Hace unas semanas surgió un debate en twitter a partir de un comentario de una directora de becaries que pedía sanciones a quienes renunciaban a las becas antes de terminar la tesis. Más allá de analizar casos o situaciones individuales, existen algunos elementos objetivos que permitirían explicar por qué un becario o becaria abandona la beca antes de terminar la tesis. En este sentido, el comentario sirve como disparador para debatir algunas de las condiciones objetivas que permiten explicar esta conducta. Entre ellas, la evolución de los ingresos de les becaries e investigadores.
El contexto en el que se desarrollan las becas
Antes de ingresar en el análisis de la variable salarial como uno (no el único) de los factores condicionantes de estas renuncias, se pueden mencionar otros elementos que configuran el contexto en el que se desempeña el becario o becaria.
Hoy, Argentina cuenta con 90.747 investigadores e investigadoras de carrera, y unos 11 mil becarios y becarias. En volumen representan el 12 por ciento de quienes hacen investigación científica en el país. Así lo registró el último informe 2021, de la Dirección Nacional de Información Científica del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.
En primer lugar, un becarie es un graduado universitario formado que utiliza la beca para especializarse y profundizar su formación. Este elemento que parece obvio no lo es así dentro de la vorágine del sistema ya que la respuesta del CONICET ante los reclamos de mejores condiciones de contratación es que los becarios están en formación y por ende no pueden tener condiciones equiparables a las de otros trabajadores. Por eso al ingreso monetario que perciben se lo llama estipendio y no salario. La diferencia no es menor, porque el estipendio es un pago en negro, sin aportes jubilatorios y, hasta hace algunos años, sin obra social.
El argumento de que están en formación y por eso no pueden contar con condiciones laborales dignas también se diluye ya que les becaries no se dedican únicamente a estudiar en su maestría y/o doctorado. Es decir, no es una beca de estudio. Además de aprobar los seminarios y las tesis de los posgrados que hagan, sus tareas también incluyen escribir ponencias para Congresos y artículos para revistas científicas nacionales e internacionales a la par de los investigadores de carrera. Incluso, en algunas ocasiones, también dirigen tesis de grado o maestría. En la medida en que el ingreso a carrera es cada vez más exigente, para ganar el concurso para consolidarse como investigador/a en algunas comisiones se exigen más de 15 artículos publicados en revistas nacionales o internacionales. En consecuencia, las exigencias de los becarios y becarias son similares a las de los investigadores. No es sólo una beca para cursar un posgrado.
A las exigencias laborales se le suma, en algunas ocasiones, abusos por parte de algunos directores o directoras. Existen casos en que les becaries son utilizados por sus directore/as para tareas administrativas, para escribir artículos que firma el director/a, sin que existan mecanismos de reclamos efectivos dentro de la institución. Claramente esto no sucede en el 100% de los casos, pero sottovoce dentro de la “comunidad” circulan los comentarios de este tipo de situaciones por parte de algunos directores/as.
En suma, se trata de un mecanismo que puede convertirse en hostil para con trabajadores y trabajadoras formados con título universitario y, en algunos casos, de maestría. En este sentido, quizá sea momento de discutir si les becaries no deberían tener un contrato por tiempo determinado (por el período de cinco años que dura la beca) con aportes jubilatorios y obras social.
Deterioro salarial
A lo recientemente narrado, se le suma el deterioro del poder adquisitivo desde 2015 que, si bien en 2020 mostró un cambio de tendencia y una mejora sensible, todavía está alejado del nivel máximo alcanzado. En febrero de 2022 la beca doctoral del CONICET que se paga en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires alcanzó los $88.020 y arribará a $92.000 en abril de 2022. Al comparar este valor con el último dato de la canasta de pobreza que en febrero se ubicó en $85.700 se advierte que el ingreso de un becarie es equivalente a la línea de pobreza. Esto no quiere decir que los becaries están al límite de estar en situación de pobreza ya que esta canasta es para una familia tipo de cuatro personas, pero sí es un indicador relevante para hacer comparaciones a lo largo del tiempo. En efecto, en diciembre de 2015 los becaries ganaban 23% más que el valor de la canasta mientras que el gobierno de Mauricio Macri dejó el gobierno con un valor de la beca que era 25% inferior a la línea de pobreza.
El importante aumento del 50% de los ingresos de becarios y becarias el mes previo al inicio de la pandemia permitió una importante recuperación durante el primer semestre del año, que los investigadores no obtuvieron y ocasionó un deterioro notable hasta inicio de 2021. Tomando como referencia la relación con la canasta básica, mientras en diciembre de 2015 el salario de un investigador asistente era equivalente a casi dos canastas básicas, en enero de 2021 era apenas 3% superior a este indicador. La política salarial del año pasado con aumentos del 20% en la jerarquización adicionales a la paritaria nacional, permitió duplicar el salario nominal hasta febrero de 2022. Estos aumentos por encima de la evolución de precios explican que en la actualidad el salario de un investigador asistente sea un 44% mayor a la línea de pobreza. Esta recomposición de los ingresos, que marca un sensible cambio de tendencia de la política respecto del anterior gobierno, todavía está lejos de los niveles de 2015.
¿Reciben una remuneración acorde a la calificación y exigencia?
Pero retomando la discusión sobre las intenciones de penalizar a los becarios y becarias que renuncian al estipendio antes de terminar la tesis, cabe realizar algún comentario adicional. El sistema de CONICET es de dedicación exclusiva. Esto quiere decir que no se pueden tener otros ingresos laborales, con la excepción de una renta simple de docencia. Sin embargo, como se advierte, la exclusividad no va de la mano de un ingreso acorde a la exigencia y el grado de calificación ya que los ingresos de la beca orillan la línea de pobreza. Lamentablemente, no existen datos de salarios registrados del sector privado provenientes del Sistema Integrado Provisional Argentino (SIPA) que permita tener la certeza de cuál es el nivel salarial promedio de los graduados universitarios en Argentina. Sin embargo, se puede realizar una comparación a partir de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC. Si bien es un valor que surge de una declaración en una encuesta que tiende a subestimar los ingresos de los sectores de mayor poder adquisitivo, es un buen proxy para comparar el nivel salarial de los becarios y becarias. Según la información del tercer trimestre de 2021 de la EPH, el promedio salarial de un trabajador/a que hace tareas de calificación profesional fue de $ 114.668[1], mientras que en esos mismos meses un becarie del CONICET en CABA cobró $68.717, es decir, un 40% menos, o puesto a la inversa, el profesional gana 67% mayor a la beca del CONICET. Si en vez de tomar el estipendio de CABA se considera el promedio del país, este valor alcanza a los $72.635. Nuevamente, es un ingreso monetario muy alejado de lo que podría ganar un trabajador calificado por fuera del sistema de becas.
En consecuencia, más allá de casos particulares, antes de avanzar en sanciones hacia los becarios y becarias, sería bueno pensar en mejorar las condiciones objetivas en el que se desempeña el sistema científico nacional.
[1] Se puede consultar en https://www.trabajo.gob.ar/estadisticas/Bel/ingresos.asp#salarios.