El pasado 5 de mayo de 2024, AstraZeneca solicitó la retirada de su fórmula vacunal contra el COVID-19 del mercado, lo que desató una ola de información incorrecta sobre las razones detrás de esta decisión.
Aunque algunas versiones apuntaron a la demanda colectiva que enfrenta en Gran Bretaña por “efectos secundarios raros”, la verdadera razón es estrictamente comercial: la vacuna no fue actualizada para enfrentar las nuevas variantes del virus.
La doctora Daniela Hozbor, investigadora principal del CONICET y directora del laboratorio Vacunas Salud (VacSal) del Instituto de Biotecnología y Biología Molecular (UNLP-CONICET), explicó que mientras otras vacunas, como las de ARNm de Pfizer y Moderna, se actualizaron para incluir las nuevas variantes del virus, AstraZeneca no lo hizo. Esta falta de actualización resultó en una baja demanda de su vacuna, llevando a la decisión de retirarla del mercado.
La herramienta más efectiva
A pesar de la retirada, Hozbor subraya que las vacunas siguen siendo la herramienta más efectiva para prevenir los daños graves causados por el COVID-19. Aunque la vacuna de AstraZeneca ha sido criticada por su asociación con el síndrome de trombosis con trombocitopenia (TTS), estos efectos adversos son extremadamente raros.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha concluido que los beneficios de la vacunación superan ampliamente los riesgos. Según la revista The Lancet, las vacunas han salvado casi 20 millones de vidas en todo el mundo durante el primer año de su aplicación.
AstraZeneca, a pesar de sus controversias, ha sido responsable de salvar 6.3 millones de vidas entre diciembre de 2020 y diciembre de 2021.
La Comisión Nacional de Inmunización (CoNaIn) de Argentina ha emitido nuevas recomendaciones para incluir la vacuna contra el COVID-19 en el Calendario Nacional de Vacunación (CNV) para grupos vulnerables.
Se espera que esta medida se implemente a principios de 2025, destacando la importancia de mantener la inmunidad en poblaciones de riesgo.
La lucha contra el COVID-19 está lejos de terminar. La OMS insiste en la importancia de la vigilancia genética y genómica del SARS-CoV-2 para detectar nuevas mutaciones y adaptar las vacunas en consecuencia.
Hozbor enfatiza que esta vigilancia debe ser constante para anticipar posibles cambios en la virulencia del virus.
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