El director de la flamante incubadora de proyectos científico-tecnológicos de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Alejandro Vila, dio detalles de la iniciativa con la que apuntan a responder con ciencia y tecnología a las demandas socio-productivas de Santa Fe.
Vila es investigador superior del CONICET, en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR), y sostuvo que “Rosario tiene entre 2.500 y 3.000 hombres y mujeres que hacen ciencia, investigaciones de las más diversas”, y aseguró que “con una política adecuada las ganas y el convencimiento de muchos de esos investigadores puede generar más y mejores soluciones para las demandas actuales de la sociedad”.
“Algo que quiere hacer la incubadora es generar confianza de los distintos actores. Queremos ser una punta de lanza para empezar aunar esfuerzos y que vayan en una dirección. Que tengamos un masterplan que tenga que ver con Rosario y la región, la economía y la generación de conocimiento y la generación de trabajo de calidad que impacta en la economía real. Son cosas que sólo se logran si se ponen todos la misma camiseta y tiene que ser una política de Estado y también el sector privado se tiene que apropiar de esto”, resaltó Vila en diálogo con el diario La Capital, de Rosario.
En ese sentido, Vila recordó algunas experiencias locales como DetxMol SA, una empresa de base tecnológica formada por investigadores que trabajaban en desarrollar y validar un kit para el diagnóstico de HPV, un virus vinculado al cáncer de cuello de útero, pero giraron su trabajo para desarrollar un kit destinado a la detección de coronavirus y otro que detecta conjuntamente SARS-CoV-2 y los virus influenza A y B. “La pandemia muestra que cuando hay un problema hay gente capacitada para proveer soluciones”, subrayó.
La propuesta es “para darle oportunidad a quienes tengan ideas y proyectos y que los puedan cristalizar en bienes o productos o servicios o la creación de nuevas empresas a partir de ideas académicas o también a partir de la demanda que venga el sector productivo”.
“Normalmente existe una trayectoria importante de vinculación en este aspecto en distintas universidades de la facultad e institutos del Conicet pero la idea es hacer lo que se llama innovación abierta: no sólo darle un servicio a una pregunta o problema puntual sino que algunas empresas puedan y quieran innovar, reconvertirse y generar nuevos mercados”, dijo Vila, y aseguró que “los sectores elegidos para trabajar, no por azar, son en agro y alimentos atravesados por una componente ambiental que sin duda es necesario”.
Un lugar en el Estado
El flamante director científico de la incubadora señaló que una de las cosas que priorizarán es lograr que “investigadores o problemas que hay en el sector privado puedan generar nuevas empresas, no para competir con las que están sino para generar nuevas soluciones y más oportunidades de trabajo”.
“En casi todo el mundo este tipo de incubadoras tienen lugar en el Estado, en el sector académico. Es un riesgo que a veces el capital privado no se lo puede permitir. La incubadora lo que va a ofrecer por un lado es un espacio físico de laboratorios y por otro lado el espacio cultural, conceptual, en el cual el saber de los investigadores e investigadoras se conecta con el mundo comercial y de la producción”, apuntó.
Transitando el 2021 todavía continúa siendo un desafío unir el mundo científico y más de laboratorio con los sectores productivos. “Por suerte acá en Rosario y la región hay mucho acercamiento entre el sector científico y productivo, pero históricamente se planteó una falsa dicotomía: empresarios dicen que los científicos investigan lo que se les da la gana y no sirve para nada y científicos dicen que los empresarios sólo quieren ganar plata. En verdad, las dos cosas están bien. Los científicos estudiamos lo que se desconoce, porque sino la ciencia no sería original. Y, por otro lado, está bien que los empresarios quieren ganar dinero honestamente”, relató.
Para Vila, se trata de dos mundos esencialmente distintos pero los países prósperos son los que primero invirtieron en ciencia y tecnología y los que generaron instituciones intermedias que vinculan el mundo de la producción con el mundo de la ciencia. “En ese lugar es donde quiere trabajar la incubadora”, planteó.
Transferencia sin rédito
Vila recordó que Argentina muchas veces transfiere su conocimiento sin rédito económico. Se trata de un proceso que se llama transferencia ciega y muchas veces hay cosas que se publican o hasta se patentan pero nunca aparece la inversión que se cristalice en un producto. Un estudio de la Universidad de Quilmes advierte que un montón de patentes fueron a empresas que han sido generadas en el extranjero, tomando ideas que se han hecho públicas a partir de investigadores argentinos.
“Nosotros nos estamos perdiendo oportunidades. Queremos ayudar a las jóvenes generaciones, a los graduados y graduadas de recientes de la universidad y las que se acaban de doctorar, que en lugar de entrar al mundo académico y tener un cargo permanente en Conicet y la universidad tienen ganas de llevar adelante un emprendimiento”, señaló.
Para Vila tiene que haber un cambio en la filosofía de cómo se aborda la problemática. “Lo veo dando clases en la facultad, la gran cantidad de alumnos que preguntan dónde puedo conseguir trabajo que esté bueno. La verdad es que hoy en Rosario es distinto, a diferencia de lo que sucedía hace 15 o 20 años, donde uno podía hacer cosas novedosas solamente en el sector científico y no había tantas empresas innovadores en la parte de biotecnología. Están Bioceres, Terragene, Keclon”, subrayó.
Si bien la incubadora todavía no cuenta con un espacio físico porque se está empezando a construir ahora el nido en el edificio UNR Innova en el Centro Universitario Rosario (CUR), ya se lanzó un programa de pre incubación de emprendimientos, una iniciativa que viene de la dirección de Innovación y Emprendedurismo de la Municipalidad que está dentro de la secretaría de Desarrollo Económico y Empleo de Rosario.
“Sabemos que hay muchos proyectos y los queremos acompañar, es un desafío reconvertir la producción agrícola ganadera de Argentina y el mundo con una población creciente, con una demanda creciente de consumo de proteína. El agua potable disponible es limitada, también la superficie cultivable, y tenemos que atender a eso sin atentar contra el ambiente. Por eso en la capacitación se habla del concepto de las empresas de triple Impacto y la economía circular”, relató.
Entrevista del Diario La Capital.