Periferia

11 de Septiembre de 2020

La expansión agrícola hizo más vulnerables a los ecosistemas chaqueños

Científicos del CONICET concluyeron que hubo pérdidas en todas las funciones de los ecosistemas por la deforestación: erosión de suelos, inundaciones, destrucción de bosques nativos e incapacidad para regular el clima.

Un grupo de investigadores del CONICET, pertenecientes a la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata y al Instituto de Innovación para la Producción Agropecuaria y el Desarrollo Sostenible (IPADS Balcarce- INTA, CONICET) analizaron las pérdidas de los llamados “servicios ecosistémicos” producidas por la expansión agropecuaria en la región del Chaco Argentino. 

Los servicios ecosistémicos son todos aquellos procesos que forman parte de los ecosistemas y que brindan un beneficio para los seres humanos como la filtración de contaminantes, el almacenamiento de carbono, el reciclado de la materia orgánica y la provisión de madera, como ejemplos.  

El estudio concluyó que “todas las funciones y servicios del ecosistema disminuyeron de 1985 a 2013 en el Chaco argentino”, pero las mayores pérdidas promedio fueron “el almacenamiento de carbono en biomasa y el exceso de retención de lluvia (inundaciones), con pérdidas locales de hasta 95% y 50% respectivamente”, explicaron en el artículo.  

Es más, en términos de “servicios ecosistémicos”, las pérdidas medias fueron del 8% para la regulación del clima, el 7% para la regulación de las inundaciones y el 6% para la aptitud agrícola.  

“Las funciones de los ecosistemas disminuyeron más fuertemente después de 2000, con pérdidas promedio que se duplicaron para el almacenamiento de carbono en la biomasa (5% -10%) y retención excesiva de lluvia (2% -4%) y se triplicaron para el almacenamiento de carbono en el suelo y el control de la erosión ( 1% -3%) en comparación con los niveles anteriores a 2000”, detalla el informe.  

A su vez explicaron que “se produjo una aceleración similar para los servicios de los ecosistemas, con la regulación del clima disminuyendo en un 2% y 6% y la regulación de inundaciones en un 2% y 5% para 1985-2000 y 2000-2013, respectivamente”. 

Las disminuciones variaron entre las 3 subregiones chaqueñas analizadas, con pérdidas promedio más altas en la subregión del Chaco Seco, explican los investigadores, que registraron pérdidas del 19% en el almacenamiento de carbono en biomasa, seguido por el exceso de retención de lluvia (inundaciones), en un 7%.  

Es más, “el 13% de esta subregión experimentó pérdidas superiores al 60% en almacenamiento de carbono en biomasa, mientras que por exceso de retención de lluvia, parte de esta subregión sufrió pérdidas de 25% a 50%”, por lo que los científicos explicaron que “observamos una tendencia similar para los tres servicios ecosistémicos, para los cuales las pérdidas promedio oscilaron entre el 8% y el 10%”. 

“Nuestros análisis conducen a tres conocimientos clave. Primero, todas las funciones y servicios de los ecosistemas que evaluamos mostraron disminuciones importantes y generalizadas durante los 28 años estudiados, con variaciones sustanciales entre períodos y subregiones; segundo, el 20% de la región mostró compensaciones moderadas y fuertes entre la producción agrícola y los servicios reguladores clave durante el período de estudio; y tercero, cinco áreas mostraron patrones similares de cambio de servicios ecosistémicos en respuesta a la dinámica del uso de la tierra”, sintetizaron los autores del proyecto. 

Por lo cual, los científicos explicaron que “encontramos pérdidas importantes y generalizadas en todas las funciones y servicios de los ecosistemas, en toda la región del Chaco y para ambos períodos de tiempo que evaluamos, entre 2000 y 2013, que coincidieron con el área y el momento de mayor tasa de deforestación en la región.  

Metodología  

Los investigadores del Grupo de Estudio de Agroecosistemas y Paisajes Rurales (GEAP)  María Paula Barral, Sebastián Villarino y Matías Mastrangelo junto con investigadores del Departamento de Geografía de la Universidad Humboldt de Berlín publicaron sus conclusiones en el Journal of Applied Ecology (disponible en https://doi.org/10.1111/1365-2664.13740).  

Para ello, cuantificaron y cartografiaron las pérdidas de servicios ecosistémicos que se produjeron en toda la región del Chaco Argentino entre 1985 y 2013, como consecuencia del reemplazo de ecosistemas nativos por cultivos anuales y pasturas. Lo hicieron a través de protocolos, modelos y datos que permiten evaluar su estado y tendencias de cambio. 

El protocolo contiene modelos alimentados con series de tiempo de datos de tipos de vegetación complementados con variables climáticas, tipos de suelos, topografía, entre otras. 

“Conocemos cuántos bosques y pastizales nativos se pierden cada año en cada una de las provincias de la región -el Chaco Argentino incluye el este de Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan, norte de San Luis, Córdoba y Santa Fe, todo Chaco, Santiago del Estero y Formosa-, pero no sabíamos dónde y cuándo esas pérdidas tienen más impacto sobre la capacidad de los ecosistemas para, por ejemplo, prevenir inundaciones y regular el clima”, explica Matías Mastrangelo, investigador adjunto del CONICET y miembro del grupo que llevó adelante el proyecto. 

“En la región del Chaco Argentino nos interesó conocer, entre otras cosas, el efecto del reemplazo de los bosques por cultivos sobre la capacidad del ecosistema para prevenir inundaciones porque es un problema grave y recurrente para la población y los productores de esta región. Esta misma metodología se puede usar para evaluar los procesos ecológicos que subyacen a otros problemas ambientales del país”, detallaron los especialistas.  

Concientizar a los productores 

Los investigadores a cargo del proyecto aseguran que “la intención es que la información provista impacte sobre la realidad”, y para ello el grupo de investigación presentó las conclusiones de manera accesible para la comunidad, a través de talleres con los productores agropecuarios de la región, concientizando sobre los costos ambientales y sociales que es necesario tener en cuenta al momento de evaluar la contribución que la actividad agropecuaria realiza en el desarrollo local, regional y nacional.  

Mastrángelo agrega: “buscamos que haya una toma de conciencia de los impactos negativos que su actividad tiene para la población y para sus propios negocios, y los consideren al momento de tomar decisiones sobre el uso de los ecosistemas en las tierras que manejan”.  

Además generan material accesible ?datos y mapas detallados- para organizaciones que trabajan en el ordenamiento ambiental del territorio, sean o no gubernamentales, que sirve como insumo -información científica clara y concreta- para sustentar reclamos y generar propuestas de planificación tendientes a reducir los costos ambientales y sociales de la actividad agropecuaria en el Chaco Argentino. 

Los investigadores explican que el modelado de cinco funciones ecosistémicas en ECOSER -almacenamiento de carbono en suelo y biomasa, control de la erosión, retención de excesos de precipitación por la vegetación y fertilidad del suelo- les permitió cuantificar y cartografiar tres servicios ecosistémicos -regulación del clima, amortiguación de inundaciones y producción potencial de cultivos. 

“Esta información la usamos para identificar en qué períodos y zonas de la región las pérdidas de servicios ecosistémicos fueron mayores o menores, y explicar el porqué de esa distribución temporal y espacial. Encontramos que las mayores pérdidas de servicios ecosistémicos ocurrieron entre el 2000 y el 2013 en la zona del Chaco Argentino que no es tan húmeda ni tan seca, donde se produjeron los mayores niveles de deforestación para la expansión de la frontera agropecuaria”, explica Mastrángelo. 

“La expansión de la agricultura contribuye a aumentar la producción agrícola mundial, pero normalmente conlleva importantes impactos ambientales”, explicaron en el informe que combinó mapas de cobertura terrestre de alta resolución con modelos biofísicos para evaluar los cambios en los servicios de los ecosistemas de 1985 a 2013, un período de marcada expansión agrícola.  

Los autores del trabajo de investigación detallaron que “nuestros análisis brindan una serie de sugerencias concretas para la planificación del uso del suelo en el Chaco argentino. El destino de los sistemas socioecológicos en esta región no está determinado por las demandas locales porque los alimentos producidos regionalmente podrían alimentar 30 veces a su población ya que la gran mayoría de este producto se exporta”.  

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