quería volver a la superficie y tratar de resolver problemas. Esto más la nostalgia por mis pagos, me llevó a volver a Salta en 2019.

T-C.: ¿Cómo fue esta transición?

M.T.: Cuando llegué al Oñativia me integré de la mano de un investigador salteño que era Luis Parada, quien se había formado en Suecia, España y Estados Unidos y tenía una muy linda trayectoria como genetista; él falleció en junio de 2020 y fue una pérdida muy grande.

En 2019 el trabajo fue de conocer la gente, al hospital, las temáticas que trata porque es un hospital de especialidad endocrinología y metabolismo, reconocer qué tipo de pacientes, con qué problemáticas e identificar cuáles eran las necesidades y qué podía aportar.

Ahí surgió la necesidad de armar un laboratorio de citometría de flujo para diagnóstico oncohematológico, es decir, de enfermedades malignas de la sangre como leucemia.

En ese momento no había ningún laboratorio así en toda la provincia, es decir que en Salta los médicos hematólogos mandaban la muestra de médula ósea o de sangre a Bahía Blanca o Buenos Aires.

Entonces, cuando en el hospital se enteran que yo tenía experiencia y capacidad técnica para llevarlo adelante, se embarca en montar ese laboratorio y, para fin de 2019, ya lo teníamos instalado, lo que fue una gran suerte porque unos meses después con las restricciones por la pandemia, la provincia no hubiera podido hacer diagnósticos.

Eso fue como un pequeño ejemplo de cómo traer a alguien de Ciencia y Tecnología a un hospital permitía que el hospital pueda tener una nueva capacidad técnica. En un año ya teníamos un gustito de lo que era la traslación.

T-C.: ¿Cómo es investigar en un hospital?

M.T.: En el marco de un hospital, el enfoque de la investigación biomédica tiene que comenzar desde los problemas que se demandan; por ejemplo, viene un médico y te dice: tengo algunos pacientes con tal enfermedad que les va bien y a otros que les va mal y no sé cómo saber a cuál le irá bien o mal. Ésta ya es una pregunta concreta.

A partir de ahí entonces se empieza a trabajar. Uno se interroga ¿qué necesitamos para responder esa pregunta? Marcadores de pronósticos de progresión que se logran investigando los casos, buscando patrones comunes, y, luego, esto permitiría orientar los tratamientos, entre otras cosas.

T-C.: ¿Cómo explicaría qué es la investigación traslacional en Salud?

M.T.: La investigación traslacional es otra cabeza de hacer investigación. Estamos acostumbrados a la investigación biomédica básica, que provee muchísimo conocimiento y es fundamental. Después tenemos la investigación clínica, que son los ensayos clínicos, la evaluación de nuevo tratamientos, de nuevos diagnósticos, los ensayos descriptivos, etcétera. Y después tenemos otra área de investigación que es la de implementación, que es ver cómo se implementa, por ejemplo, un nuevo fármaco. Es un área mucho menos conocida y menos financiada, pero que se dedica a algo clave porque podemos hacer un montón de desarrollos nuevos, pero si no llegan a la población son en vano. Entonces hay un recorrido muy largo desde la comprensión de las causas de una enfermedad, el diseño de los fármacos, los diagnósticos o tratamientos, la evaluación de su efectividad en un ensayo clínico controlado y su implementación en la práctica. Todo eso es la traslación, es pensar en forma integral el proceso desde el laboratorio a las personas. Siempre estuvo la idea de que hay que financiar la investigación básica porque los hallazgos de ahí van a llegar a la clínica y de la clínica van a llegar al paciente como si fuera una cascada natural; pero, en la realidad, hay grandes brechas y muchos factores hacen que el flujo no sea eficiente ni rápido. En este sentido, la pandemia fue un contraejemplo de lo que ocurría habitualmente y demuestra cómo, si uno direcciona voluntad, financiamiento, capacidad científica tecnológica preexistente, recursos humanos y un objetivo, esa cascada funciona.

*Esta nota es una producción de Télam-Confiar, una plataforma con información especializada en ciencia, salud, ambiente y tecnología (www.telam.com.ar/confiar).

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