La Red de Posgrados CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales), en el marco de las actividades previas al comienzo de la cohorte 2020 del Posgrado en Innovación y Transferencias para el desarrollo (ITD), organizó la charla “Soberanía y producción del conocimiento: una agenda regional para el mundo que viene” este 11 de junio a través de la plataforma ZOOM.
Por Estefanía Cendón
La clase forma parte del ciclo “Soberanía científico-tecnológica y Geopolítica del conocimiento en tiempos de pandemia”. El objetivo del encuentro fue reflexionar acerca de la relación entre la soberanía científico-tecnológica, el rol de las universidades públicas y el Estado ante un nuevo mapa de la geopolítica del conocimiento.
La politóloga e investigadora del CONICET Daniela Perrotta y el ingeniero Oscar Galante fueron los moderadores del encuentro que tuvo como oradores a expertos en el área de Ciencia y Técnica: Fernando Peirano, presidente de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i); René Ramirez, ex secretario de Educación Superior Ciencia Tecnología e Innovación de Ecuador (2011-2017) y Mirta Iriondo, presidenta de la Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA).
Desarrollar Capacidades Efectivas
“En los últimos años se habló del pensamiento como un obstáculo para el desarrollo. Cuando tenemos gobiernos que atentan contra la Ciencia y la Tecnología nos cortan la posibilidad de tener capacidades con impacto a largo plazo”, expresó Fernando Peirano al inicio de su intervención.
El presidente de la Agencia I+D+i hizo referencia a los IP COVID-19, la convocatoria para la formulación y financiamiento de proyectos de investigación, como una “acción directa” que le permite al país tener una capacidad de respuesta frente a la pandemia.
“Esta convocatoria, sumado a la jerarquización de la Agencia como un organismo descentralizado, nos otorgó agilidad para dar respuestas enfocadas en el control, diagnóstico, tratamiento y prevención del coronavirus”, afirmó Peirano.
Entre las 904 postulaciones recibidas por la Agencia se evaluaron aquellas que tenían impacto en las dimensiones mensionadas. De esta forma lograron concretar una cartera con 80 proyectos provenientes de diversas áreas que van desde la Ciencia de la Salud, la Ingeniería y software para monitoreo, hasta las Ciencias Sociales y el análisis de la política sanitaria en combinación con otros factores que afectan a la población.
“Tener un sistema de Ciencia y Tecnología es un plus para enfrentar condiciones tan adversas y sorpresivas como la pandemia. El contrato social entre el Gobierno y la comunidad científica se reescribió, de igual manera con la sociedad. Venimos de 4 años en los que hubo recortes y desjerarquización del área. También se maltrató el rol de los investigadores. El cambio de gobierno marca un cambio de posicionamiento”, concluyó el funcionario.
Quien preside la Agencia I+D+i hizo referencia al nexo entre el conocimiento y la producción. También circunscribió la realidad Argentina dentro de la región: “Debemos pensar la promoción científica y tecnológica de un país en desarrollo con una matriz productiva incompleta. Hay que unir piezas virtuosas desde el Estado a través de un enfoque problema-solución que se transforme en capacidades efectivas. Así alcanzaremos una base diversificada en Ciencia y Tecnología”.
Ciencia para la Igualdad
René Ramirez habló de la necesidad de construcción de una ciencia democrática para la constitución de un continente soberano. A modo de diagnóstico expresó: “En el marco de una crisis del capitalismo existe una dictadura democrática. Para defender la Ciencia hay que defender la democracia. El continente americano vive un estrangulamiento en donde el fin último de la Ciencia es el retorno del capital. Somos parte de una nueva forma de acumulación originaria que se basa en la información y el conocimiento”.
Para el ex secretario de Ciencia y Tecnología de Ecuador la política del neoliberalismo es “no tener ciencia”. Se deja nula, de este modo, la posibilidad de transformar la matriz productiva de los países. Ante este contexto, América Latina puede no hacer nada o construir otro tipo de ciencia. Un proceso que debe contemplar: “la integración de la política científica, la política productiva, la política de innovación y la integración regional en el marco de cambios tecno-cognitivos a nivel nacional”.
“Si queremos salir del esquema de desigualdad hay que poner foco en las universidades. Necesitamos una ciencia para la vida, la emancipación, la democracia y la sostenibilidad. Requerimos de agendas regionales y una nueva arquitectura cognitiva en miras de que se destinen los recursos de Ciencia y Tecnología para los problemas que se presenten. Una ciencia que busque la igualdad, no una ciencia que incremente las brechas”, concluyó Ramirez.
Construir una hoja de ruta tecnológica
La presidenta de FAdeA, Mirta Iriondo, esbozó factores a considerar al momento de proyectar una Ciencia y Tecnología para la Defensa y su vínculo con la soberanía nacional: “Hay un tema que no se asume adecuadamente desde la academia y tampoco desde la política. En Defensa uno se plantea que un sistema sirve a los intereses de la nación cuando se piensa en términos de capacidades y en términos de recursos para desarrollarlas. Hoy necesitamos pensar cómo se relaciona la soberanía nacional, en términos de soberanía tecnológica, y los escenarios en las próximas décadas a nivel nacional e internacional”.
Iriondo describe el escenario actual como de “naturaleza caótica, no lineal”. Este tipo de escenarios presenta características como la imprevisibilidad, los desbalances y la velocidad con la que ocurren los cambios. “Para ejercer la soberanía en el ámbito de la Defensa es necesaria una capacidad de desarrollo e innovación constante, que éste sea un tema estratégico per se. Además, tenemos que hacer un uso racional de los medios”, subrayó.
“Se puede desarrollar una producción nacional pero, cuando mirás a fondo, encontrás que tiene sistemas y subsistemas importados. Por ejemplo, en la fabricación de los aviones Pampa el aluminio aeronáutico no se produce en el país. Esto nos lleva a preguntarnos: “Tenemos suficiente mercado para colocar este producto si invertimos en producir aluminio aeronáutico”, esbozó el interrogante la funcionaria al frente de FAdeA.
Retomando la producción de los aviones Pampa, Iriondo planteó la necesidad de establecer una “hoja de ruta tecnológica” que permita partir de un producto y luego sustituir, con conocimiento, parte de ese producto. “Tenemos alrededor de 14 subsistemas del PAMPA con alto valor de conocimiento tecnológico. Podemos reemplazar ciertos subsistemas con desarrollos tecnológicos producidos en el país, proveedores locales, o empresas de la región cuando no tenemos la suficiente capacidad tecnológica para ese desarrollo. Lo fundamental es tener el proyecto”, expresó en el cierre de su presentación.