La Secretaría de Industria y Desarrollo Productivo decidió cerrar todas las sedes provinciales del Instituto Nacional de Tecnología Industrial que no tengan laboratorio, una medida que implica despidos de trabajadores contratados, la apertura de retiros voluntarios, relocalizaciones y pases a disponibilidad.
La medida, para la comunidad científica, es un preludio de lo que puede suceder si avanza la Ley Bases. La decisión, además, significa la desaparición de 25 sedes, oficinas y hubs tecnológicos.
En el Senado también se defiende
Hace unas semanas, cuando el proyecto de la Ley Bases ingresó al Senado, referentes del INTI expusieron el riesgo que significaba para los institutos como los que él integra que la normativa avance, no solo por las pérdidas laborales sino principalmente por el desarrollo local y tecnológico conseguido.
Entre las sedes afectadas hay campos como la minería donde se realizan trabajos conjuntos con la exploración y explotación de litio y cobre “mejorando las condiciones de trabajo y conocimiento de los proveedores locales” a través del programa de desarrollo de proveedores de la Puna. El mismo programa se creó en Salta, Catamarca y Jujuy “para que el desarrollo minero derrame sus beneficios en la zona”.
El INTI también realizó un gran aporte en energías renovables, no solo a través de la energía solar, sino aprovechando la “biomasa” que genera “la ceja de selva tucumano-oranense con sus cañaverales, que son utilizados para la generación de biocombustibles, subsanar el déficit energético y pelearle al cambio climático”. Pero sobre todo “generar de un residuo, que es un pasivo ambiental, energía y oportunidades de negocios”.
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