A inicios de la pandemia del COVID-19, el veloz y repentino incremento de la demanda barbijos N95 a nivel global, así como de otros elementos de protección para el personal sanitario, superó la posibilidad de ser abastecida de forma inmediata, lo que generó escasez de este recurso fundamental. Este tipo de barbijos, que no se fabrican en la Argentina, llevan su nombre debido a que técnicamente permiten pasar tan solo a un 5% de las partículas, mientras el 95% restante o más quedan atrapadas en sus capas filtrantes. Amén de la gran utilidad de los N 95 para evitar los contagios de enfermedades infecciosas que, como el COVID-19, se transmiten por vías áreas a través de los aerosoles, tienen la limitación de ser elementos descartables que deben desecharse tras ocho horas de uso.
A partir de las necesidades que generó la pandemia de COVID-19 en la Argentina y en el mundo, pero con la intención de brindar respuestas a una problemática sanitaría que excede al SARS-CoV-2 y a lo ocurrido durante 2020 y 2021, especialistas del CONICET en distintos institutos llevan adelante un proyecto que apunta a alargar la vida útil de los barbijos N95, a partir del diseño de una técnica de desinfección segura que permita su reutilización entre tres y hasta diez veces. El proyecto dirigido por Luciana Ghermandi, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA, CONICET-UNCo), fue uno de los seleccionados en la convocatoria Proyectos Federales de Innovación 2021 (PFI 2021), lanzada por Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación a través del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología (COFECyT). La selección estuvo a cargo de la Agencia Río Negro Innova, dependiente del Ministerio de Gobierno y Comunidad de la provincia patagónica.
Del proyecto también participan, Mario Moreno, investigador del CONICET en el Instituto de Nanotecnología Nodo Bariloche (INN-Nodo Bariloche, CONICET-CNEA), Diego Libkind, investigador del Consejo y director del Instituto Andino Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geoambientales (IPATEC, CONICET-UNCo), y Marcelo Giménez, científico de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Además, algunos de los ensayos se realizarán en sedes del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).
Desarrollo de un protocolo de aplicación sencilla para la desinfección de barbijos N95
El proyecto consiste en someter barbijos N 95 a temperaturas lo suficientemente altas como para inactivar virus y bacterias, pero no tan altas como para que las telas plásticas de los N95 pierdan su capacidad de filtración.
“Es importante destacar que las técnicas que queremos desarrollar son para desinfectar a los barbijos y no para esterilizarlos, dado que justamente la esterilización, que es una práctica común en clínicas y hospitales, requiere del uso de temperaturas más altas, que degradarían las propiedades filtrantes de los N95”, destaca Ghermandi. De todas formas, la investigadora subraya que la desinfección no requeriría del uso de un instrumental nuevo, sino que se podría llevar adelante con las mismas estufas y hornos que se usan para esterilizar otros elementos de protección, con las que ya cuentan muchas clínicas y hospitales y en cuyo manejo ya está entrenado el personal de salud. “Sólo habría que regularlos a temperaturas más bajas”, indica.
Lo que se buscará evaluar, a través de diversos ensayos con calor húmedo y seco, es si efectivamente mediante temperaturas más bajas que la requeridas para la esterilización se consigue inactivar tanto a virus como a bacterias, y si al mismo tiempo se preservan las capacidades filtrantes de las capas que componen al barbijo. Mientras las esterilizaciones de otros materiales que utiliza el personal de salud se realizan a 120°, en los ensayos se probará qué sucede si somete a las telas de los barbijos N95, previamente inoculadas con virus o bacterias, a temperaturas cercanas a los 80°.
“Hay tres necesidades importantes que se pretenden cubrir con este proyecto. En primer lugar, aumentar la disponibilidad de barbijos N95, al poder reutilizarlos entre tres y diez veces. Por otro lado, se busca reducir parte de los costos y de la erogación de divisas que implica la compra e importación de estos insumos que no se producen en nuestro país. Pero además del beneficio sanitario y económico, la posibilidad de alargar la vida útil de los N95 también trae aparejado un beneficio ambiental, dado que los barbijos al considerarse residuos patógenos no pueden ser reciclados, sino que deben reprocesarse. Es decir, deben quemarse, lo que además de implicar un costo económico, dado que se trata de un servicio que prestan algunas empresas especializadas que trabajan con hospitales, genera contaminación ambiental”, explica Moreno.
El producto final al que se apunta es la elaboración un protocolo con especificaciones técnicas claras y sencillas que hagan factible su utilización en hospitales y clínicas públicas y privadas del país.
“Es importante aclarar que la posibilidad de desinfectar y reutilizar los barbijos no implica que vayan a poder intercambiarse, ya que se trata de elementos de exclusivo uso personal”, señala Moreno.
Los ensayos
Los experimentos para poner a prueba la inactivación viral se realizan en INTA Hurlingham. “Es el único lugar del país en el que se realizan este tipo de ensayos. Ellos no trabajan SARS-CoV-2 humano porque es muy peligroso, pero si con un virus canino de la misma familia que tiene el mismo tamaño, que es lo que hay que tener en cuenta. Por ahora hicimos pruebas con calor seco y verificamos que a temperaturas que oscilan entre los 75° y los 80° el virus efectivamente se inactiva. Tenemos que ver qué ocurre cuando utilizamos calor húmedo”, señala Ghermandi.
Por otro lado, los ensayos de inactivación bacteriana tienen lugar en el IPATEC. “Nosotros estamos convencidos de que, si a una determinada temperatura se mueren los virus, también se van inactivar las bacterias, pero de todos modos tenemos que hacer la pruebas, no podemos presuponer nada”, indica la investigadora.
Las pruebas para evaluar si los barbijos conservan su capacidad de filtración tras ser desinfectados se realizan en el INTI Textiles, en donde se cuenta con un flamante equipo que permite medir el nivel de eficiencia del filtrado de las telas de los barbijos N95, de acuerdo a la norma NIOSH que se utiliza para certificar la capacidad de filtración de estos barbijos en los Estados Unidos. Estos ensayos consisten en bombardear a los barbijos con partículas de una solución salina que tienen un tamaño promedio de 0,075 micrones y luego cuantificar el porcentaje de partículas que atraviesa las capas filtrantes del barbijo. “En América del Sur, el único equipo para realizar este ensayo es el que está en el INTI Textiles”, señala Moreno.
Los ensayos realizados en varios modelos comerciales de barbijos N95 han demostrado que luego de ser sometidos a ciclos acumulativos de calor seco, entre 5 a 10 ciclos, preservan de manera muy satisfactoria la capacidad filtrante. Estos resultados promisorios, junto a los de inactivación viral, constituyen avances importantes para que los protocolos diseñados se encuentren dentro de un margen de seguridad que haga más factible su implementación práctica.
Además de testear la capacidad de filtración de los barbijos en el INTI, se realizará un segundo experimento de filtrado en el laboratorio del Departamento de Seguridad Nuclear de la CNEA, que dirige Marcelo Giménez. “En este laboratorio se realizan pruebas de la eficiencia de filtrado de diferentes telas a través del bombardeo de partículas calibradas de poliestireno, que también tienen un tamaño del orden de los micrones. Aunque se trata de una metodología diseñada para telas de uso social y quirúrgico, nosotros queremos sumar esta prueba para estar totalmente seguros”, indica Ghermandi.
“Todas estas pruebas conforman una base de información técnica de relevancia a los fines futuros de elaborar un borrador de norma o de procedimiento de crisis que permita la implementación de los protocolos de desinfección de barbijos N95, de manera segura y bajo la conformidad de las autoridades sanitarias competentes”, agrega Moreno.
Para finalizar, el investigador destaca que, aunque el proyecto fue concebido en un principio para su aplicación en la Provincia de Río Negro, donde viven e investigan la mayoría de los científicos que lo llevan adelante, “es importante señalar los alcances, impactos y beneficios que podría tener su proyección a nivel nacional”.
Por Miguel Faigón, para CONICET