El doctor en Química e investigador del CONICET, especializado en el área de Conservación, Ambiente y Sustentabilidad del organismo científico, Damián Marino, se refirió a la validación por parte de la Administración Nacional de Medicamentos y Tecnología Médica (ANMAT) al trigo resistente a la sequía, anunciada en agosto, por el gobierno nacional.
“Venimos de un historial de transgénicos en Argentina muy fuerte. El consumo de plaguicidas de multiplicó un mil por ciento”, dijo Marino, con respecto a la iniciativa resultante de un desarrollo del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR) y la empresa biotecnológica Bioceres.
“Muchos le están diciendo no al trigo transgénico, incluso en Brasil”, dijo Marino, y comparó el desarrollo con el paquete tecnológico aplicado a la siembra de la soja transgénica.
“En el año 96 cuando se aprueba el paquete tecnológico de soja, decían que venía a ser una solución al hambre y al no uso de plaguicidas, y hoy nos damos cuenta que eso fue sólo un relato porque las hectáreas de cultivo se extendieron, el consumo de plaguicidas se multiplicó un mil por ciento y las consecuencias socio-ambientales han sido de deterioro los últimos 20 años”, argumentó Marino.
La validación de la ANMAT a la producción de trigo transgénico HB4 ya había sido rechazada por unos mil quinientos científicos y científicas del organismo y unas 30 universidades nacionales por “el peligro que representa el agroquímico asociado sobre uno de los productos esenciales para el consumo alimenticio, como es el pan”.
En la carta, difundida por Periferia, los investigadores e investigadoras firmantes de diferentes áreas de trabajo e investigación de nuestro país se pronunciaron en adhesión para que el Gobierno nacional deje sin efecto la aprobación del 9 de octubre, del trigo resistente a la sequía y tolerante al herbicida glufosinato de amonio, HB4.
Marino aseguró que “no está en discusión el trabajo de los investigadores que lo han hecho con las herramientas técnicas y científicas disponibles y es parte de tener un sistema científico y tecnológico nacional muy activo pensando en la soberanía de la cultura de investigación y de la ciencia”, pero se sumó al reclamo y aseguró que “un sistema transgénico, como el del trigo, es importante preguntarse, primero, si es necesario transformarlo en un producto comercial. Segundo si está todo acorde a normativas y tecnología actuales”.
“Pensar en el trigo es pensar en la cultura Argentina”, agregó Marino, y advirtió que “Argentina se convertiría en el primer país del mundo en comercializar trigo transgénico”.
Por otra parte, el docente del área ambiental la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata, aseguró que “con trigo agroecológico también generaríamos divisas y muy buenas”.
Por último consideró que “tendríamos que estar discutiendo qué políticas de Estado hacemos para conservar suelos”, y agregó que Argentina es uno de los mayores productores desde el punto de vista orgánico “porque tenemos capacidad, tenemos suelos, por eso es que el modelo de producción, y cae el trigo como parte de esto, y lo que nos cuesta importar insumos químicos (agroinsumos) para este tipo de modelos (unos 3 mil millones de dólares al año), uno dimensiona si esto es necesario”.
“Con respecto al trigo la propuso sólo un área del Estado, pero no se tuvieron en cuenta todas las miradas y construcciones que tiene esta temática, hay muchas dimensiones acá y la voz de la sociedad es importantísima, estamos ante una catástrofe ambiental”, alertó el investigador y concluyó que “el ambiente nos está gritando”.