¿Aparece la ciencia, la investigación, el desarrollo y la transferencia de conocimiento local incluidos en el proyecto de la actual gestión de gobierno, cuando hablan de “Modernización”?
Durante su discurso en la apertura de las sesiones legislativas del Congreso, el presidente Mauricio Macri hizo innumerables referencias a la idea de Modernización.
Ellas podrían ser emparentadas con la labor científica local, para cualquiera que desconoce la realidad que atraviesan los centros de investigación de nuestro país.
Toda la referencia a “modernizar”, sin embargo, hizo eje en la eliminación de obstáculos burocráticos para acceder a la información. Un plan enunciado en la Agenda Digital 2030.
El uso de la tecnología en esa clave es algo que, sin embargo, no implica necesariamente la incorporación de valor agregado a procesos productivos o la participación científica local.
El presidente Macri hizo alusión a los aspectos positivos de la comunicación digital, algo en lo que el Estado nacional sirvió de infraestructura para la expansión de internet.
Sin embargo el empleo del trabajo científico y tecnológico local no estuvo asociado a la idea de Modernización, durante su discurso.
Su “avanzada modernizadora” estuvo menos ligada a la generación de empleo calificado y a la incorporación de conocimiento en procesos productivos que a servicios.
Sin papelerío
“Ya no hay papelerío, todo es digital”, dijo Macri, reviviendo el imaginario de la existencia de un Estado torpe y burocrático.
Al referirse a la digitalización apuntó a lo que denominó el reemplazo de “expedientes en papel por electrónicos” en el Estado, municipios y trámites para PyMEs y para exportadores.
Se refirió a ARSAT y el rol que tuvo en la distribución y expansión de la fibra óptica y de las nuevas tecnologías.
En eso estuvo lo que llamó el pasaje del 16% de cobertura nacional en 2015 de la tecnología 4G, al 70%, en 2019. Pero, además, aseguró que se triplicó la velocidad de internet.
La realidad de la investigación
A pesar del discurso modernizador, la actual gestión de gobierno no parece contemplar el trabajo de los centros de investigación de CONICET, de las universidades o de organismos.
El ajuste presupuestario (vía recorte y sub-ejecución) del orden del 30% a unidades ejecutoras, proyectos, becas y sueldos de investigadores, va a contramano del discurso presidencial.