El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONCyTEC), de Perú, difundió el informe “línea base del gasto público en ciencia, tecnología e innovación en el Perú” en el que reveló la manera en que el país distribuyó la inversión pública en ciencia, tecnología e innovación entre los años 2012 y 2018, advirtiendo “desequilibrios y bajo impacto productivo”, de los recursos.
El estudio, realizado en colaboración entre el máximo organismo científico y tecnológico del país y el Banco Mundial arrojó que “existe una gran concentración del gasto de Ciencia, Tecnología e Innovación”, y que “hay un gran número de instrumentos con presupuestos escasos”.
El estudio se enfoca en el análisis del presupuesto de Ciencia y Tecnología del Gobierno de Perú, a partir del estudio de lo que se denomina “instrumentos” con los cuales se incentiva y fomenta el desarrollo del conocimiento científico en articulación con la sociedad. En tal sentido, el estudio afirma que “se aprecia un escaso énfasis en el mejoramiento de la productividad y la diversificación de la economía”.
Los instrumentos son herramientas que crea el Estado nacional para apoyar proyectos innovativos, emprendimientos tecnológicos, investigaciones en ciencia y tecnología para generar resultados con impacto social, sanitario, económico, productivo, cultural, tecnológico, etc.
En Argentina, esos instrumentos son otorgados por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i), del Ministerio de Ciencia, que este año tuvo visibilidad pública por otorgar financiamiento a proyectos sociales y tecnológicos ligados con la pandemia y la postpandemia, como el desarrollo de kits de testeo del coronavirus, proyectos de desarrollo de vacunas, desarrollo de tratamientos terapéuticos y hasta emprendimientos tecnológicos como robots para desinfección de espacios y cabinas de protección del personal sanitario, entre otros.
Según los datos del informe, “se encontró mucha superposición de instrumentos enfocados a creación de conocimiento, investigación de excelencia y beneficiarios relacionados con la investigación, las universidades y los institutos de investigación”.
El estudio se basó en 164 instrumentos distribuidos en 11 sectores o entidades de gobierno y registró la inversión en áreas como Agricultura, Ambiente, Comercio Exterior y Turismo, Defensa, Educación, Energía y Minas, Producción, Relaciones Exteriores, Salud y Vivienda.
“Muchos instrumentos invocan múltiples beneficiarios y mecanismos de intervención simultáneamente”, explica el estudio, y afirma que “de manera complementaria, los instrumentos enfocados al sector privado muestran poca especialización en cuanto a tipos y necesidades de las empresas”.
Por tanto, este estudio elaborado por el consultor Jorge Fernando Chávez Álvarez, revela que “estas características del conjunto de instrumentos sugieren que las posibilidades de impacto sobre la economía del gasto en CTI se ven disminuidos dados los desafíos de gestión que implican los escasos recursos disponibles en la mayoría de los instrumentos”.