En personas que ya tuvieron infección por el coronavirus SARS-CoV-2, una sola dosis de la vacuna produce 10 veces más anticuerpos neutralizantes respecto de quienes completan el esquema de dos dosis sin antecedente de COVID-19, según los resultados finales de un estudio colaborativo entre el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires e investigadores del CONICET que acaba de ser publicado en la revista internacional “Cell Reports Medicine”.
La investigación fue realizada en la Provincia de Buenos Aires y reveló que la cantidad de anticuerpos capaces de neutralizar al SARS-CoV-2 en personas previamente infectadas que recibieron una sola dosis de la vacuna Sputnik V, del Instituto Gamaleya de Moscú, Rusia, es muy superior a la de aquellos voluntarios sin infección previa que recibieron el esquema de vacunación completo de dos dosis.
El trabajo también determinó que después de una dosis de la vacuna Sputnik V, el 94% de las personas que participaron del estudio, sin previa infección, desarrolló anticuerpos específicos contra el nuevo coronavirus (SARS-CoV-2), y la cifra se elevó al 100% tras completar el esquema de dos dosis.
Los detalles completos del trabajo, cuyos resultados preliminares habían sido anticipados dos meses atrás, ahora fueron difundidos en “Cell Reports Medicine”,una revista premium de acceso abierto del mismo grupo editorial de la revista Cell.
Se trata del primer estudio sobre la respuesta inmune inducida por esa vacuna hecho fuera de Rusia y revisado por pares.
Los autores del trabajo, liderados por Andrea Gamarnik, jefa del Laboratorio de Virología Molecular de la Fundación Instituto Leloir (FIL) e investigadora superior del CONICET, también comprobaron que en esos pacientes con antecedentes de COVID-19, la segunda dosis no produce beneficios adicionales en términos de la respuesta de anticuerpos.
“La vacunación masiva ofrece una gran promesa para detener la pandemia de COVID-19. Debido a la limitación del suministro de vacunas en muchas regiones del mundo, las autoridades sanitarias necesitan con urgencia datos sobre la respuesta inmune a las vacunas para optimizar las estrategias de inmunización”, afirmó Gamarnik.
Al respecto agregó que “este estudio es un ejemplo inédito de trabajo en equipo coordinado por el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires en el que participaron de manera articulada investigadores, técnicos y becarios de CONICET junto a profesionales de siete hospitales de la Provincia con el apoyo de la cartera de Ciencia de la Nación”.
Medición de anticuerpos
El estudio se realizó en 289 trabajadores de la salud que se ofrecieron como voluntarios para la investigación y se desempeñan en siete centros públicos de la Provincia de Buenos Aires. Del total, 62 habían estado previamente infectados con el nuevo coronavirus.
A los voluntarios se les tomó muestras de sangre antes de la vacunación (nivel basal); a los 21 días de la primera dosis; y a los 21 días de la segunda dosis. Las muestras recolectadas fueron transportadas y analizadas en el Laboratorio de Serología y Vacunas de la FIL, utilizando para ello el test “COVIDAR IgG cuantitativo” de desarrollo nacional, así como pruebas adicionales realizadas en la FIL y en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA (INBIRS, CONICET-UBA) para medir la capacidad neutralizante de los anticuerpos.
Para medir la concentración de los anticuerpos específicos IgG contra la proteína Spike de SARS-CoV-2, los científicos usaron un estándar internacional generado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Esto permite comparar datos de laboratorios alrededor del mundo que están evaluando diferentes vacunas basadas en distintas metodologías. Encontrar una regla común para las medidas cuantitativas es crucial para definir los niveles de anticuerpos asociados con la protección que las vacunas confieren”, indicó Andrés Rossi, coordinador del Laboratorio de Serología y Vacunas de la FIL y uno de los primeros autores del trabajo.
De acuerdo con el Estándar Internacional de la OMS, los niveles en sangre de concentración de anticuerpos IgG contra la proteína Spike del nuevo coronavirus se expresan como Unidades Internacionales (UI) por mililitro (ml).
El estudio argentino reveló que, en personas sin antecedentes de COVID-19 las concentraciones de IgG fueron 104,2 unidades internacionales (UI) por mililitro (ml) después de la primera dosis y subieron a 787,8 UI/ml después de la segunda dosis.
En cambio, en el grupo de voluntarios con infección previa, las concentraciones fueron de 181,1 UI/ml antes de la primera dosis y saltaron a 6.356 UI/ml tras la primera dosis. En ese grupo, la segunda dosis no produjo incrementos medibles.
Por otra parte, se realizaron estudios para determinar cuántos de esos anticuerpos eran efectivamente capaces de impedir que el virus infecte a una célula, lo que se conoce como anticuerpos neutralizantes. Las personas previamente infectadas y vacunadas con una dosis mostraron títulos (cantidad) de anticuerpos neutralizantes diez veces superiores a aquellas que recibieron las dos dosis y que no se habían infectado previamente (títulos de 500 y 42, respectivamente).
Recientes trabajos con las vacunas de ARNm también han mostrado que la respuesta humoral (anticuerpos) luego de una dosis en personas con exposición previa al virus es de tal magnitud que sería posible no aplicar una segunda dosis.
“Los datos presentados proporcionan información basada en evidencia para guiar las estrategias de vacunación y orientar las decisiones de salud pública a la luz de la actual emergencia sanitaria”, puntualizó Jorge Geffner quien participó en la coordinación de este estudio y es investigador superior del CONICET en el INBIRS.
Esta línea de investigación continúa. Ahora el equipo de trabajo se encuentra realizando el seguimiento a seis meses de personas vacunadas para determinar la evolución de la respuesta inmune y su duración. También se analizará la protección de Sputnik V frente a las diferentes variantes del coronavirus que circulan en nuestro país.
El viceministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, dijo que “el trabajo que publicamos en conjunto con investigadores del CONICET y el ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación en personas vacunadas con Sputnik V sigue demostrando la gran calidad de las vacunas aplicadas en nuestro país y constituye una forma de entender las políticas públicas, que incluye la investigación para solucionar problemas y dar respuesta a la necesidad del pueblo desde una perspectiva de soberanía sanitaria y científica. Un Estado capaz de conseguir las mejores vacunas para su pueblo pero, también, capaz de estudiarlas y certificar que esto es así”.
Kreplak agregó que el aval del estudio de una revista tan prestigiosa a nivel global “es una demostración más de un gobierno que apuesta al desarrollo, a la ciencia y a la soberanía”.
“Esta investigación, que ahora publica una de las revistas científicas internacionales más prestigiosas de la especialidad, es una demostración más del invalorable aporte que ha realizado la ciencia de nuestro país para enfrentar la pandemia”, afirmó Roberto Salvarezza, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación.
“Es muy importante avanzar en estudios colaborativos como éstos que robustecen la evidencia científica disponible”, dijo Carla Vizotti, ministra de Salud de la Nación. Y agregó que “nuestro país ha demostrado una vez más su enorme potencial científico durante la pandemia con hallazgos como la secuenciación genómica del virus el año pasado hasta estudios como el que se publica hoy, con un gran impacto en las revistas científicas internacionales”.
Del estudio también participaron 20 investigadores y becarios de la FIL y del CONICET (Diego Ojeda, también primer autor del trabajo, Lautaro Sanchez, María Mora González López Ledesma, Anabel Álvarez Juliá, Santiago Oviedo Rouco, Horacio Martín Pallarés, Guadalupe Costa Navarro, Natali Rasetto, Corina García, Shirley Wenker, Lila Ramis, Magalí Bialer, María José de Leone, Esteban Hernando, Santiago Sosa, Luciana Bianchimano, Antonella Ríos, María Soledad Treffinger Cienfuegos, Julio Caramelo y Marcelo Yanovsky), Jorge Carradori, del Laboratorio Lemos S.R.L., Natalia Laufer, Augusto Varese, Ignacio Mazzitelli y Yesica Longueira, de la Facultad de Medicina de la UBA; Diego Álvarez, del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas que depende de la UNSAM y del CONICET; Guillermo Docena, del Instituto de Estudios Inmunológicos y Fisiopatológicos, que dependen de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata, del CONICET y de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC); Marina Pifano, del Gabinete de Asesores del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires; DarianaPedrozza, del Hospital Interzonal General de Agudos Dr Pedro Fiorito, Provincia de Buenos Aires; Alejandra Rima, del Hospital Interzonal General de Agudos Evita Provincia de Buenos Aires; Cecilia Echegoyen, del Hospital Interzonal General de Agudos Prof. Dr. Rodolfo Rossi, Provincia de Buenos Aires; Regina Ercole, del Hospital Interzonal Especializado de Agudos y Crónicos San Juan de Dios, Provincia de Buenos Aires; Paula Gelpi, del Hospital Interzonal General de Agudos San Roque, Provincia de Buenos Aires; Susana Marchetti, del Hospital Interzonal General de Agudos San Martín, Provincia de Buenos Aires; y Martín Zubieta, del Hospital de Alta Complejidad El Cruce “Nestor Kirchner”, Provincia de Buenos Aires.