Según el informe 2018 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 9 de cada 10 personas en el mundo respiran aire con altos niveles de contaminantes, lo que implica que millones de seres humanos mueren por causas vinculadas a esto.
En la UNC, hace más de 10 años que un grupo de científicos y científicas se dedican a monitorear el aire en la ciudad y de la provincia de Córdoba en el Laboratorio de Investigación en Contaminantes Atmosféricos (LaICA) de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.
Hebe Carreras, directora del Laboratorio, cuenta que la capital cordobesa tiene un nivel de calidad de aire aceptable, considerando los promedios diarios y la exposición a lo largo del tiempo.
Diagnóstico
En cambio, si se hace foco en ciertos momentos, épocas y lugares, el diagnóstico cambia.
“La calidad del aire en toda la ciudad de Córdoba no es homogénea -explica la científica. Hay zonas en donde es buena y en otras no, por ejemplo donde se combinan fuentes de emisión industriales con vehiculares. Sin embargo es frecuente que en la ciudad se produzcan eventos de contaminación en algunos días en particular, generalmente durante el invierno. Esto es por la baja temperatura ambiente que, sumada a la situación geográfica de la capital -que se encuentra en un pozo- dificulta la dispersión de contaminantes y aumenta sus niveles, superando lo que se considera saludable”.
Sensores
Las mediciones se realizan con sensores capaces de determinar el material particulado en suspensión (PM), el cual puede tener distintos tamaños (grande, fino y ultrafino).
El material particulado más grande, conocido como PM10, se compone de partículas como polvo, polen y moho, y es responsable de desencadenar reacciones alérgicas, bronquitis y ataques de asma. Sin embargo, el PM2,5 representa un mayor riesgo debido a su capacidad de infiltrarse en las vías respiratorias en mayor profundidad. Al ser inhaladas, estas partículas pueden acceder al torrente sanguíneo a través de los pulmones.
La última medición del equipo de trabajo de la UNC en la ciudad de Córdoba fue entre marzo y noviembre de 2021, en cinco sectores del ejido urbano (zonas de Ferreyra, Matienzo, Argüello, Villa el Libertador y Pueyrredón).
Por debajo del límite
En ningún caso se superó los límites diarios de material particulado fino (PM, 2,5) establecidos por la ley provincial, que es de 35 microgramos por metro cúbico (35 ug/m3) en 24 horas.
Pero si se toman en cuenta los nuevos estándares sugeridos por la OMS para la protección de la salud humana (15 ug/m3), 40% de los días se superaron tales niveles en dos zonas de muestreo.
En un estudio previo realizado en 2020 se midió en el centro de la capital una concentración de PM 2.5, y se encontró un promedio diario durante ese período de 19 ug/m3 , lo cual también supera los límites que establece la entidad mundial.
En las zonas urbanas, los contaminantes que más comúnmente se encuentran son material particulado, además de dióxido de carbono, óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles, entre otros. Muchas de esas sustancias son al mismo tiempo gases de efecto invernadero que aportan al calentamiento global y cuyas fuentes son principalmente dos: los automóviles y las industrias.
Zonas fabriles
Los resultados del estudio de la UNC muestran que los límites se exceden en las zonas fabriles y donde hay una gran densidad de población y de automóviles.
“El tema de los límites de concentración establecidos por los estándares es complejo -explica Carreras- porque se pueden superar esos valores durante algunas horas, pero si se promedian a lo largo del día el resultado de las mediciones es relativamente bajo. Sin embargo, eso no quita que durante varias horas hubiera gente circulando por la ciudad que respiró niveles altos de contaminantes en el aire”.
El momento del día es un aspecto clave. “En Córdoba observamos un patrón muy típico de concentración de partículas finas. Los niveles aumentan entre 8.30 y 10 de la mañana y luego comienzan a bajar, lo que está asociado a la circulación de autos. A partir de las 16 o 17 la concentración comienza a subir nuevamente y hay un pico alto cerca de las 19 o 20. Esto tiene que ver con un descenso de la capa límite de la atmósfera, debido a la disminución de la temperatura cuando cae el sol, lo que hace que los contaminantes se concentren”, explica la docente de la UNC.
“Las principales fuentes de emisión de partículas en zonas urbanas son los vehículos, particularmente los más antiguos, que no tienen ningún mantenimiento y por lo tanto poseen niveles de emisiones altísimos”, asegura Carreras. “El control vehicular y su acceso a la zona central de la ciudad son un aspecto clave, porque el centro es la zona más densamente poblada y al mismo tiempo deprimida en términos de altitud”.
Mientras más chicas, más peligrosas
En el LaICA ya comenzaron a medir la calidad atmosférica de partículas ultra finas. “Son las más peligrosas para nuestra salud. Tienen un diámetro de 0,1 micrones y se comportan casi como gases”, dice la investigadora.
Y añade que, “a diferencia de PM2.5, no hay legislación en ninguna parte del mundo para medir o regular la emisión de estas partículas”.Las partículas ultrafinas están en la mira de los estudios actuales. “La OMS está revisando mucha evidencia científica sobre el efecto perjudicial de este tipo de material particulado. Hay que tener en cuenta que su toxicidad se mide por la cantidad pero también por su composición química”, señala Carreras.
Se piensa que la toxicidad del material particulado está dada por esta fracción más pequeña. “Son las más difíciles de estudiar porque al ser tan chicas tienen un comportamiento muy aleatorio. Gracias al avance de la tecnología, hoy existen instrumentos capaces de medirlas, no en función de su masa sino de su número. En eso estamos”, explica la científica.
Desde el cielo
El Instituto de Altos Estudios Espaciales Mario Gulich (IG), que depende de la UNC y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) posee entre sus líneas de investigación el monitoreo de contaminantes atmosféricos desde sensores satelitales.
Lo que observan son aerosoles atmosféricos (partículas sólidas o líquidas), con foco en el espesor óptico de los aerosoles (AOD, del inglés Aerosol Optical Depth) lo que permite ver su cantidad en la columna atmosférica, principalmente desde el suelo hasta 12 km de altura. Los satélites identifican la luz solar dispersada por la presencia de aerosoles.
Las mediciones realizadas en Córdoba durante 2022 muestran mayor cantidad de contaminantes (los colores naranjas y amarillos) en enero; en cambio, en julio se observa una disminución, al revés de lo que muestran los sensores de la superficie.
“En verano, los mayores niveles que observamos se deben a que los aerosoles emitidos están dispersos a mayor altura; también a un aumento por la formación de estos gracias a las reacciones químicas de gases contaminantes promovidas por el sol. En julio hay una dificultad en la detección apropiada por el satélite, porque las condiciones de la atmósfera hacen que se encuentren más cerca de la superficie y, por lo tanto, allí aumenta su concentración, tal como lo muestran las mediciones superficiales”, cuenta Fernanda García Ferreyra, investigadora del IG y de Conae. En el informe también participaron Abraham Coiman (Instituto Gulich) y Verónica Andreo (Instituto Gulich-Conicet).
Dispersión de contaminantes
Otro aspecto que influye en la dispersión de contaminantes son las sierras de Córdoba, donde el AOD es más bajo porque funcionan como una barrera física y por lo tanto los aerosoles producidos de la ciudad y alrededores no se transportan hacia allí por los vientos.
Está dinámica se comprueba en los mapas registrados durante los distintos meses de 2022. “Entre julio y septiembre observamos una mayor cantidad de aerosoles hacia el este, debido a que el viento transporta el humo de incendios que ocurren en esa época en el norte del país y países vecinos, y erosiona suelos con poca vegetación o con cultivos”, completan los especialistas del Instituto Gulich.
Proyecto Aires nuevos para la primera infancia. 1er Informe Abril-Septiembre 2021
Laboratorio de Investigación en Contaminantes Atmosféricos (LaICA). Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Universidad Nacional de Córdoba. Diciembre de 2021. Informe elaborado por Abraham Coiman (Instituto Gulich), Verónica Andreo (Instituto Gulich – CONICET) y Fernanda García Ferreyra (Instituto Gulich – CONAE).
Nota publicada en el portal UnCiencia
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