*Por Rolando González-José
El jueves 11 pasado, en la Sede de ATE Capital, nos dimos cita científicxs y tecnólogxs de distintas instituciones, convencidos de que sólo un triunfo rotundo de la fórmula Fernández/Fernández en las próximas PASO y generales de este año será la puerta para un modelo de país donde el desarrollo económico y humano se apalanque en el sistema de conocimiento e innovación nacional. Ahondar en los motivos de ese convencimiento tan fuerte ya es baladí: el tándem Macri – Barañao fue efectivo no sólo en asfixiar el sistema científico y tecnológico nacional, sino en brindar argumentos falsos para justificar el ajuste.
Ya mucho se ha dicho sobre los mecanismos que usó el Macrismo para atacar la generación de conocimiento Argentino: disminuciones presupuestarias, dilación en la designación de actores disidentes, detención de proyectos estratégicos, apertura indiscriminada de importación de tecnologías en detrimento de la producción tecnológica nacional, y retraso salarial de todo el sector. Renombrados colegas del país y del exterior han alertado tan claramente sobre lo peligroso de este ajuste y lo falaz de los argumentos con que el Macrismo lo justifica, que pasaremos a otra fase de la discusión. Y es la fase del ?vamos a volver, pero mejores?, que Alberto y Cristina dejaron claro como Norte de la campaña.
Desplegar las capacidades del sistema científico
El “volver mejores”, en materia de ciencia, tecnología e innovación, puede metaforizarse con la figura de un abanico. Los primeros abanicos no sólo fueron usados para aliviar el calor corporal, sino para separar la cascarilla de los cereales, la paja del trigo, o avivar el fuego hogareño. En el Antiguo Egipto eran circulares y rígidos, de una pieza, y luego evolucionaron a los abanicos desplegables que usamos hoy en día. Desplegables y avivando el fuego, es una certera metáfora para el “volver mejores”, en lo que refiere a ciencia y tecnología. Volver mejores implica desplegar toda la capacidad del sistema, la que ya conocemos y la potencial y escondida, para avivar el fuego del desarrollo económico y social de nuestro país. Analicemos en qué podría consistir la apertura del abanico.
Un Estado inversor de riesgo
En primer lugar, es necesario recuperar la vitalidad de los proyectos estratégicos que el país puede exhibir gracias al esfuerzo articulado de vastos sectores del sector público y el privado. Como mencionó el Diputado Salvarezza el jueves al cerrar el encuentro, se trata de esos proyectos que no sólo cuentan con la participación notoria de un primer cordón del conocimiento, allí donde están los laboratorios del CONICET y las Universidades Nacionales, sino también con un segundo cordón que incluye al INIDEP, el INTA, el INTI, el INA, es decir organismos que trasladan el conocimiento básico a aplicaciones concretas, y un tercer cordón más virtuoso aún, donde habitan las empresas de base tecnológica como INVAP y ARSAT, y también las PyMES que brindan productos y servicios como FADEA o Astilleros Río Santiago, que se nutren del conocimiento generado por el sector público y, en definitiva generan puestos de trabajo de calidad y duraderos.
El “anillado” que explica Salvarezza resume la estrategia que los países desarrollados han sabido impulsar: un Estado inversor de riesgo en materia tecnológica, que al ocupar sectores del mercado tecnológico genera el ecosistema para el florecimiento de empresas mixtas o PyMES orbitando en torno a ese sector.
Los países del capitalismo periférico o tardío, como menciona Eduardo Dvorkin, requieren indefectiblemente de una decisión política para que el Estado capitanee esos proyectos estratégicos. Los sectores nuclear, satelital, y del software, entre otros, son sólo un puñado de ejemplos de cómo nuestro país ha sabido poner en funcionamiento un modelo económico, cultural, y social, que le ha servido a las potencias del norte para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Habrá que reflexionar con esmero si en determinados campos de la producción el sector privado será remolón o timorato para la inversión innovadora en sectores estratégicos, y decidir la creación de empresas estatales para no perder el tren histórico en materia tecnológica.
El Reino Unido decidió crear en 2013 “Genomics England”, una empresa 100% estatal, con el objetivo de ocupar a mediano y largo plazo la investigación básica que hoy deriva en la producción de medicamentos y terapias de base poblacional, es decir aquellos que fueron específicamente desarrollados para ajustarse a las características genéticas y de estilo de vida de la población británica. En la misma línea, en nuestro país, la iniciativa PoblAr busca la creación de un Centro de Referencia Genómico Poblacional, destinado a potenciar la investigación biomédica tanto en el sector público como en el privado. La creación de nuevos INVAPs y ARSATs será tarea, entonces, para la vuelta mejorada.
No obstante la importancia de una fuerte presencia estatal en el impulso a esos sectores estratégicos, es importante abrir más aun el abanico y llegar a otros, en pos de superar los avances realizados entre 2003 y 2015. Así por ejemplo, “volver mejores” debe incluir que la economía popular también se apropie de los beneficios de la ciencia y la tecnología. Intervenir en cadenas de valor de economías regionales a través de innovaciones que permitan una certificación que agregue valor a los productos, o independice a los pequeños productores y cooperativistas de los fijadores de precios concentrados es, también, abrir el abanico. Un ejemplo a replicar y reforzar más aun es el de los pescadores artesanales norpatagónicos. Contribuir desde la biología y la ingeniería pesquera al manejo responsable de los recursos, y desarrollar plantas de procesamiento transportables, de bajo porte, y con la tecnología necesaria para certificar sus mariscos, por ejemplo, es lograr la potenciación económica del sector, pues se altera la cadena de valor virtuosamente desviándola del circuito de fijación de precios que ejercen las grandes pesqueras.
Asimismo, es precisa una visión federal en la distribución de recursos humanos y materiales del sector. Las lógicas de crecimiento del aparato científico no siempre han estado diseñadas, al menos parcialmente, por las demandas socioeconómicas de las distintas regiones del país. Por si fuera poco, esas demandas son dinámicas y en un punto impredecibles. Por lo tanto, trabajar en la renovación de los instrumentos que el sector científico utiliza para diagramar la presencia territorial, como los Centros Científico Tecnológicos del CONICET, los Centros Regionales de INTA, o las Facultades Regionales de la UTN, por citar sólo unos pocos ejemplos, es clave para una mejor interconexión del sistema de conocimiento y una mayor velocidad y versatilidad a la hora de atender demandas regionales.
Los años del macrismo
El sector ha sufrido cuatro años de transferencia de recursos: en los presupuestos Macristas, la función Ciencia y Técnica ha sido rapiñada junto a otros sectores del estado con el fin de derivar fondos a la fuga de capitales y pagos de intereses de la deuda. No podremos volver mejores sin una recuperación de las condiciones salariales a todo nivel, de los gastos de funcionamiento, y de los subsidios a la investigación. El personal administrativo del CONICET en sus escalafones iniciales, así como muchos becarios, están hoy por debajo de la línea de pobreza, lo que ha transformado a nuestras instituciones en un ambiente expulsivo de profesionales valiosos y motivados. Nuevas políticas de recursos humanos adaptadas a la realidad laboral actual serán también necesarias: si el Estado quiere retener determinados perfiles profesionales para investigación, deberá pensar estímulos concretos para volverse atractivo ante el paisaje salarial que ofrece el sector privado en disciplinas como la bioinformática, las bioingenierías, etc. La política de repatriación también requiere una revisión, donde además de repatriar a los jóvenes científicos se refuerce la cooperación con aquellos investigadores argentinos que no volverán por cuestiones de arraigo familiar, pero que gustosamente integrarían redes de cooperación afincadas en instrumentos específicos de cooperación.
Un lugar para las ciencias sociales
Las Ciencias Sociales, estigmatizadas e insultadas por Macri y Barañao, serán pieza clave del abanico abriéndose, para que los debates profundos que nuestra sociedad atraviesa puedan nutrirse de las montañas de información que los laboratorios sociales generan desde larga data. Como graficó en el encuentro del jueves el Director del CONICET por las Ciencias Sociales, Mario Pecheny, el debate por la despenalización del aborto, las políticas de derechos humanos, económicos, sociales y culturales, la redacción de códigos y normativas en materia de reproducción asistida, la des-estigmatización de minorías étnicas, sexualidades disidentes, o religiosas, la actualización de currículas educativas a todo nivel, los condicionantes sociales de la salud de la población, las pautas de consumo, y un larguísimo etcétera, son materia de discusión social que, en lugar de caer en falsas polarizaciones, necesitan hoy más que nunca el aporte de quienes analizan estos fenómenos sociales complejos y sumamente actuales.
En esa línea, las condiciones macroeconómicas que deja el Macrismo, de extrema carencia en materia de divisas externas, deberá abrir más el abanico, pues forzará una discusión en torno a cómo organizar las industrias extractivas, capaces de generar un ingreso rápido de dólares, sin entrar en conflicto con el manejo responsable y soberano de los recursos naturales. Esta asignatura pendiente del período 2003-2015 no deberá soslayarse si queremos volver mejores.
Cerca de las PASO
A un mes de las PASO, los científicos tenemos que salir a militar y convencer a esa franja de la sociedad desengañada con las políticas del neoliberalismo Macrista. La micro-militancia de hormiga, puerta a puerta, también nos convoca a nosotros. Pero en épocas de terraplanismo y antivacunas, la mera exhibición de curvas y gráficos que respalden el modelo de país que nos imaginamos no será suficiente. El jueves se habló de tomar al movimiento feminista como ejemplo de mística militante, que además de contar con argumentos de empiria pura que respaldan sus luchas, apela a símbolos y a valores bien arraigados en lo popular. Cuando el dato duro no convenza a nuestro interlocutor, apelemos a las imágenes que nos sensibilizan. Así como el pañuelo verde ya es un ícono, que lo sean también los paneles solares del ARSAT, o un buque oceanográfico capeando un temporal en el Atlántico Sur, o la pureza de un laboratorio de biología molecular donde investigadores viejos y becarios jóvenes investigan terapias antitumorales. La ciencia y la tecnología deben volver a ser uno de los pilares que nos definan como Nación. Porque el dato duro indica que ese es el camino, pero además porque algo en el pecho nos retumba y nos indica que así debe ser. Es preciso abrir el abanico al máximo, y soplar las brasas en el corazón de la Patria para volver, mejores.
“No podemos decir que un país sea culto ni tenga gran adelanto porque cuente con tres, cuatro o diez sabios y hombres cultos, mientras el resto es mudo y torpe rebaño de ignorantes. La cultura del pueblo está en que aun cuando no poseamos ningún hombre extraordinariamente culto, tengamos una masa popular de una cultura aceptable. Por eso hemos establecido entre nuestros objetivos que tanto la cultura como la ciencia son elementos al servicio del pueblo y esgrimidos por las manos del pueblo.
Queremos una cultura popular, queremos que cada uno de nuestros hombres disfrute y haga ejercicio de ella, porque entonces tendremos una ciencia argentina al servicio del pueblo argentino, que es lo único que justifica la cultura y justifica la ciencia”.
General Juan Domingo Perón, 8/10/1952
Del discurso de inauguración de la Universidad Obrera Nacional (hoy UTN).
*Rolando González-José I Investigador del CONICET
Director del Instituto Patagónico de Ciencias Sociales y Humanas (CONICET, Puerto Madryn) .