¿Cómo era el sistema educativo en Ecuador, antes de la llegada de Correa al gobierno?
El tema de la Educación superior en Ecuador no estaba en la esfera pública, se tenía una universidad de elite, de distinción, para los hijos del Poder. En Ecuador la Educación era de élite y nosotros la recuperamos como un Derecho. Propusimos que en Educación tiene que garantizarse la gratuidad hasta el tercer nivel, y esto fue un cambio tremendo porque a diferencia de lo que pasaba en el resto del mundo nosotros podíamos implementar una agenda progresista en el sentido de la democratización del acceso a la Educación superior. Cuando terminó la gestión de Rafael Correa, 7 de cada 10 personas que empezaba la universidad era primera generación. Se cuadruplicó la matrícula entre las personas que integran el 40% más pobre de Ecuador, es decir, entre los indígenas y afroecuatorianos. Nosotros sabíamos que no puede haber un cambio estructural si no se apuesta a la Educación superior, la Ciencia y la Tecnología. Cuando llegamos al gobierno uno de cada diez ecuatorianos quería ir a la Universidad. Con nuestra propuesta recuperamos la idea de la Educación como un Derecho. En los últimos 20 años se habían entregado 240 becas para estudiar en la universidad, y nosotros en 5 años entregamos 20 mil y ofrecimos incentivos para que los profesores terminen sus doctorados y maestrías. Pero además mejoramos el salario.
¿Y hoy que está pasando en Educación y Ciencia con la gestión de Moreno?
En Ecuador hoy se está hablando de volver a arancelar las universidades, planteando desde los medios el tema de la viabilidad. El gobierno de Lenin Moreno intentó bajar 140 millones de dólares del presupuesto y una movilización de estudiantes lo impidió. En Ecuador hubo una traición a la población, que apostó por una continuidad de lo que nosotros delineados. Lo más complicado de nuestras economías es romper el rentismo, que en nuestro caso es primario. Entonces para qué necesitas ciencia y tecnología si lo único que buscas es renta. Por eso los gobiernos de derecha desmantelan los cambios en la estructura productiva enfocados en la incorporación de ciencia y tecnología. Lo que está volviendo ahora a Ecuador es el retorno de procesos de acumulación bajo las formas históricas, tradicionales.
¿Cómo evaluás hoy la agenda latinoamericana de ciencia y tecnología?¿Cuál es el rol político de la ciencia hoy?
No apostar a la ciencia es tener una postura política. Eso es querer mantener una estructura productiva conservadora, con los mismos ganadores y perdedores. En los últimos lustros hubo un intento de gobiernos progresistas para transformar las estructuras productivas, sin embargo, creció la participación de investigadores en la ciencia mundial, aumentó la inversión en ciencia y tecnología. Lamentablemente hubo una reversión de lo que siguieron los gobiernos progresistas y eso es un problema muy grave porque se pierde mucho de la capacidad instalada que existía. Si bien se invirtió mucho más en educación superior no hubo un acoplamiento entre esa política y la política productiva y la de propiedad intelectual. Para que el sector productivo invierta en conocimiento científico tiene que haber una sinergia y una articulación donde el Estado es fundamental. Lo mínimo de cualquier desarrollo tecnológico viene de una inversión deliberada del sector estatal, ahí hay una articulación y una sinergia donde el Estado juega un rol fundamental. En la mayoría de países que han dado un salto cualitativo en términos de desarrollo el Estado ha empujado las inversiones. En América latina hay un extractivismo infocognitivo, y los gobiernos de derecha de acá preparan el camino para que se dé eficientemente ese extractivismo (de los desarrollados). Los países desarrollados tienen políticas deliberadas para llevarse nuestro capital infocognitivo, nuestros investigadores. La salida por derecha para ciencia y tecnología acá es preparar las condiciones para que se pueda dar esa apropiación privada, la transferencia de la información y el conocimiento que nosotros producimos a los países desarrollados.
¿Cuan receptivo es el sector privado en América latina a invertir en ciencia y tecnología?
Uno de los graves problemas de América latina, a pesar de su gran cantidad de recursos y riquezas, es la cultura rentista en nuestras economías. Eso es todo lo contrario de lo que hacen las empresas que quieren liderar en los mercados, apuestan 15 o 20% de su utilidad a ciencia, tecnología e innovación. Al sector productivo le interesaba que existiera una asociación que capacitara en nivel tecnológico a sus trabajadores, pero invertir en ciencia no les interesaba. Es necesario incentivar la ciencia y tecnología. Auspiciamos que las tesis doctorales sean desarrollos tecnológicos. Se necesita que el motor de la transformación sea la Educación superior y la inversión en ciencia. Los gobiernos de derecha generan desincentivos y pocas expectativas. En Ecuador se logró que la inversión en ciencia sea una política de Estado.