La subsecretaria de Economía del Conocimiento del Ministerio de Desarrollo Productivo se refirió al informe presentado por la Dirección de Información Científica de la cartera de Ciencia y Tecnología, que registró que el sector privado emplea a menos del 10% de los investigadores argentinos.
El estudio, a cargo de la Dirección de Estudios y Prospectiva de la Subsecretaría de Información Científica, registró en 2020, que unas mil empresas realizan I+D en Argentina y emplean a 16.977 profesionales y científicos.
Sin embargo el 78% de la investigación se sigue realizando en universidades y organismos de ciencia y tecnología, haciendo que la contratación de científicos y científicas sea aún más baja que en países de la región como Chile y Brasil.
“El diagnóstico no está cambiando desde hace varias décadas, a pesar de los esfuerzos que se hicieron, económicos, de estrategias específicas entre el sector productivo y el científico, y celebro que la Subsecretaría de Economía del Conocimiento esté en el Ministerio de Desarrollo Productivo porque puede ser un puente con algunas políticas que quizás llevan adelante el MinCyT o la Agencia I+D+i”.
La doctora en Ciencias Políticas sostuvo que “el diagnóstico está ligado a la poca cantidad de empresas que realizan I+D, y eso repercute en la poca demanda de recursos altamente calificados porque no hay proyectos de investigación y desarrollo de las propias empresas”.
En diálogo con Gobierno de Científicos, por Caput Radio, Apólito sostuvo que “ni siquiera entre 2004 y 2014, cuando realmente había un presupuesto importante en investigación logramos revertir esa situación”, y agregó que “tenemos que romper ese círculo”.
“Cada país tuvo sus recetas pero yo creo que acá hay desafíos de distinto tipo, pero los lugares donde la industria es sólida, es innovadora, sin crisis recurrentes económicas, en general las agendas de investigación son a demanda de las necesidades de la industria de un país; eso acá no sucede”, dijo Apólito, quien remarcó que “acá como no hay demandas desde el sector productivo, el investigador trabaja en lo que más le gusta, lo que está más de moda o lo que le va a permitir publicar en determinadas revistas”.
“Es una agenda que está disociada, no por culpa de los investigadores o las empresas, sino que es parte de una retroalimentación propia de la Argentina no tiene un modelo de desarrollo productivo basado en la ciencia y la tecnología que haya durado por décadas, tenemos intermitencias”, dijo Apólito, y agregó que “hay muchos intentos de insertar a los científicos como el programa del CONICET de becarios cofinanciados con empresas, también lo realiza la Agencia I+D+i con los aportes no reembolsables para que las empresas contraten recursos humanos altamente calificados, y la ley de Economía del Conocimiento, que se puso en marcha en marzo de este año tienen dos cosas importantes que esperamos que modifique el diagnóstico actual”.
La ley de Economía del Conocimiento
Apólito consideró que la ley de Economía del Conocimiento, que abarca actividades de áreas como software, biotecnología, nanotecnología, industria espacial, satelital, servicios de ensayos clínicos puede ser una herramienta para lograr el incremento de recursos humanos altamente calificados en empresas.
“La ley tiene beneficios fiscales importantes y para que las empresas obtengan esos beneficios fiscales tienen que demostrar una inversión en investigación y desarrollo que tiene que ser un porcentaje de su facturación, por eso nosotros estamos diciendo que accederán a los beneficios si invierten el 3% si son una gran empresa, el 2% si son medianas y el 1% si de su facturación si son pequeñas, y además les exigimos que la si I+D es con terceros tiene que contratar o llevar desarrollos en conjunto con las entidades del sistema científico-tecnológico”.
“Esto permitirá que muchas empresas empiecen a poner dinero en I+D y que haya co-desarrollo donde el intercambio entre el científico que pasa horas en un laboratorio y el que pasa tiempo ajustando un modelo en una empresa sea algo más natural”, sostuvo Apólito.
La ley de Economía del Conocimiento está operativa desde el mes de marzo y Apólito explicó que ya se inscribieron unas 60 empresas nuevas y unas 400 que iniciaron la inscripción y existen una 300 empresas pertenecientes al sector de Software.
“Hay interés, hay muchas consultas, estamos dando charla en las cámaras, en las provincias, con las autoridades provinciales, en las unidades de vinculación tecnológicas que tienen un rol fundamental, y son las que tienen que dar un cambio, porque tienen que salir en busca de negocios tecnológicos que puedan ser apoyados desde el INTA, las universidades y el CONICET”, dijo Apólito, quien trabajó en el área de ciencia y tecnología en la provincia de Buenos Aires.
“Estamos fallando en tener un sistema científico y productivo más articulado”, dijo la funcionaria de la cartera productiva, y se preguntó “¿Por qué las PyMEs no conocen al entramado científico y las posibilidades que hay?
“Es muy bajo el número de empresas que conocen todos los instrumentos que tiene el Estado para que innoven y que existen para que las PyMEs no tengan que poner su capital en riesgo al desarrollar un producto nuevo” dijo Apólito, y aseguró que “hay muchos desafíos de comunicación, de agilizar tiempos y trámites, de las universidades, de no ahuyentar a las empresas al momento de firmar un memorándum o un convenio, hay cuestiones burocráticas que, a veces, a las empresas las asusta, el propio Estado pensando instrumentos más ágiles”.
“Hay toda una suma de factores que explican por qué tenemos todavía, más allá de los esfuerzos de este Gobierno y de los que se han hecho, tan pocas empresas que innovan o tan pocos investigadores en el sector productivo”, concluyó Apólito.