Investigadores argentinos utilizarán este verano un prototipo de robot para la exploración en forma autónoma de los glaciares en la Antártida. Además, contarán con imágenes provistas por los satélites Saocom y una nueva generación de sensores.
Según precisó Sebastián Marinsek, ingeniero jefe del departamento de Glaciología del Instituto Antártico Argentino (IAA) y graduado de la Universidad Tecnológica Nacional, “en esta campaña antártica se desplegará el prototipo del robot para probar su movilidad sobre el glaciar y ver cómo se desenvuelve de forma autónoma, el funcionamiento de sus cámaras y cómo lo afectan la temperatura y la humedad”.
Se trata de una plataforma robótica con cuatro ruedas de tracción controlada, equipada con cámaras, sensores, un brazo y paneles solares.
Este verano, en el marco de la Campaña Antártica, realizará sus primeras pruebas operativas como parte de las mediciones que cada año se realizan en el glaciar Bahía del Diablo de la isla Vega, a 60 kilómetros al norte de la Base Marambio.
Su nombre técnico es “Robot de uso científico en el sector antártico” y es un proyecto de cooperación entre el IAA, la Universidad de la Defensa (UnDef), la Facultad de la Armada (FadARA) y la Escuela de Oficiales de la Armada Argentina (ESOA).
Marinsek afirmó que “junto con el equipo que se despliega todos los veranos en Bahía del Diablo irá un técnico que desarrolló el robot para supervisar las pruebas. La idea es ponerlo en modo autónomo y ver qué dificultades se pueden presentar si estuviera solo ahí”.
Además, estimó que “disponer de esta tecnología nos permitiría hacer algunas mediciones de forma autónoma durante todo el año”.
El prototipo dispone de una base que le permite alimentarse de energía solar. También podría estacionarse en caso de una tormenta y facilitar el estudio en lugares riesgosos sin exponer la vida de los operadores.
Marinsek remarcó “la cooperación con los organismos que apoyen con tecnología más avanzada para producir datos más precisos y detallados”.
Este año también se sumará al la Campaña Antártica un topógrafo del Instituto Geográfico Nacional para hacer las estimaciones sobre la dinámica de las grandes masas de hielo con equipos de alta precisión.
“También tenemos un acuerdo con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), que a través de imágenes producidas por los radares en banda L de los satélites Saocom nos permitirá medir deformaciones en la superficie de los glaciares y vincular estos datos con los que se generan en el terreno”, añadió el ingeniero.
La reducción de los glaciares y la suba del océano
El monitoreo argentino de los glaciares en la península antártica alcanza entre otros al glaciar Gourdon de la isla James Ross, ubicado a unos 30 kilómetros de Marambio; la barrera de hielos Larsen; el glaciar cercano a la Base Petrel en la isla Dundee, a 80 kilómetros al noreste de Marambio, y los cercanos a la Base Matienzo, a unos 180 kilómetros al sur de Marambio.
Marinsek señaló que “los glaciares tienen un ciclo como el del agua, cuando cae la precipitación en forma de nieve crece la masa de hielo, la cual después va desprendiendo partes producto del contacto con el agua que tiene una temperatura más cálida”.
“Hay rompimientos que forman parte de la vida habitual del glaciar, pero también hay procesos que podemos relacionarlos con el aumento de la temperatura en la Antártida”, explicó.
El aumento de la temperatura global causado por el cambio climático provoca la disminución constante en la masa de hielo de los glaciares antárticos, lo que podría derivar en un aumento significativo del nivel del mar si las grandes barreras flotantes dejan de contener a los glaciares afirmados sobre el continente.
El trabajo del especialista se centra en el estudio de los glaciares, en especial en el balance de las masas de hielo, su dinámica y la relación de estas con los efectos del cambio climático.
El riesgo que implica el aumento de la temperatura en la Antártida “es que las grandes barreras de las que se desprenden los icebergs se desprendan de la costa, porque dejarían de contener a los grandes glaciares que están afirmados sobre el continente antártico, y esto podría condicionar la vida en todas las poblaciones cercanas a las costas en todo el mundo”, advirtió.
“Si la temperatura sigue aumentando en la Antártida vamos a ver fenómenos de este tipo en las próximas décadas”, concluyó el ingeniero.