Las científicas santafesinas, Vanina Márquez y María Inés Pidhirnyj desarrollaron un proyecto que propone la fabricación de bioplásticos con materia prima de origen biológico y biodegradable. Para esto, plantean la utilización de residuos de diferentes industrias generando un modelo de producción y consumo que se inserta dentro de la llamada economía circular.
Esta implica reutilizar y reciclar materiales y productos existentes para destinarlos a la producción de otro tipo de insumos. En el caso del equipo, el objetivo es ofrecer una alternativa frente a los plásticos convencionales que son creados a partir de derivados del petróleo y que hoy en día se emplean de manera desmedida, afectando al medioambiente y a la calidad de vida de las personas.
“Al no estar hecho de materiales biodegradables, al final de su vida útil tienden a acumularse, causando desperdicios y un impacto nocivo para el planeta. Por esto, se necesitan nuevos materiales que puedan reemplazar a los “petroplásticos” en sus diferentes aplicaciones”, señalan las emprendedoras.
Vanina es licenciada en Biotecnología por la Universidad Nacional de Litoral (UNL), mientras que María Inés es estudiante avanzada de dicha carrera. Ambas se desempeñan como docentes y se conocieron trabajando en proyectos de investigación relacionados a la facultad, fue así que surgió más que una amistad y decidieron embarcarse en una nueva iniciativa.
“La UNL tiene una amplia trayectoria en el acompañamiento de los emprendedores y el año pasado lanzó UNL Potencia, una instancia para escalar diferentes proyectos. Ahí fue que nos presentamos y nos pareció interesante investigar todo lo relacionado a los bioplásticos y empezamos en este camino”, contó Márquez al medio Ecos365.
En la actualidad prevalece la producción de plásticos convencionales derivados del petróleo, una fuente no renovable a la cual se le está buscando un sustituto en distintas áreas donde es utilizada. La problemática que las científicas buscan abordar está ligada a la cuestión ambiental, ya que al agruparse como desechos generan alteraciones en la calidad del agua e incluso en los alimentos que se comercializan.
“El problema que enfrenta la industria de los bioplásticos hoy en día es que se desarrolla principalmente en Europa y en países como China y Estados Unidos”.
Los plásticos derivados de productos vegetales aparecen como una alternativa para mitigar su uso. En el caso de Phycoplastics, plantean su desarrollo a partir de una biomasa obtenida de microorganismos como algas las cuales se pueden cultivar en espacio confinados sin utilizar tierra ni agroquímicos.
La biotecnóloga explicó que esta biomasa se puede convertir en un producto que va a tener ciertas propiedades que pueden aprovecharse para reemplazar los componentes de un gran número de petroplásticos.
“El problema que enfrenta la industria de los bioplásticos hoy en día es que se desarrolla principalmente en Europa y en países como China y Estados Unidos”, resumió Márquez. Por el contrario, en Argentina se importan y llegan, en su mayoría, en forma de pellets. Se trata de un producto totalmente natural, catalogado como biomasa sólida que está formado por cilindros muy pequeños y se utiliza para fabricar artículos como bolsas.
“Fundamentalmente nuestro proyecto apunta a tratar de buscar las formas de maximizar la producción de esta biomasa que se necesita para elaborar el bioplástico”.
Los costos de su aplicación también son más altos que en el modelo tradicional, aunque hoy en día hay cada vez más científicos investigan maneras de reducirlos y simplificar sus procesos de fabricación. Otro punto que juega a favor es el hecho de que las legislaciones de distintos países se endurecieron en términos ambientales acompañando este tipo de iniciativas y allanando el camino para que esta industria pueda crecer.
“Fundamentalmente nuestro proyecto apunta a tratar de buscar las formas de maximizar la producción de esta biomasa que se necesita para elaborar el bioplástico. Buscamos hacerla mas barata, rápida y con el menor impacto ambiental posible y vamos a utilizar desechos de otras empresas”, precisó Márquez.
Si bien los mismos pueden obtenerse de sectores como el lácteo y el agro, las emprendedoras buscan darle valor a un afluente que se produce a partir de desechos sanitarios. Este puede recogerse de una planta en Santa Fe a donde se lleva a enterrar la basura y que las socias ya tienen estudiada.
Por ahora continúan realizando pruebas de laboratorio, a la vez que siguen en carrera dentro del programa UNL Potencia, con la meta de escalar el proyecto. El próximo paso es ampliar el equipo, incorporando nuevos perfiles que ayuden a profesionalizar su modelo de negocios y avanzar hacia su puesta en marcha.