Periferia

10 de Noviembre de 2020

Ya son casi 1.500 los científicos que piden dejar sin efecto la validación del trigo transgénico HB4

La carta abierta denuncia que el paquete tecnológico desarrollado en Argentina acelera el uso intensivo de agrotóxicos, causa daños ambientales y sociales y no resuelve los problemas de la alimentación.

La Carta Abierta lanzada por un grupo de investigadores e investigadoras el 24 de octubre, para reclamar al Gobierno que deje sin efecto la validación del trigo transgénico HB4, desarrollado en Argentina, triplicó sus adhesiones, y ya obtuvo el respaldo de unos 1500 científicos de todo el país. 

La aprobación, del paquete tecnológico se dio el 9 de octubre y generó que Argentina sea el primer país en producir trigo resistente a la sequía y tolerante al herbicida glufosinato de armonio, HB4.  

Se trata del primer trigo transgénico del mundo anunciado a principios de octubre para su cultivo en el país, y que el Gobierno aguarda que Brasil lo admita, dado que es el comprador del 45% de las exportaciones argentinas de este cereal.   

“Esta autorización remite a un modelo de agronegocio que se ha demostrado nocivo en términos ambientales y sociales”, denuncia la carta acompañada por casi 1500 científicos y científicas, que denuncian que es “el causante principal de las pérdidas de biodiversidad, no resuelve los problemas de la alimentación y amenaza además la salud de nuestro pueblo”.  

Para los y las firmantes “existen evidencias acerca de las consecuencias negativas que producen los modos y los paquetes tecnológicos usados actualmente en la producción agrícola en Argentina, en Latinoamérica y en varios países centrales, especialmente en Estados Unidos”.  

Por ello recalaron en los daños ambientales y sanitarios han sido publicadas en revistas científicas internacionales y denuncias que fueron impulsadas por comunidades, trabajadores de la salud y movimientos sociales de nuestra región.   

“Es indudable que el actual modelo productivo hegemónico de la agroindustria, concentra capital, profundiza la desigualdad económica y social, genera el deterioro de la salud de las comunidades y de los ecosistemas y acelera la pérdida de biodiversidad, amenazando la seguridad alimentaria y dejando a su paso territorios devastados ambiental y socialmente”, sostienen los investigadores e investigadoras.   

Por eso subrayan que “los principales daños que está produciendo este modelo se deben al uso intensivo de agrotóxicos ya que la práctica de la siembra directa con semillas transgénicas y barbecho químico actualmente está concentrando la mayor demanda de glifosato y otros agrotóxicos”.   

En tal sentido remarcaron que “la agricultura basada en el uso de organismos genéticamente modificados (OGM), tolerantes a diversos herbicidas selecciona a las malezas resistentes que proliferan, lo cual obliga a aumentar las dosis, a realizar mezclas de múltiples activos y a su vez recurrir al consumo de nuevos herbicidas más potentes”.   

Argentina con la tasa más alta del mundo de uso de agrotóxicos  

En Argentina, actualmente se usan más de 525 millones de kg/litros de formulados de agrotóxicos por año (alrededor de 12 litros por habitante, la tasa más alta del mundo), esparcidos en miles de millones de litros de caldos de aplicación.   

En tal sentido, la autorización del trigo resistente al glufosinato de amonio implicará aumentar aún más ese volumen, que de por sí resulta exorbitante.   

“El glufosinato de amonio es un herbicida que, mirado desde la seguridad alimentaria según FAO, es 15 veces más tóxico que el glifosato, ampliamente cuestionado y prohibido en muchos países por su toxicidad aguda y sus efectos neurotóxicos, genotóxicos y alteradores de la colinesterasa”, denunciaron los científicos y las científicas.  

Es que el uso es letal para organismos que contribuyen naturalmente a mantener la dinámica de los agroecosistemas: arañas, ácaros, artrópodos depredadores, mariposas y otros polinizadores y microorganismos del suelo.   

Mas fumigaciones y alimentos con herbicidas  

Los científicos, advierten que “la incorporación del trigo transgénico incrementaría la frecuencia de las fumigaciones, extendiéndolas durante todo el año”, y no ya como ahora que las fumigaciones masivas con agrotóxicos se circunscribían a las temporadas de primavera y verano.  

“Hasta el momento, el uso del paquete tecnológico estaba particularmente asociado al cultivo de soja, maíz y algodón, cultivos principalmente vinculados a la producción de granos para forraje y aceites. El trigo, en cambio, es la base de la alimentación de las y los argentinos, ya que con él se elabora el pan y gran parte de nuestros alimentos que están basados en sus harinas”, explicaron los firmantes.   

Por eso, alertaron que “a partir de esta autorización, el trigo HB4 tendrá residuos de glufosinato al igual que las harinas y sus derivados, es decir, habrá glufosinato en alimentos básicos de consumo diario. Dado que en Argentina no hay ley de etiquetado de transgénicos, toda la población estaría expuesta a su ingesta en la dieta diaria”.   

Por otro lado denunciaron que la reconfiguración de la producción hacia la agricultura de mercado y la producción de commodities basada en precios internacionales “han llevado a un avance descontrolado de la frontera agrícola en las últimas décadas para ampliar las áreas de cultivo en nuestro país”.   

“Los desmontes masivos de bosques nativos, la devastación de áreas de alta susceptibilidad como el monte chaqueño y las yungas en Salta, la desecación de humedales y actualmente los incendios extensivos que destruyen ecosistemas naturales en 14 provincias son distintas caras del mismo modelo que a su vez potencian sus consecuencias negativas en los escenarios actuales de cambio climático”, consideraro los investigadores.  

“Esta expansión avasalla a las poblaciones rurales, campesinas y comunidades de pueblos originarios, generando la ruptura de entramados sociales, pérdida de infraestructura rural, expulsión de población, y concentración de la propiedad de la tierra y los beneficios que se obtienen de ella, dejando como saldo una invaluable pérdida de saberes y prácticas, de diversidad cultural, biodiversidad y degradación de ecosistemas”, denunciaron.   

Entre las casi de 1.500 firmas reunidas hasta ahora se encuentran la de especialistas como Alicia Massarini (biología evolutiva); Damián Verzeñassi (salud socioambiental); Santiago Sarandón, Walter Pengue y Claudio Lowy (agronomía y agroecología); Matías Blaustein (biología molecular); Guillermo Folguera (ciencias biológicas y filosofía); Damián Marino (química ambiental), María Elena Zaccagnini, Bibiana Vilá y Alejandro Giraudo (biodiversidad); Cristina Pérez Coll y Rafael Lajmanovich (ecotoxicología); Ignacio Bocles (embriología); Haydé Pizarro, Irina Izaguirre y Antonio Brailovsky (ecología). 

La carta completa en: https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSdTo1jknneG9sVf_AVwADRxSbaUrsg6SaY-BmPtQCguCl15Wg/formResponse  

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