Una investigación etnográfica “multisituada”, realizada por Soledad Córdoba, una doctora en Antropología de la Universidad Nacional de San Martín (UNSaM), rastrea cómo se gestó la legitimidad social en torno al modelo de agronegocios en el campo argentino.
“La solidaridad en tiempos del agronegocio”, editado por UNSAM Edita, apunta a entender los sentidos sociales construidos en la escena microsocial”, que se da entre actores empresariales, instituciones y ONGs con fuerte vinculación en el territorio del agro para expandir el modelo.
Es parte del pilar “organizacional” necesario “para garantizar la renta del empresariado trasnacional”, analiza Valeria Hernández en el prólogo de la publicación.
A lo largo de las 294 páginas del libro, se registran “los programas de solidaridad y las acciones de responsabilidad social” que los empresarios del agronegocio condujeron en los territorios de los que extrajeron sus ganancias, y que explican la expansión de las fronteras agrícolas más allá de sus límites tradicionales y la aplicación “exitosa” del “modelo Monsanto”, de semilla transgénica más el herbicida asociado.
Soledad Córdoba registra las acciones moralizantes, como la idea de “solidaridad”, que, desde lo simbólico, fue permitiendo a los actores globales (empresas de agroinsumos transnacionales, cadenas de valor, capital financiero internacional y hasta organismos multilaterales) “anclar” en los territorios locales y construir legitimidad social en torno al nuevo modelo.
Es que para la investigadora, la expansión “vertiginosa” de este modelo se dio en ausencia de un debate social que profundizara en los impactos de su extensión.
Esos impactos repercutieron de manera contundente con consecuencias ambientales, económicas, laborales y culturales a lo largo del territorio nacional en el que se afianzó el agronegocio como forma de extracción de la renta y explotación de los recursos.
Córdoba cita entre esas consecuencias al despoblamiento rural, el empobrecimiento y expulsión de pequeños productores de la actividad productiva, la concentración de la tierra y del capital, la pérdida de soberanía alimentaria, el agotamiento de los suelos y la contaminación medioambiental, entre otras.
Además de la soja, el modelo de agronegocios, que entre 1996 y 2000 llevó el cultivo al 80% del total de la siembra nacional, presenta cifras abrumadoras, también, en otros rubros como el algodón y el maíz.
El modelo de soja transgénica y agricultura intensiva
Cabe destacar que antes del período analizado por la investigadora, la soja ya era cultivada en el campo argentino, con la particularidad de que no era transgénica y no se había incorporado, pues, el paquete tecnológico y el herbicida asociado introducido por Monsanto.
El cultivo de la soja con carácter transgénico fue, pues, lo que generó la fenomenal expansión del cultivo y del modelo de agronegocios, más allá de sus límites geográficos y climatológicos, y es lo que motiva el análisis de Soledad Córdoba.
Es, de hecho, 1996 el año en que se libera la comercialización, en Argentina, para la producción de la semilla transgénica de soja asociada al herbicida Glifosato.
El avance de la siembra directa
Sin embargo, de manera complementaria comienza el avance de la siembra directa en el campo argentino que acelera el proceso de la agricultura intensiva.
La siembra directa es un tipo de siembra que no retira los rastrojos del suelo sino que se hace sobre los mismos rastrojos. Es por eso que la soja transgénica y el herbicida asociado de Monsanto permiten acelerar esta modalidad porque el herbicida ataca esas malezas sin afectar a la semilla por su carácter transgénico.
“El problema de los patógenos y las malezas lo vino a resolver el cóctel de agroinsumos y agroquímicos de Monsanto, pero dejando consecuencias graves para la salud y el medioambiente”, explicó Córdoba en diálogo con Periferia.
El trabajo etnográfico incluye entrevistas en profundidad con actores locales y regionales, para registrar el relato y el imaginario social que se hace de en torno a la expansión del agronegocio.
Con este fenómeno los agricultores iniciaron el proceso de reemplazo de la soja tradicional por el de soja transgénica y ello implicó un cambio de modelo, y así la semilla transgénica logró imponerse en tan sólo cuatro campañas (1996-2000), en el 80% del territorio cultivada con soja.
Un modelo más allá de los límites del agro argentino
El interrogante que el libro se plantea es cómo estos procesos, que responden a procesos globales, se anclan en los territorios locales y cómo logran construir legitimidad social en torno al modelo de agronegocios.
Con una fuerte impronta foucaultiana, Soledad Córdoba intenta responder a esa pregunta estudiando los mecanismos y las estrategias de poder construidas en el territorio del agro.
Lo hace analizando empíricamente el modo en que se vinculan los actores del agronegocio con grupos e instituciones del universo social y que son clave para la expansión del modelo.
La respuesta a esa pregunta permite entender por qué esta forma de explotación de los recursos y de acumulación del capital se expandió más allá de los límites tradicionales del campo argentino, tejiendo relaciones entre el microcentro de Buenos Aires hasta Chaco, atravesando el sur santafesino y cordobés.
Trayectoria en Investigación rural
Soledad Córdoba es graduada en Filosofía por la Universidad di Trento (Italia), Magíster en Filosofía por la Université Jean Moulin
Lyon 3 (Francia) y doctora en Antropología Social por el Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la Universidad de San Martín (UNSaM).
Pero, además, ha desarrollado investigación constante en las áreas de estudios rurales, los estudios sociales de la ciencia y la tecnología y la diáspora científica y técnica, cuyos resultados fueron publicados en diversas revistas científicas.
Córdoba es miembro del Programa de Estudios Rurales y Globalización (PERyG) y Coordinadora del Programa de Investigaciones MundoInnova y los Estudios sociales de la Ciencia y la Tecnología en los mundos contemporáneos, de la Universidad de San Martín.