La Universidad de Buenos Aires y el Insitut Nacional de Tecnología Industrial anunciaron que integrarán, junto a dos empresas biotecnológicas, parte del equipo de desarrollo de uno de los cuatro proyectos de vacunas anti-Covid 19 que desarrolla la Argentina.
Se trata del inmunizante en el que trabajan dos institutos del CONICET y la Universidad Nacional de La Plata, ArgenVac 221, a cargo de los científicos, Omar Azzaroni y Guillermo Docena, diseñado en laboratorio como una herramienta de segunda generación, para completar las etapas de vacunación de los años post-pandémicos.
Ahora el proyecto tendrá la colaboración asociativa de dos gigantes del sector científico y tecnológico como son la UBA y el INTI, además de dos empresas biotecnológicas que permitirán avanzar en el escalado “industrial” de la producción del inmunizante.
“Conforme avanzan los ensayos y estudios necesarios, el proyecto de la vacuna ARGENVAC va dejando atrás su anclaje exclusivamente platense para asociarse con otros actores que enriquezcan el desarrollo de cada etapa”, sostuvieron a través de un comunicado desde el CONICET.
El proyecto inicial pertenece al Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFTA, CONICET-UNLP) y al Instituto de Estudios Inmunológicos y Fisiopatológicos (IIFP, CONICET-UNLP-asociado a CICPBA).
Sin embargo, ahora se sumarán expertos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).
El trabajo de los nuevos integrantes consistirá en diagramar los esquemas de producción a mayor escala, algo que es crucial, “de las puertas del laboratorio para afuera”.
ARGENVAC surgió algunos meses atrás como resultado de la combinación del extenso trabajo en el diseño de nanopartículas del INIFTA con la vasta trayectoria que el IIFP acredita en el estudio y caracterización del sistema inmune, experiencias lideradas por los investigadores del CONICET Omar Azzaroni y Guillermo Docena, respectivamente.
Ahora, esta red se complejiza con la anexión de un equipo de la UBA dirigido por Cecilia D´Alessio y Javier Santos, también investigadores del organismo, que se encargará de generar el principio activo de la vacuna a partir de una fracción de una proteína específica del virus SARS-CoV-2.
El INTI, por su parte, participará a través de un proceso de escalado en su planta piloto de producción de medicamentos. Mientras tanto, los grupos locales continúan con los ensayos de laboratorio, y estiman que el año próximo pasarán a las pruebas clínicas.
Invadir las células blanco
El mecanismo propuesto para ARGENVAC221 se basa en el uso de fragmentos de la proteína S, que se encuentra en la cubierta del virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad, y es el arma que este utiliza para invadir e infectar las células blanco, que son las del epitelio nasal y, principalmente, pulmonar, donde en contacto con distintos tipos de receptores se divide y multiplica para invadir otras células. Así, la estrategia consiste en el encapsulamiento de esas fracciones de la proteína en nanopartículas y su inoculación para generar los anticuerpos necesarios que permitan bloquear la entrada del virus y provoquen la respuesta de memoria que garantice inmunidad protectora en el tiempo. Actualmente, el equipo se encuentra estudiando distintos protocolos de administración de la vacuna.
Periferia dialogó con el Doctor Omar Azzaroni, quien contó que “contaremos en que estado estamos con el desarrollo de ArgenVac, que está transitando la fase preclínica, trabajando con animales, que tuvieron una respuesta inmune interesante, ahora estamos trabajando en la optimización de la formulación”, y explicó que “ahora estamos armando una “librería” de formulaciones para ensayar las formulaciones con mejor respuesta, pensamos transitar esto y completar la fase pre-clínica en 2021, y esto implica que para el segundo semestre entraremos en la fase dónde con las formulaciones que mejor respuesta dieron vacunamos a los animales y los exponemos al virus vivo”.
La vacuna Argenvac221 contra el SARS-CoV-2 se encuentra hoy en la etapa pre-clínica y los investigadores buscan llegar a un plan de vacunación en ratones con reacciones adversas mínimas y máxima inmunogenicidad.
¿Cuándo iniciaría la fase en humanos?
En esas investigaciones, el grupo del Doctor Omar Azzaroni aportó un sistema adyuvante basado en la tecnología de nanopartículas.
Azzaroni, doctor en Química e investigador principal del CONICET, le explicó a Periferia que “lleva muchos meses pasar de una etapa a otra porque ahora, por ejemplo, estamos haciendo, en paralelo, el plan de vacunación en animales”, y explicó que “un plan de vacunación con una primera y segunda dosis a los 20 días es la que da la mejor respuesta en animales”, y eso hay que testearlo hasta encontrar la respuesta inmune más considerable.
“Esto lleva todo un proceso de optimización, no sólo de la formulación, sino también del plan de vacunación”, explicó Azzaroni, y dijo que “si todo sale bien la fase en humanos será en 2023”. Se está optimizando el plan de vacunación en ratones de manera de llegar a un plan de vacunación con reacciones adversas mínimas y máxima inmunogenicidad.
¿Por que es estratégico contar con vacunas propias para los próximos años?
Omar Azzaroni se refirió a la importancia de contar con una vacuna de producción local para los años subsiguientes de evolución de la pandemia de coronavirus, luego de que hayan pasado los primeros acuerdos con los laboratorios para inmunizar masivamente a la población.
“Hay que pensar en el mediano plazo, porque vamos a tener problemas post-pandémicos”, dijo Azzaroni, y sostuvo que “el año que viene la gente vacunada va a comenzar a transitar infecciones porque esas vacunas (la Sputnik, Pfizer, AstraZeneca, Sinopharm), fueron desarrolladas pensando en la identificación genética de una especie particular donde vos tenés una cepa nueva con estilos de identificación genética diferente dónde tiene una estructura protéica diferente la spike, y eso te va a llevar inexorablemente a tener que adaptar la vacuna para una cepa nueva que tiene ya muchas mutaciones”.
“Cuando eso pase vos ya tenés que tener instalada una vacuna que en pocos meses vos puedas reconfigurar la matriz de la vacuna para adaptarla a una cepa nueva, y así está diseñada ArgenVac”, explicó Azzaroni, pero además explicó que “otra cosa importante es el tema de la conservación por la heterogeneidad de capacidades infraestructurales que existen en el país para refrigerar, por ejemplo, una partida de vacunas a 80 grados bajo cero”.
“La vacuna ArgenVac está pensada para que se refrigere en una heladera común, que vas y comprás en una casa de electrodomésticos”, dijo Azzaroni y agregó que “se pensó en una vacuna que proteja a la gente, que la podamos almacenar en cualquier lugar de la Argentina”.
El escalado de la producción
Azzaroni explicó que para la etapa de escalamiento de la producción ya existen diálogos con actores privados que permitirían multiplicar la producción de la vacuna ArgenVac, una vez que se haya superado, o bien durante el transcurso de la fase de prueba en humanos a gran escala (Fase 3).
“Los ensayos de fase clínica cuestan miles de millones de dólares y el privado tiene capacidad de producir la vacuna”, explicó Azzaroni, aunque afirmó que “si bien son incipientes los diálogos, están bien encaminados”.
“La idea es ingresar en la fase clínica acompañados de un privado con la intención de armar un consorcio público-privado donde el ámbito público desarrolle la vacuna y le transfiere la tecnología al ámbito privado”, le dijo Azzaroni a Periferia.