Periferia

27 de Febrero de 2020

Era Macri: en la UNSaM, el 41% de los científicos se “autofinanciaron” para poder investigar

Una investigación antropológica registró el impacto de la política científica del macrismo sobre la práctica de 30 laboratorios y centros de investigación de la Universidad Nacional de San Martín. Recursos propios y préstamo de equipamientos entre colegas, las "estrategias" contra la caída del 50% del presupuesto. La entrevista con María Soledad Córdoba, una de las coordinadoras del proyecto.

Antropólogas del Programa “MundoInnova” de la Universidad Nacional de San Martín (UNSaM), realizaron un trabajo durante tres años, que registró la magnitud del impacto que la política científica del gobierno de Mauricio Macri tuvo sobre la comunidad científica de esa casa de altos estudios.  

El trabajo, una investigación etnográfica coordinada por la antropóloga, María Soledad Córdoba, y la investigadora y tesista de MundoInnova, Karen Azcurra, se propuso registrar la percepción que los investigadores de 30 centros de investigación y laboratorios de la UNSaM, tuvieron entre los años 2015 y 2019, sobre la situación presupuestaria en sus ámbitos de trabajo. 

Los resultados arrojaron un panorama caracterizado por el recorte y retraso de desembolsos de subsidios para investigar, insumos inalcanzables por la devaluación, dificultades para asistir a congresos y reuniones científicas nacionales e internacionales, complicaciones para publicar resultados y para divulgar avances y deterioro de los materiales de trabajo, en un universo donde el 96% del financiamiento proviene del sector público.  

Todo lo anterior, en un contexto insólito en el que investigadores e investigadoras relatan que una de las prinicipales estrategias de resistencia al desfinanciamiento que vivió el sector durante el gobierno de Cambiemos, es el uso de sus ahorros. 

Periferia entrevistó a María Soledad Córdoba, una de las coordinadoras del proyecto que fue presentado, en noviembre del año pasado, en el III Congreso Argentino de Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología, en Mar del Plata.  

P.: ¿Cómo surge la idea de hacer este estudio en la UNSAM? 

M. S.C.:En primer lugar, Karen Azcurra, una de las tesistas del programa de investigación MundoInnova que coordino, estaba realizando un trabajo de campo etnográfico desde 2017 en un laboratorio ubicado en el campus Miguelete de la UNSAM, y comenzó a observar cambios concretos tanto en las rutinas y prácticas del laboratorio como en la conformación y en las preocupaciones del equipo de trabajo. Por ejemplo, la directora estaba dedicada casi full time a la obtención de fondos para sostener el laboratorio; tenían dificultades para reponer insumos y materiales de investigación o para reparar o comprar equipamiento; el laboratorio perdió un doctor que había formado, quien al no obtener su beca postdoctoral migró al sector privado y redujo la carga horaria de una investigadora que quedó fuera de la carrera de investigador científico en CONICET.  

En segundo lugar, me tocó muy de cerca ver cómo un colega docente, ingeniero en agrobiotecnología, formado y becado durante cinco años por la universidad pública y con el deseo y la motivación de trabajar en su país, se encontraba buscando una plaza en el extranjero después de un año de estar trabajando ad honorem y sin expectativas de conseguir un puesto en investigación. Esta situación me sensibilizó en lo personal y, al mismo tiempo, veías por los medios las manifestaciones y las tomas del MINCyT donde había muchos otros y muchas otras en la misma situación que mi colega.  

Volviendo a la UNSAM, en su trabajo de campo, Karen venía registrando desde 2017 cómo la política científica nacional modificaba lo que sucedía concretamente en el laboratorio, y eso llevó a que nos preguntemos cómo estarían impactando las mismas medidas en el resto de los laboratorios y centros de investigación del Campus Miguelete. Así fue que, durante todo el 2019, comenzamos a recoger información estructurada con un cuestionario que respondieron 30 de los 97 centros de investigación de la universidad, y luego completamos y profundizamos esa información realizando entrevistas en profundidad con referentes institucionales de todas las unidades académicas. 

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María Soledad Córdoba, antropóloga e investigadora de la Universidad Nacional de San Martín (UNSaM).

P.: Además, estaba el contexto social de reclamos que fueron paulatinamente intensificándose, en tu opinión ¿hubo algún momento más crítico? 

M. S.C.: Sí, yo creo que un golpe durísimo para la investigación fue en 2018, cuando las vacantes para ingreso a carrera de investigador científico (CIC) por temas estratégicos se redujeron a la mitad respecto a 2017 (de 600 a 300) y a más del 60% respecto a 2015 (de 840 a 300). Al mismo tiempo, comenzaron a retrasar o directamente cortaron los desembolsos de las cuotas de los subsidios para proyectos de CONICET, es decir, los investigadores dejaron de recibir dinero para hacer investigación y no obtenían respuesta alguna de parte del organismo. Lo que nos transmitieron los investigadores en las entrevistas que realizamos fue que entre 2018 y hasta junio de 2019 subsistieron en un escenario de incertidumbre completa, sin respuestas de parte del Estado e intentando sostener como podían las actividades de sus equipos de trabajo. El tema del adeudamiento del pago de cuotas y el retraso de los desembolsos de los subsidios a los proyectos de investigación no es menor, de hecho, es una causa importante de la disminución del presupuesto de los laboratorios y centros. La consecuencia directa es que, en el momento de contar efectivamente con el dinero, el monto que reciben no les alcanza para ejecutar el proyecto debido al proceso inflacionario o de devaluación del peso, sobre todo para los laboratorios cuya investigación necesita de insumos dolarizados o para los equipos cuya base de la producción de conocimiento es el trabajo de campo en territorios alejados de la sede de trabajo. 

Las universidades nacionales absorbieron parte del golpe, dado que se les pidió que incorporaran como docentes a parte de los investigadores afectados por el recorte en CONICET. Pero esta medida, si bien permitió a los afectados obtener una posición institucional, fue como mínimo insuficiente, porque los salarios de los docentes universitarios (así como también los de becarios e investigadores científicos) estuvieron muy por debajo de la inflación, casi congelados, durante el período 2016-2019. 

P.: ¿Que conclusiones obtuvieron respecto a la percepción de los entrevistados, al momento de consultar sobre la variación del presupuesto? 

M. S.C.: La percepción de los/as investigadores sobre la variación del presupuesto ?en términos reales? (es decir, considerando la inflación) con el que contaron entre 2016 y 2019 para llevar adelante la investigación, resultó negativa. La amplia mayoría, el 73,3% de los/las encuestados/as, resaltó una disminución del presupuesto de su laboratorio/centro de investigación. En cuanto a la percepción de la magnitud de la merma, para la mayoría de los investigadores fue sustancial. En términos cuantitativos, la disminución la perciben como mayor al 50% de su presupuesto respecto a 2015. En otras palabras, al momento de ser encuestados o entrevistados, estos laboratorios y centros de la universidad estaban sosteniendo sus rutinas de investigación con menos del 50% de los (ya escasos) recursos financieros con los que contaban en 2015. 

P.: ¿Cuales fueron las dificultades y problemas que los entrevistados manifestaron al referirse a su labor cotidiana o rutina de investigación?  

M. S.C.: Pudimos relevar información sobre impactos concretos en las actividades de investigación. La amplia mayoría de los/las encuestados/as señalaron más dificultad para organizar o asistir a congresos y reuniones científicas. Esta cuestión fue también explicitada durante la instancia de entrevistas, donde resaltaron la importancia de la movilidad para la investigación, para difundir los resultados, dialogar con otras comunidades y grupos, tanto dentro del país como fuera. Otra dificultad señalada de manera significativa fue la reparación y/o la compra de equipamiento, seguida por el problema de la compra de insumos y realizar trabajo de campo.  

Los investigadores también indicaron en la mitad de los casos, la dificultad de publicar los resultados de sus investigaciones, lo cual afecta más específicamente al área de las ciencias experimentales a causa del publication fee -el costo de la publicación en revistas científicas, casi siempre en dólares-; y divulgar sus resultados en acciones hacia la comunidad como la organización de talleres y otras actividades de transferencia y divulgación científica. 

P.: – ¿En qué cargos se desempeñaban los investigadores dentro del laboratorio, al momento de ser entrevistados? 

En su mayoría, quienes respondieron la encuesta o quienes entrevistamos, recubrían un rol de dirección y coordinación de un equipo o centro de investigación. El 70% eran Jefes y Jefas de laboratorio o Directores y  Directoras de los centros de investigación al momento de ser entrevistados. Los restantes eran becarios y becarias doctorales, postdoctorales e investigadores sin cargo directivo; en estos casos realizamos las encuestas personalmente verificando que se tratase de laboratorios o centros con un número de integrantes muy bajo (entre 2 y 10 personas), de manera tal que, quienes respondieron, podían garantizar un conocimiento cotidiano de la situación global del grupo de trabajo del que formaban parte. 

P.: ¿De que origen es el financiamiento de los proyectos de investigación en los que trabajaban los investigadores consultados? 

S.C.: Al responderte esta pregunta queda evidenciado la magnitud del impacto de una política científica caracterizada por el ajuste y la ausencia de inversión. De los 30 laboratorios y centros de investigación que conseguimos indagar, 29 estaban financiados por el Estado, tanto en la forma de subsidios para proyectos concretos (a través de distintos fondos y agencias y/o secretarías públicas) como en la forma del pago de salarios a los propios investigadores o becarios de investigación (a través de CONICET). El Estado es el actor de mayor peso en el financiamiento de la investigación de los laboratorios y centros del Campus Miguelete de la UNSAM: el 63,3% de los/las encuestados/as afirmó sostener su actividad de investigación exclusivamente con financiamiento público. En menor medida o con menor peso, aparecieron actores privados (empresas, ONGs, etc.) y actores internacionales (proyectos o redes científicas internacionales), sosteniendo la investigación, en distintas combinaciones junto al actor estatal. Y el recurso al financiamiento internacional,. si bien es una fuente muy codiciada entre los investigadores, su obtención es altamente competitiva y por tanto, menos accesible. 

P. – ¿Con qué estrategias “reemplazaron” los investigadores la merma de la inversión para sostener su actividad? 

M. S.C.: Yo creo que esto fue lo más interesante que surgió del estudio. Porque aportó información concreta acerca del quehacer científico en laboratorios y centros de investigación de una universidad pública argentina. Aportó respuestas a la pregunta que nos hacíamos ¿cómo hacen para sostener las actividades de investigación con menos de la mitad de un presupuesto que ya es bajo? De acuerdo a lo que los investigadores mismos señalaron, la estrategia que aparece como la más utilizada resultó ser el desembolso de fondos propios (destinan parte de su salario o financian con su tarjeta de crédito hasta que les llega el subsidio) o el uso de equipamiento personal (como una computadora o equipos de baja complejidad). En efecto, el 41% de los investigadores afirmó que financiaba viáticos, pequeñas compras de materiales, insumos o la publicación de papers en revistas científicas con su propio salario. Sin ir más lejos, Karen y yo cubrimos la presentación de este estudio en un congreso científico en Mar del Plata con fondos personales

Otra estrategia que utilizan, y que nos pareció sumamente interesante, es establecer y sostener lo que llamamos “redes de solidaridad científica”. Estas redes pueden ser locales, orientadas a abastecerse de insumos faltantes (en baja cantidad) o al uso o préstamo de equipamiento; y/o globales, orientadas a abastecerse de una mayor cantidad de insumos para la investigación, de asegurarse la cobertura de los gastos de publicación o viáticos para la asistencia a congresos científicos internacionales. Las redes de solidaridad locales ponen en juego la modalidad del “préstamo solidario” de insumos y equipamiento a la manera de “hoy por mí, mañana por tí”, es decir, establecen cadenas de reciprocidad entre los grupos de trabajo (dentro y fuera de la universidad en la que trabajan) que les posibilitan sostener la actividad, aunque de manera limitada al corto plazo. 

P: ¿Querrías agregar alguna otra cosa?

Sí, quisiera agradecer a todos los investigadores  y a todas las investigadoras que participaron del estudio y que nos brindaron su tiempo respondiendo mails, cuestionarios y recibiéndonos en sus lugares de trabajo para responder nuestras preguntas. 

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