Periferia

29 de Junio de 2020

Erica Carrizo: “La pandemia ofrece condiciones inéditas para aplicar el enfoque de políticas por misión”

La Directora Nacional de Proyectos Estratégicos del Ministerio de Ciencia, dialogó con Periferia sobre las políticas orientadas por misión, el enfoque con el que la cartera responde a la pandemia. ¿De qué se trata este enfoque que convoca a los científicos por fuera del paper?

La Directora de Proyectos Estratégicos del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, Erica Carrizo, dialogó con Periferia sobre enfoque de gestión de políticas con el que la cartera está actuando ante el avance de la pandemia, y que explica gran parte de las soluciones científicas y tecnológicas que están emergiendo en universidades, institutos y organismos de ciencia y tecnología.  

Se trata de las llamadas “mission oriented policies“, tal como se las denomina en Europa, donde este modelo ya representa el 40% de los fondos de promoción de la innovación. 

En una entrevista ofrecida a Periferia en octubre de 2019, el actual presidente de la Agencia I+D+i, del Ministerio de Ciencia, Fernando Peirano, aseguraba que “hay cosas que el mundo está haciendo que no hemos incorporado, como por ejemplo trabajar en base a misiones“, que puede complementar el sistema netamente “ofertista” que existe en Argentina, “donde hay una agencia que abre ventanillas en función de una serie de instrumentos y eso implica que viene el investigador o el empresario con una idea, que el Estado la evalúa y financia si le parece correcto”. 

Las “misiones”, implican, por el contrario, que “el Estado define un problema, un desafío, y estructura un trabajo entre el sector público y privado para resolverlo”, explicaba Peirano. 

En ese momento, cuando la pandemia de coronavirus era aún inimaginable, Peirano explicaba a Periferia que “en el ámbito de la Salud, el Ambiente o la Energía tenemos oportunidades enormes de implementar esta forma de trabajo de misiones orientadas que podrían hacer que el Ministerio logre ser mas transversal y que logre involucrar presupuestos de otros ministerios, que es la mejor manera de hacer crecer la inversión pública en I+D”.  

Lo paradójico es que así sucedió meses mas tarde, y en una coyuntura que no podía ser prevista.  

Erica Carrizo, le explicó a Periferia de qué se trata este enfoque de las políticas orientadas por misión, con el que la cartera científica está haciendo frente a la pandemia, y que movilizó el desarrollo y la producción de gran cantidad de iniciativas científicas y tecnológicas, desde respiradores, tests de diagnóstico, protectores faciales, productos de aplicación en prendas, desarrollos con luz ultravioleta, generados desde universidades, institutos y organismos de ciencia y tecnología, para responder con soluciones científicas y tecnológicas al avance del Sars Cov 2. 

Esta modalidad está ganando terreno en el campo científico y tecnológico latinoamericano, y promete generar resultados capaces de resolver problemas socioeconómicos y ambientales estratégicos“, explica Carrizo en esta entrevista. 

Para que las iniciativas basadas en este paradigma puedan realmente impactar a nivel social, económico o ambiental, deben partir de problemas reales imposibles de contener en un paper“, asegura Erica Carrizo, en esta nota 

La especialista en políticas de ciencia, tecnología e innovación, y actual Directora Nacional de Proyectos Estratégicos del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación explica de qué se trata.  

Periferia: ¿Qué son las políticas orientadas por misión? 

Erica Carrizo: Son políticas que tienen una meta o misión muy clara motivada por un problema de interés social, económico o ambiental propio de un contexto territorial específico que puede ser global, nacional, provincial, municipal o comunitario. Articulan una gran diversidad de sectores, instituciones e instrumentos de gestión, y se ejecutan a través de proyectos estratégicos que deben generar resultados concretos en intervalos de tiempo muy definidos: corto, mediano o largo plazo. 

Estas políticas pueden ser de dos tipos: amplias o focalizadas. Las amplias se proponen la transformación de sistemas que buscan resolver desafíos complejos, como pueden ser la emergencia habitacional o el hambre. Las focalizadas, en cambio, son aquellas que tienen un objetivo científico y/o tecnológico bien definido, como puede ser el desarrollo de un test de diagnóstico o una vacuna que son claves para resolver un problema puntual como puede ser la detección o la cura de una enfermedad. Estas últimas, pueden concentrarse en diferentes fases: investigación básica, investigación aplicada, desarrollo tecnológico, introducción al mercado, aplicación social, etc. o bien implementar un modelo mixto. 

P.: ¿Cuáles son los ejemplos de estas políticas en el mundo? ¿Existen antecedentes en la Argentina? 

E.C.: Estas iniciativas no son nuevas, los países centrales y del Este Asiático las vienen implementando desde el momento en que se originan las políticas de ciencia y tecnología en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Muchos de los desarrollos científicos y tecnológicos asociados a la emergencia de la industria informática, la energía nuclear, la biotecnología, etc. siguieron este modelo de gestión. El Programa Apolo cuya misión era pisar la superficie lunar, suele ser citado como un ejemplo de proyecto estratégico que corporizó una política orientada a una misión y que fue muy importante en la historia del sector espacial mundial.  

A su vez, este modelo se viene aplicando en diversos programas de la Unión Europea como Creando una Europa Innovativa (2006), Fundamentos para la Investigación Europea (2007), Economía basada en el conocimiento (2009), Horizonte (2020), etc. que han estado trabajando temas como el envejecimiento poblacional, las energías renovables, las ciudades inteligentes, la prevención y el tratamiento temprano del cáncer, etc. Son programas que promueven políticas sustentadas en una concepción eurocéntrica, es decir, motivada en la configuración que toman estos problemas en esos países que no es precisamente la que necesitamos en América Latina porque nuestros problemas tienen otra forma. En Argentina, también tenemos antecedentes en este campo, el problema es que no contamos con tantos estudios de caso que caractericen estas experiencias y nos permitan mostrar y aprender de sus resultados. Por mi parte, tuve la suerte de doctorarme gracias a una investigación que focalizó dos iniciativas que podemos asociar a políticas orientadas por misión: el Proyecto CAREM orientado  al  desarrollo  de una  planta nuclear de baja potencia capaz de generar energía eléctrica y los satélites geoestacionarios ARSAT-1 y 2 orientados a ofrecer servicios de comunicación satelital a la Argentina y a otros países del continente americano. Los test de diagnóstico de COVID-19 desarrollados recientemente en nuestro país, también pueden entenderse como el resultado de una política orientada a una misión, que aprovechando las altas capacidades científicas y tecnológicas con las que contamos en este sector, pudo focalizar e impulsar desarrollos que hoy están siendo fundamentales en la gestión de la pandemia porque permiten diagnosticar a las personas infectadas. 

P.: ¿Cuáles son los “cuellos de botella” de las políticas orientadas por misiones? 

E.C.: En primer lugar hay que aclarar que hoy este modelo es una tendencia global, todo el mundo está hablando de él, y el contexto pandémico ofrece condiciones inéditas para revitalizar y aplicar este enfoque. En América Latina y la Argentina, el tiempo dirá si esto quedará en la historia como una moda pasajera, como lo fueron las perspectivas y experiencias inspiradas en el “modelo lineal” o “el sistema nacional de innovación”, o bien si será capaz de alimentar iniciativas que mejoren la realidad socioeconómica y ambiental de nuestros pueblos. Desde mi punto de vista, el principal “cuello de botella” que debemos identificar y trabajar rápida y molecularmente para no caer en más de lo mismo, es el metodológico. Así como desde hace varios años se vienen multiplicando los trabajos académicos y de los organismos multilaterales basados en este enfoque, lo que faltan son ejes metodológicos orientativos. La razón es muy sencilla, no existe una metodología universal que podamos aplicar para el impulso de este tipo de iniciativas, y hasta ahora a nadie se le ha ocurrido salir a vender con lujo de detalles este negocio, la “receta”, pero hay que prestar atención porque todo puede pasar y podemos seguir comprando paquetes que ya sabemos en qué terminan: intentar meter en un zapato taco aguja la pata de un elefante. No por casualidad, los países más poderosos dan muy poca información de cómo impulsan esto. Lo cierto es que para que las iniciativas basadas en este paradigma puedan realmente impactar a nivel social, económico o ambiental, deben partir de problemas reales imposibles de contener en un paper, libro, documento gubernamental o conferencia magistral, ni de ser garabateados por instituciones centralizadas o especialistas académicos. La única manera de identificar y conocer estos problemas es pateando el territorio, por lo que quienes trabajan los temas vinculados a la ciencia y la tecnología en las provincias, municipios y comunidades deben jugar un rol clave en esto. Pero con identificar estos problemas no alcanza porque a partir de ellos, además, se necesitan diseñar e implementar políticas, y proyectos científicos y tecnológicos estratégicos que las motorizarán, mediante esquemas organizativos capaces de integrar no sólo las misiones y objetivos a alcanzar, sino también los contextos territoriales de aplicación, las escalas temporales en las que deben desarrollarse, los sistemas e indicadores necesarios para su monitoreo, y finalmente, la evaluación de sus resultados e impactos. Lo innovador de este enfoque es que si la misión no se cumple, y para confirmar esto hay que monitorearla y medirla al final del proceso, fracasa. Es decir, no hay lugar para la historia sin fin. Afortunadamente, se trata de un modelo que para que termine en algo debe gestionarse de modo solidario, responsable y colectivo, o bien no será nada. La post pandemia, nos demostrará si aprendimos o no a trabajar de esta otra manera.  

Erica Carrizo, de perfil

Además de coordinar la Dirección de Proyectos Estratégicos, Erica Carrizo se desempeña como Investigadora del Centro de Estudios de Historia de la Ciencia y la Técnica “José Babini” de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) hasta 2019.

Estudió sistemas biológicos en sus inicios académicos. Fue becada por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y el entonces Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación (MINCYT) y realizó la Maestría en Política y Gestión de la Ciencia y la Tecnología (UBA). Allí, se doctoró en Ciencias Sociales. 

Erica Carrizo investiga el recorrido de los últimos 30 años de políticas de ciencia, tecnología e innovación en la Argentina y América Latina. Ha sido coordinadora del “Programa de Estudios sobre el Pensamiento Latinoamericano en Ciencia, Tecnología y Desarrollo” (PLACTED) del ex MINCYT, y coordinó el “Programa de Ciencia, Tecnología e Innovación para el Desarrollo Sustentable” (CITIDES), de la Secretaría de Gobierno en Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación hasta 2019.

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