El Centro Científico y Tecnológico CONICET Santa Fe, clave en la transferencia de conocimiento hacia el sector agropecuario argentino, y responsable de la gestación de un gran número de startups y empresas de base científico-tecnológicas como el (ya unicornio) Bioceres, no puede pagar la luz, ni internet, por el ajuste del gobierno de Javier Milei.
Su director habló de “un escenario muy complejo” con posible “fuga de cerebros”, ya que hoy funciona a duras penas con una prórroga del Presupuesto Nacional 2023, que quedó licuado por la inflación y el incremento en los servicios e insumos para investigación. Ese presupuesto debería ser casi cuatro veces mayor para que el centro científico local funcione al ciento por ciento.
Milei está implementando una política certera de aniquilamiento del sistema científico, sin contemplación de áreas posibles de impacto. El caso de Santa Fe es emblemático, ya que lo que allí produce el CONICET (en su gran mayoría, asociado con la biotecnología) va apuntado a beneficiar a la actividad económica por excelencia del país, aportando desarrollos como el trigo HB4, enzimas para productos como el aceite que ya son exportadas, o insumos para la salud. Todos desarrollos emergentes de sus empresas de base científico-tecnológicas, como Keclon o Terragene. Estas empresas son emergentes claves nacidas a con el aporte crucial de científicos y científicas de las universidades nacionales del Litoral y Rosario, y del CONICET.
Presupuesto de aniquilamiento
Este presupuesto prorrogado “hoy no nos permite ni siquiera pagar los servicios: luz (que ahora se duplicará), bioseguridad, agua, gas, insumos, el mantenimiento de los equipos de laboratorio, papel, lapiceras, sellos, etcétera. Y con la devaluación del peso, el servicio de internet está dolarizado: la factura se fue a más del doble de un sólo saque. ¿Cómo vamos a hacer para sostenernos?”, pone en contexto en diálogo con El Litoral el Dr. Carlos Piña, director del centro científico local.
La falta de fondos es sólo para gastos operativos y de funcionamiento, o lo que se conoce como el “presupuesto institucional”. Aquí no se cuenta el mantenimiento de los laboratorios y de equipos, “porque esto se cubre con los subsidios a los que accedemos como investigadores y científicos”, explica Piña. Queda afuera, además, la adquisición de insumos químicos, por ejemplo.
“La situación es de una incertidumbre total. No hay certezas de recibir actualizaciones presupuestarias. Pero para poder mantener a flote la estructura, necesitamos casi cuatro veces el presupuesto del año pasado”, estima el investigador.
Cómo se financian los proyectos
Los fondos para sostener los proyectos científicos del Conicet Santa Fe provienen de diferentes fuentes. Una es la Provincia, a partir de la Agencia Santafesina de Ciencia, Tecnología e Innovación. Hay proyectos que son financiados por la Agencia Nacional, otros con fondos de las universidades. También existen proyectos internacionales en donde los investigadores compiten para conseguir recursos.
Estos dineros se van girando de a partes. “Con lo que hay, hoy se está manteniendo alguna que otra actividad científica…”, dice el Dr. Piña. Algunos fondos ya están depositados en las Unidades de Vinculación Tecnológica (UVT), que son las que administran los proyectos.
Más agravantes
El director pone otros ejemplos que grafican cómo está el sistema científico en la actualidad. “Si un investigador se presenta a una convocatoria en pesos (buscando financiamiento para su trabajo científico), una devaluación del 115% hace que los proyectos de investigación inmediatamente bajen a la mitad. A los investigadores nos dan pesos, no dólares”, añade el director.
Otro agravante: hoy está cortado el acceso a los Registro de Organismos y Entidades Científicas y Tecnológicas (ROECyT), que son para la importación de productos o equipamientos sin los impuestos de importación, porque el sistema científico está exento. “Tenemos que hacer esa gestión, pero esos trámites no están saliendo”, agrega. En limpio, no se pueden gestionar insumos químicos para los laboratorios.
La Agencia Central (el Conicet Nacional), que es la que mayor nivel de subsidios otorga a todo el sistema científico nacional, hoy está sin autoridad: “No tenemos novedades sobre si van a derivar los fondos para el funcionamiento de nuestra institución, ni para los Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica (PICT) ya aprobados, de 2022. Esto último está trabado, porque la Agencia está acéfala: tiene directorio, pero no tiene presidencia”, advierte Piña.
Un decreto de Presidencia estableció que todos los contratados iban a estar en revisión. A todos ellos, que tenían un contrato hasta fines de este año, les llegó una notificación donde se les decía que ese contrato se les acortaba hasta el próximo 31 de marzo. De ahí, se iba a ver qué pasaba con cada uno de esos 37 agentes administrativos: hasta la fecha no tenemos certezas de nada. Esperamos que se prorroguen todos los contratos.
Becarios
Piña planteó que “Todo el sistema científico está en retroceso. De las 1.300 becas doctorales que deberían haberse asignado, se terminaron aprobando 600. Y el orden de mérito salió publicado, pero no sabemos dónde está la línea de corte, es decir, todavía nadie sabe a quién le va a tocar y a quién no su beca doctoral”.
Por otro lado, se otorgaron 300 becas de finalización de doctorado. De ese número, a seis candidatos les fue negada la beca. Entonces, hay un recorte importante a nivel general del sistema científico.
Esto genera una incertidumbre más para el sistema -insiste Piña-. Nos falta previsibilidad. A mediados del año pasado, teníamos el Plan 2030 de Ciencia y Técnica, donde estaban estipuladas las necesidades de los temas que había que investigar. Esto generaba un “Norte” para la investigación nacional, pero ahora tenemos esta situación, que vuelve todo tan imprevisible.
¿Fuga de cerebros?
Piña sostuvo que “un becario que se presentó el año pasado, y a quien le dicen que va a empezar en agosto próximo… Este investigador a lo mejor se presenta para una beca en el exterior, y se termina yendo. Entonces, se está poniendo en peligro la continuidad del sistema y, como consecuencia, puede ocurrir una fuga de científicos jóvenes, que en lugar de trabajar por las necesidades científicas del país, emigrarán”, alerta el director. En otra época, esto se conoció como “fuga de cerebros”.
Hoy un becario doctoral está cobrando casi por debajo de la línea de la pobreza. ¿Cómo se consigue gente altamente calificada, profesionales investigadores para trabajar en temas científicos importantes (ciberseguridad, por caso), o para dar soluciones a la gente? Entonces, esta situación se está dificultando muchísimo.
Testimonios: Luciano Andreychuk.
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