El Instituto de Investigación y Desarrollo en Bioingeniería y Bioinformática (IBB) dependiente de CONICET funcionó con cero pesos de asignación presupuestaria durante el primer trimestre de 2019
El centro de investigación integra la red de institutos que conforman el Centro Científico Tecnológico Santa Fe, de CONICET, y se conformó como un centro de “doble dependencia” con la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) y la Facultad de Ingeniería.
Esa categorización es, de hecho lo que, durante los primeros tres meses del año, le permitió seguir funcionando al IBB, puesto que los gastos “corrientes” de luz, gas, agua y limpieza fueron absorbidos por la universidad.
30 mil pesos en 2019
El IBB presupuestó unos 900 mil pesos para funcionar durante este año, teniendo en cuenta que el equipo de trabajo lo conforman unas 40 personas entre investigadores y personal de apoyo.
Pero, además, en los calculos se encuentran contemplados los gastos estimados de acuerdo con el valor inflacionario del año siguiente.
Sin embargo, a pesar de la estimación del Instituto de Bioingeniería y Bioinformática, que trabaja en desarrollos de software y aplicaciones para el área de Salud, CONICET aprobó un presupuesto total de 150 mil pesos, un 16,6% de lo solicitado.
Si bien en raras ocasiones se asigna la totalidad de lo presupuestado, otro de los factores que agrava la situación del centro de investigación es que de lo aprobado apenas se ejecutaron 30 mil pesos, en lo que va del año, es decir, un 20% del total.
Periferia entrevistó a Víctor Hugo Casco, director del IBB, quien contó que el monto ejecutado se acreditó en el último mes, por lo cual el IBB funcionó los primeros tres meses del año con cero pesos.
“Funcionamos los primeros tres meses sin presupuesto”, develó Casco, biólogo e investigador.
“Nosotros estamos en la Universidad Nacional de Entre Ríos así que los gastos más urgentes fueron cubiertos por la universidad”, explicó Casco, para entender porque el IBB no entró en parálisis total.
“Del presupuesto asignado en 2018 sólo se ejecutó apenas el 40%”, contó Casco, al referirse a la subejecución que denunciaron a lo largo del 2018 los directores de las 240 Unidades Ejecutoras de CONICET del país.
“Muy pocas veces se ha ejecutado el presupuesto asignado, con lo cual es falso decir que tenemos un presupuesto de 150 mil pesos, si pasa este año como en 2018, el IBB recibiría 60 mil pesos en todo el año”, explicó Casco.
Trabajan en containers
Otra de las consecuencias de la delicada situación presupuestaria que atraviesan los institutos de CONICET se refleja en que el IBB tiene sus oficinas administrativas dentro de containers porque no se llevó a cabo la construcción del edificio para tal fin.
“En su momento se iba a hacer pero no se efectivizó la construcción de un edificio que costaría unos 12 millones de pesos, así que la universidad nos proveyó de containers para poder trabajar”, explicó Casco.
“Si no hay una reversión rápida de las políticas actuales los investigadores se nos van a ir”, concluyó Casco “porque esta condición los desanima muchísimo”.
Un instituto con impacto en Salud
El IBB trabaja con gran cantidad de Ingenieros que abordan la bioingeniería como herramienta que impacta en el sector de Salud, relacionado con problemas de análisis de motricidad, dolencias, señales fisiológicas y del habla.
“También estamos radicando investigadores en el área de la bioinformática”, explica Casco para graficar el impacto que la labor del instituto tiene en el desarrollo productivo y sanitario.
La bioinformática apunta a la utilización de la informática para el análisis de datos de naturaleza biológica.
La condición del IBB se manifiesta como una señal más del brutal ajuste que está sufriendo el sistema de ciencia y tecnología, y que el Gobierno confirmó que es susceptible de poner en la agenda como “no prioritario”.