Periferia entrevistó al grupo de investigación “Ciencia y Periferia”, que estudió las capacidades institucionales con las que Argentina enfrentó la pandemia de Coronavirus, analizando el papel del Estado en el desarrollo de innovaciones e investigación científica, desde el inicio de los contagios en nuestro país.
El equipo de investigadores e investigadoras de la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSaM) registró el testimonio de directores y referentes de proyectos de investigación seleccionados y financiados por la Agencia I+D+i para conocer el rol que tuvo el Estado en el desarrollo de innovaciones y en el avance de la investigación científica, a lo largo de la pandemia de coronavirus.
El cierre y la presentación de las conclusiones es mañana, viernes 24 de septiembre a las 14:30 horas, con la participación de autoridades del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, de la Universidad Nacional de San Martín y de diversas Escuelas e Institutos de la UNSAM.
En esta nota conversamos con sus integrantes sobre algunos de los ejes centrales que se expondrán mañana, y que fueron registrando con el testimonio de referentes como Vanesa Zylberman, Silvia Goyanes y Fernán Aguero, entre otros.
El Círculo es un colectivo horizontal e interdisciplinario de investigación y reflexión sobre la ciencia y el desarrollo tecnocientífico en contexto local. Surgió apenas iniciaba una etapa excepcional y crucial como fue el acontecimiento de la pandemia por coronavirus, durante el primer cuatrimestre de 2020.
En una primera edición, se propuso la lectura de los “clásicos” del Pensamiento Latinoamericano en Ciencia, Tecnología y Desarrollo (PLACTED) a la luz de investigaciones actuales, a los fines de problematizar la categoría de “ciencia periférica”. Esa primera edición tuvo como cierre el intercambio con la reconocida antropóloga de la ciencia Hebe Vessuri. El trabajo reflexivo sobre el quehacer científico local se intensificó al comenzar un diálogo con integrantes y referentes de equipos de investigación que llevaban adelante proyectos relativos al covid-19. Así surgió la segunda edición del Círculo, durante el segundo cuatrimestre 2020, la cual comprendió seis encuentros hasta agosto 2021 y un último encuentro de cierre el 24 de septiembre próximo que tendrá como invitadas a autoridades de la gestión pública y universitaria, contando con la presencia de Diego Hurtado de Mendoza (Secretario de Planeamiento y Política Científica Nacional ? MINCyT); Carlos Greco (Rector de la Universidad Nacional de San Martín); Juan Ugalde (Decano del IIB | UNSAM); Susana Larrondo (Decana del 3iA | UNSAM); Ariel Wilkis (Decano de la Escuela IDAES | UNSAM); Susana Levy (Gerenta de Innovación y Transferencia Tecnológica | UNSAM) y Ana María Llois (Investigadora del 3iA | UNSAM). Esta actividad de cierre puntualmente fue co-organizada con la Secretaría de investigación de la Escuela Idaes y el Centro de Estudios Socioterritoriales, de Identidades y de Ambiente (CESIA).
¿Quiénes hacen el Círculo de Estudios “Ciencia y Periferia”?
La propuesta del Círculo de Estudios tiene como antecedente otras dos ediciones que se llevaron a cabo entre 2016 y 2017 bajo el título “La ciencia y la tecnología bajo la lupa. Reflexiones desde la sociología y la antropología de la ciencia” (primera edición) y “Tecnociencia, Mercado y Poder” (segunda edición), varios de cuyos participantes continúan acompañando y colaborando en la propuesta hasta hoy. Todas estas iniciativas fueron desarrolladas en la Escuela IDAES, bajo la Secretaría de Extensión.
En sus últimas dos ediciones, el Círculo “Ciencia y Periferia” estuvo coordinado por cuatro antropólogas (María Soledad Córdoba, Luana Ferroni, Sol Hurtado y Karen Azcurra) que investigan cuestiones vinculadas a los mundos científico-tecnológicos. El equipo colaborador que participa activamente de la dinámica que sostiene el espacio está conformado por: Clara Smal (física), Gisele Bilañski (socióloga), Michay Diez (ingeniero en agrobiotecnología), Mariana Smulski (antropóloga) y Pedro Munaretto (politólogo).
Periferia: ¿Cuál es el diagnóstico inicial de la respuesta que tuvo el sistema científico argentino ante el avance de la pandemia de coronavirus?
Ciencia y Periferia: En ese contexto tan excepcional, las respuestas desde distintos ámbitos se encontraron muy rápidamente y lograron entrar en diálogo, lo cual de por sí no es fácil. Pero además de dialogar, lograron hacerlo en un momento de emergencia/urgencia y obteniendo resultados concretos para la sociedad.
En primer lugar, en paralelo a la emergencia del coronavirus y al momento en que la sociedad se anoticiaba de esto, en marzo 2020, el Estado argentino creó un ente articulador de capacidades institucionales, la Unidad Coronavirus, conformada por el MinCyT, el Conicet y la Agencia I+D+i. Esta unidad iba a tener un rol crucial desde entonces, movilizando el sistema científico en su conjunto, articulando esfuerzos, erogando fondos extraordinarios para la investigación y produciendo redes federales de colaboración. En total, el Estado argentino erogó a través de las distintas convocatorias de la Agencia I+D+i un total de 560 millones de pesos para la investigación en ciencias experimentales y sociales, el escalado de productos y los ensayos preclínicos de vacunas.
En segundo lugar, los distintos equipos de investigación rápidamente se plantearon cómo llevar la experiencia de sus investigaciones anteriores al estudio de cuestiones vinculadas al covid-19, utilizaron sus redes profesionales para ampliar sus capacidades y elaborar propuestas más completas o captaron y optimizaron en sus proyectos capacidades del sector productivo. Pero, sobre todo, lo que nos transmitieron los investigadores e investigadoras, fue la movilización de energías y voluntades para “hacer algo con lo que estaba pasando”. Se sintieron interpelados, casi moralmente obligados, a responder a la sociedad que “los necesitaba” y a pensar cómo podían contribuir.
P.: ¿Qué aspectos del carácter periférico de nuestro sistema científico se manifestaron durante el trabajo de investigación y los encuentros con los directores y coordinadores de los proyectos?
CyP: Se suelen dar por sentadas las características de la ciencia en la “periferia”. Se la asocia con la escasez, el atraso o una menor “calidad”. Lo que vimos en estas experiencias nos permite poner en discusión estas ideas de lo periférico.
Poco tiempo después del estallido de la pandemia, como mencionamos antes, el sistema científico argentino recibió una inyección de capital público apuntado a la investigación. La mayoría de las investigadoras e investigadores con los que dialogamos, recibió el subsidio específico (en algunos casos más de un subsidio) para llevar adelante el proyecto presentado y aprobado por un comité de expertos. Eso les permitió completar el proceso a algunos, o sólo cubrir una primera etapa a otros, dado que no pudieron incluir estudios preclínicos o escalado por el alto costo que esto implica. Otros equipos activaron inmediatamente contactos con el sector productivo y, en esos casos, fue la empresa quien absorbió el mayor costo de investigación y desarrollo. Sólo uno de los equipos manifestó haber sufrido retrasos en la recepción de las cuotas del subsidio, motivo por el cual tuvieron que adelantar de sus propios fondos salariales para avanzar con la investigación y hasta obtener el reembolso.
Desde marzo de 2020, el Estado argentino erogó 560 millones de pesos para la investigación y el desarrollo de productos relacionados con el covid-19. Esa inyección de capital público en el sistema científico reactivó la generación de redes, la articulación entre equipos, la optimización y el ensamble de conocimientos y habilidades en pos de una finalidad: producir capacidades para enfrentar una pandemia a nivel local.
Los equipos adecuaron sus saberes y trabajos previos a nuevos objetos y objetivos de investigación, pudieron hacerlo por la formación y experiencia previa, pero también porque “se encontraron”, confluyeron en el deseo de “hacer algo” con esos saberes, con esas capacidades, se sintieron interpelados por la coyuntura social y respondieron en consecuencia. Y, por último, el sector productivo que suele ser caracterizado por su desarticulación y desinterés por el sistema científico- se acopló a esa nueva dinámica de innovación, tomando préstamos en bancos, movilizando fondos propios o consiguiendo rondas de inversores privados para solventar el desarrollo y escalado en productos concretos. De esta manera, el evento de la pandemia generó una dinamización de los sectores científico y productivo, respaldados y avalados por la figura del Estado, a través de subsidios específicos, facilidades para pymes y empresas de base tecnológica. Ni más ni menos que la reconocida fórmula de Jorge Sabato en la que propone motorizar el desarrollo de los países periféricos a partir del rol clave de la ciencia y la tecnología y sobre la base del acople entre sector productivo, sector científico y aparato estatal o de gobierno.
P.: ¿Qué papel tuvo la dinámica de relaciones interinstitucionales existente (entre las universidades, los ministerios, los institutos del CONICET y los organismos de ciencia y técnica) al momento de dar respuesta a una problemática urgente y que demandó celeridad en decisiones, vínculos y acuerdos?
CyP: En la mayoría de los casos en los que indagamos resultaron claves los vínculos previos, tanto institucionales como personales, entre colegas y grupos de investigación. Sobre esas relaciones se montaron las primeras estrategias para el desarrollo de las nuevas líneas de investigación en respuesta al virus del covid-19 y los distintos productos que se fueron desarrollando. A partir de allí, se potenciaron algunas de esas relaciones inter e intrainstitucionales y se desplegaron nuevas, por ejemplo, con el sector privado y empresas de base tecnológica.
En algunos casos, se señalaron las dificultades burocráticas, el “papelerío” o lo engorroso de los trámites que conlleva la operativización de las articulaciones institucionales, por ejemplo, por el tema regalías, los derechos de propiedad industrial y los convenios de trabajo con el sector privado. Nos señalaron que la universidad fue ahí un actor clave para destrabar los procedimientos burocráticos y sacar a los investigadores del “valle de la muerte” del papeleo, como lo llamó una investigadora. Pero las trabas fueron burocráticas, no tanto en las relaciones que establecieron con los empresarios. En un caso, como ya dijimos, se observaron retrasos en la llegada de los fondos para el costeo de la investigación por trabas burocráticas en las distintas ?ventanillas? por las que deben pasar los fondos públicos.
P.: ¿La pandemia inauguró un momento que puede caracterizarse como “de excepcionalidad” entre el Estado y el sistema científico-tecnológico? ¿Hay normas, leyes, definiciones y/o políticas científicas que permitan vislumbrar un horizonte post-pandémico diferente en la relación entre el Estado y el sistema científico?
CyP: Las convocatorias para los subsidios fueron excepcionales, es decir, corresponden a una decisión de política de Estado ligado a la actual gestión de gobierno. Sin embargo, esperamos que esta experiencia contribuya a poner en relieve la necesidad de ampliar los recursos estatales destinados a la investigación científica. Sobre todo, a partir de los resultados que el sistema científico local ha mostrado poder lograr.
Por otra parte, algunxs de lxs investigadores que participaron de nuestro círculo refirieron que uno de los elementos a revisar deberían ser los criterios de evaluación sobre todo para lxs becarixs de CONICET que quieren continuar con la Carrera de Investigador Científico. La transferencia tecnológica y la participación en patentes dan menor puntaje en las convocatorias a CIC o a becas posdoctorales que la autoría en papers. Con lo cual, aun habiendo desarrollado productos que dieran una respuesta durante la pandemia, están preocupados por si sus aportes van a ser considerados relevantes len los procesos de evaluación. Aunque estos criterios ahora están empezando a discutirse o modificarse.
P.: En el testimonio de directores y coordinadores de proyectos ¿se registra cuáles son los mecanismos institucionales (de universidades, organismos, institutos, ministerios) que facilitaron la derivación de las agendas de trabajo que los investigadores e investigadoras tenían antes de la pandemia hacia las soluciones tecnológicas para combatir el avance del virus? ¿Ese “giro” en las agendas fue posible por la sensibilidad para percibir el contexto que tuvieron sus protagonistas, por el financiamiento desde la Agencia, o por la existencia de modos de vinculación “instalados” históricamente entre actores e instituciones de nuestro
país?
CyP: Algunxs de lxs investigadores refirieron que ambos aspectos fueron significativos en el “giro” de sus prioridades y preocupaciones. Como la mayor parte de la sociedad, se sintieron fuertemente interpelados por el contexto inédito en el que nos puso la pandemia y se plantearon activamente cómo colaborar desde sus distintas experticias y saberes. Pero las motivaciones tuvieron más que ver con una explícita voluntad y deseo de colaborar desde el propio lugar para enfrentar la coyuntura que impuso la pandemia. Esto, a su vez, fue posible por cierta plasticidad de nuestro sistema científico, por cierta “gimnasia” digamos, dada por la experiencia histórica de adaptarse a condiciones excepcionales, de “hacer sobrevivir la ciencia”, de dar continuidad a la investigación a pesar de políticas científicas inestables y, efectivamente, por la existencia de vínculos previos tanto personales como institucionales, entre equipos consolidados y encabezados por investigadores e investigadoras de mucho recorrido y amplia trayectoria.
P.: ¿Cuál es la lectura sobre el vínculo que se estableció entre el sistema científico y el sector productivo?
CyP: Para los distintos casos de productos tecnocientíficos, las empresas se acoplaron a las propuestas con el escalado y la producción industrial. El sector productivo asumió la tarea de generar productos y ponerlos al alcance de la sociedad en una farmacia, en un hospital o en una salita de barrio. Así, un kit para detección rápida de covid, un barbijo antibacterial, un tratamiento para pacientes internados, un componente para test PCR, entre otros, conectaron los laboratorios y las mesadas, con las necesidades de personas concretas en situaciones específicas. Para citar un ejemplo, cuando empezaron las fases paulatinamente de mayor apertura y pudimos transitar al aire libre, fue significativo poder visualizar empíricamente esa compleja red de articulaciones entre sistema científico, universidades, dependencias estatales y empresas, en la forma de un cubre bocas color rosado o gris, observado de a decenas por cada 100 metros. Ese pedazo de tela que protegía a quien lo llevaba era un equipo trabajando los sábados hasta las once de la noche, era un grupo de becarixs doctorales instalado en una empresa para supervisar todo el proceso científico, era una empresa transformada en un laboratorio, eran las bicicletas para llegar al laboratorio en pleno aislamiento social, era la universidad articulando legalmente la transferencia tecnológica, eran los fondos del Estado que llegaban para reponer los insumos utilizados en el laboratorio.