Periferia

21 de Junio de 2022

EEUU confirmó la condena a Monsanto por el uso de glifosato

La Corte Suprema confirmó la compensación económica a un granjero que contrajo cáncer. Argentina es el país del mundo que más utiliza el herbicida por año, por habitante.

La Corte Suprema de Estados Unidos rechazó hoy la apelación de la empresa químico-farmacéutica alemana Bayer, dueña de Monsanto, y confirmó la compensación económica para un granjero que contrajo cáncer tras décadas de usar el herbicida Roundup, con glifosato.

Los miembros del tribunal, confirmaron la compensación de US$ 25 millones a Edwin Hardeman, un granjero que pudo demostrar que tras décadas de exponerse al herbicida contrajo el Linfoma de Hodgin, un tipo de cáncer que se forma en el sistema linfático.

La confirmación de la condena, según especialistas del sector, puede llevar a miles de potenciales reclamos de resarcimientos por los casos de cáncer provocados por su herbicida Roundup.

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Bayer compró Monsanto en 2018 por US$ 63.000 millones y, junto a la operación, también heredó las batallas legales que enfrentaba la compañía que comenzó a fabricar Roundup en 1970.

El argumento de Bayer

En su argumento, Bayer adujo que los reclamos eran improcedentes ya que Roundup tenía una aprobación federal para su uso; no obstante, previendo un fallo adverso, el año pasado incrementó con US$ 4.500 millones (que se suman a otros US$ 11.600 millones) los fondos para un programa de reclamos, según reportó la agencia de noticias Bloomberg.

También anunció que planea reemplazar el glifosato por otros ingredientes activos en los herbicidas destinados al mercado residencial estadounidense desde 2023, aunque continuará ofreciendo el producto a los agricultores.

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Tras una consulta de la Corte Suprema, el Gobierno de Joe Biden, a través de su procuradora general, Elizabeth Prelogar, recomendó el mes pasado rechazar el planteo de Bayer.

Confirmación del fallo

La empresa acudió en agosto pasado a la Corte Suprema con el fin de revertir el fallo de un tribunal menor amparándose en que la Agencia de Protección Ambiental (EPA) aprobó el producto, por considerar que el glifosato no es un riesgo a la salud pública ni es cancerígeno siempre y cuando se sigan las indicaciones.

Bayer argumentó que el Acta Federal de Insecticidas, Fungicidas y Rodenticidas protege a la compañía de culpabilidad, ya que la misma establece que los Estados pueden elegir no imponer requerimientos en las etiquetas que “se sumen o sean diferentes” a los que indica la ley federal.

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Además, señaló que la EPA –bajo la administración Trump en 2019- había afirmado a los productores de glifosato que no aprobará colocar una advertencia por el peligro de cáncer ya que sería “falso y engañoso”.

Por su parte, Prelogar argumentó que la aprobación del producto por parte de la EPA no significa que Bayer no haya fallado en advertir sobre los riesgos del producto a sus consumidores.

125 mil demandas en Estados Unidos

Actualmente Bayer afronta 125.000 demandas por el uso del glifosato en Estados Unidos, de los cuales 30.000 permanecían frenados y sin acuerdo a la espera del fallo de la Corte.

“Bayer de forma respetuosa está en desacuerdo con la decisión de la Corte Suprema. La compañía cree que la decisión debilita la habilidad de las firmas de dependen en las acciones oficiales tomadas por las agencias regulatorias de expertos”, comunicó hoy la empresa tras el fallo.

Hardeman, quién utilizó el herbicida entre 1980 y 2012 en su granja de San Francisco, demandó a Monsanto en 2016 y adujo que en la etiqueta del producto no existían advertencias por su uso.

Además del caso de Hardeman, en el 2019 un tribunal de apelaciones confirmó una compensación por US$ 86,7 millones a favor de Alva y Alberta Pillod, una pareja que contrajo el Linfoma de Hodgin.

Un combo nocivo, también en Argentina

En Argentina, la Universidad Nacional del Litoral, a través del investigador del CONICET, Rafael Lajmanovich, analiza desde hace más de 20 años el impacto de los agroecosistemas y los agroquímicos sobre la fauna silvestre de anfibios locales. Según el estudio, en combinación con el arsénico gesta “un combo nocivo“.

Los investigadores descubrieron que en los lugares donde se combinan los componentes se produce disrupción hormonal (aumento en la concentración de hormonas tiroideas), mayor proliferación celular (aumentan su tasa normal de división celular) y genotoxicidad (daño en el material genético). Ante un mayor daño genético, crecen las probabilidades de contraer enfermedades como el cáncer y malformaciones.

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Sobre las conclusiones de la investigación, Lajmanovich remarcó que «no hay dudas» del efecto nocivo del glifosato. Por un lado, están las víctimas de las fumigaciones con agrotóxicos; por otro, precisa que existen «1079 trabajos científicos de todo el mundo que lo dicen, muchos de ellos de científicos de universidades públicas de Argentina y del Conicet, indexados y accesible en Medline».

Los científicos están convencidos de que ya se hizo todo para comprobar los perjuicios, el problema es que es un tema con intereses económicos y políticos muy difícil de resolver. Hasta la Organización Mundial de la Salud clasificó como «probable cancerígeno» al glifosato.

La situación en Argentina

Desde que en 1996 comenzaron a utilizarse en Argentina las semillas genéticamente modificadas resistentes a herbicidas, el uso de glifosato creció año tras año. Hoy unas 25 millones de hectáreas están sembradas con soja, maíz o algodón genéticamente modificado. En esas zonas, se utilizan alrededor de 250 millones de litros de glifosato por año.

Esta cifra convierte a la Argentina en el país que consume la mayor cantidad de glifosato por habitante por año. Más allá de la polémica con las empresas productoras de este herbicida acerca de los efectos nocivos que tiene para la salud humana, lo cierto es que, en marzo de 2015, la OMS incluyó a esta molécula dentro de la lista de sustancias probablemente cancerígenas.

El glifosato es muy utilizado sobre todo en zonas con exceso de arsénico como Santiago del Estero, Chaco, Salta y Entre Ríos, hasta Buenos Aires, Córdoba, La Pampa y Santa Fe. Se calcula que alrededor de cuatro millones de personas que viven desde el centro hacia el norte del territorio están afectadas por esta situación.

El arsénico, en tanto, está presente de forma natural en niveles altos en las aguas subterráneas de varias regiones. La Argentina es uno de los 12 países del mundo con más concentración de arsénico en el agua. Más de 4 millones de personas viven en nuestro país en una zona con agua contaminada con arsénico en riesgo de contraer cáncer o sufrir daños irreversibles en sus órganos vitales.

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