Periferia

17 de Noviembre de 2020

El futuro del empleo y los nuevos perfiles laborales

El cambio tecnológico vuelve a situar a Argentina en la encrucijada cíclica de ser "testigo" o "coprotagonista" del desarrollo. ¿Qué lugar tendrá el trabajo?. El análisis de Alberto Briozzo, para Periferia.

Estamos transitando una Revolución Tecnológica que genera un cambio de paradigma en numerosas actividades humanas, entre ellas las vinculadas a la transformación del sistema productivo y a las relaciones laborales. La denominada “Industria 4.0” tiene como base el manejo de enormes cantidades de datos (big data), la inteligencia artificial basada en redes neuronales, además de un proceso de robotización y reemplazo de las actividades rutinarias. 

Desde la primera Revolución Industrial, la tecnología viene destruyendo puestos de trabajo, pero en general de manera equilibrada generando empleos, posibles gracias a esos avances. Ahora estamos en presencia de un cambio de naturaleza exponencial, donde la robotización y la inteligencia artificial amenazan con una rápida destrucción de empleos.  

Ante esta situación, vemos que el problema teórico de la crisis del trabajo adopta varias formas, aunque desde una mirada neoliberal e individualista se la ha querido reducir a una de ellas: la del fin del trabajo, acompañada de prospectivas apocalípticas de masivas destrucciones de empleos que ocurrirían en un lapso de 5/20 años. 

Además, instalan este concepto en el “sentido común” de la sociedad, con un amplio despliegue en las redes y con decenas de películas interpretadas por actores famosos en las cuales, en todos los casos, los humanos “salimos perdiendo”. Una vez conseguido esto, opera como fundamento de la precarización laboral, que en algunos casos  vemos en la denominada Economía de Plataformas, con “trabajadores a pedal” a quienes algunos llamaban “monotributistas” y en algunos casos, emprendedores. 

En el último cuarto de siglo, hemos vivido además una relegación de la centralidad del trabajo frente al Capital como fuente de valor, y a una consolidación del Capital Financiero especulativo como fuente de grandes riquezas, sin vínculos con la producción. 

Ante esta situación, nos deberíamos preguntar: ¿Seremos testigos, coprotagonistas, beneficiaros o víctimas de un cambio tecnológico perturbador? La historia nos enseña que las inequidades y la explotación que generaron los cambios tecnológicos desde la primera revolución industrial no se resolvieron atacando esos cambios, sino redireccionándolos a partir de las luchas sociales (el sindicalismo) y desde la política (el llamado “Estado de Bienestar” del siglo XX). 

Por lo tanto, el punto de partida es un proyecto político de desarrollo con inclusión, teniendo en claro un concepto clave: la tecnología produce desempleo allí donde no se produce tecnología. Se pueden construir satélites con ARSAT, empleando a más de mil ingenieros y teniendo a 240 PYMES proveedoras, o se puede construir un parque eólico en Jujuy (“el más grande de Latinoamérica”), como hizo el anterior gobierno, comprado llave en mano y sin ningún componente nacional. 

Si planteamos un modelo de desarrollo de la economía real frente al negocio especulativo, seguimos reivindicando al trabajo como uno de los medios esenciales, aunque no el único, de integración a la sociedad. Esto también implica el reconocimiento y la adopción inteligente de las nuevas tecnologías, y la incorporación de una nueva cultura laboral, la del trabajo en equipo y colaborativo. 

Este modelo necesita de objetivos muy concretos, vinculados entre otras cosas, a una Educación que genere respuestas ante los cambios exponenciales de la Revolución Tecnológica y a la identificación de aquellos perfiles laborales que serán más demandados en los próximos años, tanto por los cambios tecnológicos como a los vinculados a la gestión de las empresas. 
 
Mg. Alberto Briozzo 
Diputado Nacional (Mandato Cumplido). 
Autor de la ley de promoción de la Industria del Software 

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