El presidente de la Nación, Javier Milei, destinó el área de Ciencia y Tecnología a integrarse como una órbita de Jefatura de Gabinete, tal como era en los años ´90, y luego de haber conseguido estatus político ministerial en 2008, durante la gestión de Cristina Fernández de Kirchner.
La medida representa un paso atrás claro en materia de política científica y de generación de espacios para la formación de especialistas en un área considerada clave por cualquier país que vislumbre un horizonte de desarrollo a través del conocimiento.
Según la decisión del Poder Ejecutivo, la función Ciencia y Tecnología es una atribución de Jefatura de Gabinete, en la oficina de Asuntos Estratégicos, que tendrá intervención “en planes de acción, presupuestos de las sociedades del Estado, entidades autárquicas, organismos descentralizados, y cuentas y fondos especiales, cualquiera sea su denominación o naturaleza jurídica, en su área; así como en su intervención, liquidación, cierre, privatización, fusión, disolución o centralización”.
Así, un área que había conseguido tener status político de Ministerio vuelve a la órbita de un ministerio que no cuenta con especialistas en el área para la gestión de políticas científicas, pierde los lazos generados en ciencia y tecnología con las provincias, y además otorga poder completo a una cartera del gobierno que no tiene criterios científico-tecnológicos para tomar decisiones sobre Ciencia y Tecnología.
Definir políticas científicas sin criterio científico-tecnológico
Es más, la función asignada está cercana a definir medidas con un criterio más económico y financiero que de despliegue del conocimiento. La decisión del gobierno de Milei, esperada por la comunidad científica con preocupación, finalmente llegó y no es buena noticia, teniendo en cuenta lo que se había logrado hasta el momento en términos de gestión de políticas científicas.
Es claro que, un área gestionada por especialistas define metas, objetivos y criterios muy distintos para la integridad del sistema científico, que para el caso que lo gestione un “outsider”. Esa, al menos, es la experiencia que tuvo nuestro país en ciencia y tecnología a lo largo de la historia, que cambió con la designación de rango ministerial, en 2008 y en 2019.
es claro, además, que para los gobiernos liberales, la ciencia y la tecnología son cuestiones “cosméticas” que no tienen incidencia en la actividad productiva, y por tanto son sensibles a ser reducidas de rango y status. El modelo de país ahí tiene mucho por definir, y, por supuesto, los actores a los que se representa.
Ahora, todas las leyes que definen el presupuesto de Ciencia y Tecnología, como son las leyes de Financiamiento del Sistema de Ciencia, la ley de Bio y Nanotecnología modernas, la formulación de políticas y programas, la promoción de la industria del software y la innovación tecnológica, dependerán de Jefatura de Gabinete, a cargo de Nicolás Posse.
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