En el marco de la respuesta que la comunidad científica está ofreciendo ante el avance de la pandemia, el Centro Científico y Tecnológico (CCT) Patagonia Norte, perteneciente al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), organizó una Mesa de Coordinación, en la que reunió a más de cien investigadores de diferentes organismos científicos de la región, para presentar sus iniciativas contra el Covid.
Para hablar sobre ese encuentro, realizado el 15 de mayo de manera virtual, Periferia, rastreó a María Luz Martiarena, directora del CCT patagónico localizado en la ciudad de Bariloche.
La física e investigadora independiente del CONICET, calificó de “formidable” la respuesta que los científicos y científicas, a nivel nacional, están teniendo ante la expansión del coronavirus en el país, generando resultados innovadores en días, y multiplicando desde diferentes disciplinas, las propuestas e iniciativas para enfrentar todas las aristas de esta problemática mundial.
Sin embargo, Martiarena una científica de 60 años, con una extensa trayectoria en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CONEA) y en el Instituto Balseiro, entre otros organismos de ciencia de nuestro país, consideró que esta situación de coyuntura, también desnuda los problemas estructurales del sistema científico, para generar innovación, tecnología y tranferencia a través de la puesta en valor del conocimiento.
“Ezquizofrenia institucional”
La directora del Centro Científico y Tecnológico Patagonia Norte analizó críticamente en retrospectiva, el desarrollo del sistema de ciencia en el país y su relación con la generación de tecnología, caracterizando como “esquizofrénico” el marco normativo que algunas instituciones de ciencia tienen reglamentado, por los impedimentos que ocasionan a científicos y científicas que buscan aplicar, en innovaciones, el conocimiento que generan en sus laboratorios.
“Si se analiza la reglamentación de algunas instituciones, incluso en CONICET o CONEA, en muchos casos lo que tiene que ver con la puesta en valor del conocimiento, en el sentido mas amplio, comprendiendo que ese conocimiento se pueda aplicar, son esquizofrénicas”, dijo Martiarena.
Para la física e investigadora independiente, “el ejemplo concreto es el de la generación de empresas de base tecnológica, donde la reglamentación establece que el Estado le tiene que dar a otro, el 51% de una empresa que genera el propio Estado”.
“Hoy estas dificultades se superan porque todos los investigadores priorizamos el bien mayor para toda la comunidad, pero ahora toca aprender qué cosas hemos tenido que superar, hay indicadores hoy en día”, consideró Martiarena.
La innovación en el trapecio, y sin red
Durante la entrevista con Periferia, Martiarena usó una metáfora original para graficar la relación que existe entre la generación de conocimiento, en nuestro sistema de ciencia, y su aplicación en la sociedad.
“Estoy convencida que existe capacidad de generación de conocimiento y lo que nos pasó en esta época es una realidad, ahora, lo que está pasando es como los trapecistas del Cirque Du Soleil”, dijo Martiarena.
Así, graficó que, para ella, “lo que es generación de conocimiento, la academia, la universidad, están en un lado del trapecio; mientras que el mundo real, las zonas de aplicación económica y social están en otro trapecio, entre ellos hay criterios, terminologías, e incluso tiempos distintos, pero ambos se están balanceando y tienen que saltar del uno al otro lado”.
En este sentido, la investigadora continuó con la figura de los trapecistas para cuestionar el marco regulatorio legal que rige en algunos organismos de ciencia y tecnología del país: “en cualquier lugar donde del conocimiento se hace apoyo para la comunidad vos ves que tienen redes espectaculares abajo conteniendolo, de forma que esos grupos que son tan valiosos no se maten cada vez que caen, eso no nos pasa a nosotros”, evaluó Martiarena.
Martiarena ejemplificó este problema de la generación de conocimiento y su dificultad para convertirlo en aplicaciones, explicando que “si un tipo está trabajando en el CONICET, lo evalúan y lo dejan afuera porque hizo tres papers menos, ese tipo se te cayó, y no va a volver a intentarlo porque no es tonto”.
De igual manera, la investigadora analizó que “si, por otro lado, vos lograste un desarrollo científico y tecnológico y el banco no te financió, la Agencia (Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación) tardó mucho en darte financiamiento, también te caíste”.
La física y directora del CCT Patagonia Norte, se encargó de aclarar que esto no es atinente a una gestión en particular sino que es algo que trasciende a todas aún cuando tuvo palabras de elogio para la adminstración que la actual presidenta de CONICET, Ana Franchi, está desarrollando en el organismo.
“No hay entrelazado entre las partes políticas, la parte de definir proyectos estratégicos, no tenés demanda concreta sobre eso, el Estado dice que necesita conocimiento y se va a buscarlo afuera”, sentenció Martiarena.
Los 9 pasos para la madurez tecnológica
Por último, Martiarena valoró la creación de las llamadas “empretecno”, y explicó los problemas que Argentina y el mundo tienen, para atravesar los nueve niveles de madurez de la tecnología (o TRL – Technology Readiness Levels, por sus siglas en inglés).
Este concepto surge en la NASA (Estados Unidos) para los proyectos aeronáuticos y espaciales de la agencia norteamericana, pero posteriormente se generaliza para aplicarse a cualquier proyecto desde la idea original hasta su aplicación y se afirma como una forma aceptada de medir el grado de madurez de una tecnología.
De tal manera, si consideramos una tecnología concreta y tenemos información del “TRL” o nivel en el que se encuentra podremos hacernos una idea de su nivel de su “madurez”.
En tal sentido, Martiarena explicó que “la evolución de un proceso tecnológico empieza por la investigación básica, en el laboratorio, y cumple la TRL como una escalera que va del 1 al 9, desde la investigación básica, la aplicada, la escala de laboratorio, la escala de prototipo en escala de laboratorio, la prueba en sistema real, el sistema productivo, la prueba en el sistema productivo”.
Argentina, sin espacios de prototipado común
Sin embargo, explicó la especialista, “en todas las naciones, no sólo acá, este procedimiento tiene agujeros”, y consideró que el problema regulatorio de las instituciones de ciencia en Argentina, es político, social y cultural: “nosotros no somos más tontos que el mundo, somos igual de tontos que el mundo, pero en otros lados hay acuerdo sociales que permiten conseguir que, independientemente del color político o el ombligo, se pongan de acuerdo para conseguirlo”, dijo la investigadora.
Así, Martiarena remarcó, que “muchos investigadores dicen que ya tienen listo un avance y se largan a publicar (papers), cuando están, tal vez, en la escala de un TRL 3 (instancia experimental) y te falta un salto para pasar a una escala real”.
“El empretecno busca ocupar ese gap”, explicó la directora del CCT Patagonia Norte, y lo justificó comprendiendo que “en Argentina no hay prácticamente ningún espacio donde hacer prototipado común, es decir donde puedan ir desde distintos laboratorios a probar si su prototipo a escala real es válida, y entonces tienen que hacerlo como se les ocurra”.
La importancia de la labor en el Congreso
Para finalizar, y a pesar de elogiar los “empretecno”, Martiarena reforzó sus argumentos subrayando que “la reglamentación del empretecno, en esto de que el financiamiento en Argentina se hacen sólo por crédito (y no por subsidios, lo que expone económicamente al mercado, a quien desarrolla una tecnología) y no se discute nunca en el Congreso que se precisa plata clara para esto desde el Estado”, y adelantó que iniciará diálogo con los diputados y senadores en esta dirección.
“En los lugares donde el conocimiento es una base de poder, las comisiones de ciencia y técnica no son como la nuestra, definen cosas importantes, no beneplácitos”, cerró Martiarena.