ACUMAR, el organismo encargado de controlar la contaminación en el Matanza-Riachuelo, empezó a darle forma a un proyecto de digitalización que apunta a aumentar la fiscalización sobre el vertido de desechos industriales.
A las claras, es un paso tecnológico que, con continuidad, va a tener su correlato en la transformación del entorno ambiental y sanitario de la cuenca. Para ello, incorporó un nuevo equipamiento para el laboratorio ambiental a través del Programa FONTAR, de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i), perteneciente al Ministerio de Ciencia.
La implementación del sistema permitirá máxima eficacia en el control y fiscalización de los vertidos industriales a cualquier cuenca hídrica y al CETEM ofrecer a la industria metalúrgica la implementación de estrategias 4.0 para digitalizar sus actividades productivas.
Entre los objetivos del proyecto están optimizar la eficacia en el control y saneamiento ambiental, incrementar la productividad y competitividad, prevenir desvíos, garantizar la sostenibilidad de los procesos industriales, etc.
Participan de la iniciativa el Centro Tecnológico Metalúrgico CETEM, la Universidad Nacional Guillermo Brown, las empresas ADRA ELECTRÓNICA, COMUNICACIONES y SISTEMAS INTEGRADOS S.A (ComSi S.A.) y POSTHAC S.A. miembros de la Cámara Argentina de Industrias Eléctricas, Electromecánicas y Luminotécnicas CADIEEL.
Cambió el paradigma
El dispositivo, técnicamente, consta de un analizador automático que mide el oxígeno consumido en el agua por microorganismos que desarman la materia orgánica. Sin embargo, la tecnología resulta anecdótica si no entiende la cosmovisión cultural que la hace posible.
Periferia indagó en ese trasfondo que permite explorar como si fuéramos arqueólogos en el por qué del nacimiento, la implementación y la razón de ser de desarrollos tecnológicos como ideas proyecto. Ese trasfondo permite ver, además del producto tecnológico, el proceso que lo vuelve posible.
En este punto hizo hincapié uno de los impulsores de la iniciativa, Guillermo de Guzmán, director de Posthac S.A, en diálogo con Periferia. “Lo que antes era solo un gasto para la empresa, porque las plantas de tratamiento son inversiones significativas, ahora se comienza a mirar desde otro lado”, dice el titular de Posthac S.A, quien remarca que la tecnología se comprende en el marco de un cambio de época: “Hoy, la cuestión ambiental es uno de los vectores que guían y direccionan la evolución de la industria. Con el tema ambiental pasa que hoy es un vector sobre el que hay que ir encaminandose. Algunos entran más rápido y otros más despacio, pero dentro de 15 o 20 años va a ser algo más que obvio”, explica.
“Hoy, la cuestión ambiental es uno de los vectores que guían y direccionan la evolución de la industria. Con el tema ambiental pasa que hoy es un vector sobre el que hay que ir encaminandose”.
Guillermo de Guzmán, Director de Posthac S.A.
La empresa Posthac SA.es una de las que se fue involucrando desde el sector privado, en el desarrollo de la tecnología.
“Hay algo interesante, y es que se va a tender a que el criterio de industria sostenible, te va a dar chapa, te va a mejorar la competitividad, tu producto va a pasar a ser preferible”, sostiene de Guzmán, quien revaloriza el giro cultural y generacional como materia prima clave para la introducción de la tecnología.
No hay tecnología sin política pública
El equipo se compró en el marco del proyecto “Desarrollo de tecnologías ambientales 4.0” para la fiscalización y adecuación productiva en la Cuenca Matanza Riachuelo, financiado por el FONTAR, uno de los programas que impulsa la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (la Agencia I+D+i).
Del proyecto participan actores productivos, académicos y tecno-científicos, una tríada que captaría el interés de cualquier tecnólogo formado con la lente del desarrollo territorial. “Este proyecto es muy interesante desde la perspectiva del Triángulo de Sabato”, justifica de Guzmán, quien destaca esa articulación del sector público, con el sector académico y el sector privado.
“Esto es una suma de tecnología más política pública, que es la que empuja a iniciar planes de adecuación con programas de incentivos. Tiene que haber política pública, así como también compromiso del sector privado”, dice de Guzmán que viene de ahí y que destaca el trabajo de asociatividad que hay detrás. “Eso es muy sinérgico – dice – nosotros lo hemos podido verificar en este proyecto. También pudimos poner en práctica la asociatividad privado-privado, porque en las tres empresas de CADIEEL, hemos podido hacer en un año y pico, lo que ninguna de las tres en forma individual hubiera podido hacer”.
La originalidad del proyecto radica en que la solución ofrece una integración de extremo a extremo desde la captura de los datos en origen provenientes de los sensores hasta su elaboración en forma remota en los centros de gestión con facilidades para la toma de decisiones.
Esta plataforma unifica la información de todo tipo de sensores a través del desarrollo de una electrónica particular, como también a través del desarrollo de algoritmos, integrando la visualización y el análisis. Entre las ventajas se incluyen la información instantánea e histórica en el centro de monitoreo de los datos proporcionados por los sensores analíticos instalados, el soporte y la trazabilidad mediante indicadores que faciliten su gestión generando notificaciones sobre desvíos o situaciones de alerta.
“A veces cuesta creerlo pero hoy son pocas las cosas que no se podrían hacer. Por eso, en este contexto, surgió la posibilidad de aplicar tecnología a la contaminación de la cuenca Matanza-Riachuelo, como podría haber sido cualquier otra cuenca hídrica, primero para estar informados con datos reales online de lo que vuelcan las empresas en sus efluentes industriales, y también para las aguas de superficie, para saber lo que están volcando, pero también para saber lo que tenés”, dice de Guzmán, quien considera que “si hoy no te subís a las nuevas formas de trabajar, los nuevos modelos, basados en plataformas y en innovación abierta, en buscar sinergia y compartir “know how”, no se avanza”.
“Surgió la posibilidad de aplicar tecnología a la contaminación de la cuenca Matanza-Riachuelo para estar informados con datos reales online de lo que vuelcan las empresas en sus efluentes industriales, pero también para saber lo que tenés”
Guillermo de Guzmán
Llenar de datos la cuenca
En sí, el proyecto es encaminarse hacia la digitalización, como un paso para que la información se traduzca en políticas públicas. “Hoy los indicadores tecnológicos disponibles para lo que es industria 4.0, para gestión de datos, permite lo que sea, al punto que el límite no está en la tecnología sino en la imaginación de las personas para pensar que cosas quisieran resolver o gestionar”, dice de Guzmán.
El proyecto, que empezará a tener sus primeros resultados sensados a medida que se cumplan las instancias de instalación de los dispositivos, en la medida que se avance con el registro de salida de la industria y de algunos puntos del recorrido de la cuenca. “Es bueno controlar a las industrias que más contaminan, monitoreando directamente en su vuelco qué es lo que están tirando porque esta es la forma de poder tener la información, y que ellos tengan la información para ir adecuando sus plantas de tratamiento, para que lo que vuelcan esté dentro de los parámetros aceptados por todas las regulaciones que existen”, le dice a Periferia de Guzmán.
Cambio de ideas, más allá de la sanción
El titular de Posthac confía en que eso ya es proporcionarle a la industria y al ente de gestión, en este caso ACUMAR, el dato concreto que permite encaminar “un cambio cultural”.
“De lo que se trata es de ir encaminando el cambio cultural por fuera de la sanción o el incentivo”, dice, y sostiene que “esto tiene que alcanzar una habitualidad propia de un cambio cultural. Que lo raro deje de ser tener un tratamiento de efluentes, y que lo raro pase a ser no tenerlo”.
“El dato es muy revelador, eso se va a ir viendo en los historiales, a lo largo de los meses y los años, y se va a ver cómo se va a ir reflejando en la calidad de agua del riachuelo, la transformación, el cambio”, cierra de Guzmán, quien valida que a la cuenca, hay que llenarla de datos.
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