Investigadores de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) desarrollaron dispositivos al que denominaron “parches inteligentes” y que son capaces de diagnosticar una infección en un herida crónica. como las producidas por quemaduras o escaras en las personas que están mucho tiempo postradas, y al mismo tiempo suministrar antibióticos para curarla.
Estos dispositivos “son inéditos con estas características” explicó la dirección de medios de la UNT y se aplican, a este tipo de heridas que “no suelen tener buenos desenlaces ya que “cuesta mucho que cicatricen”.
Estas lesiones “suelen estar húmedas, lo que estimula el crecimiento de bacterias patógenas que forman un biofilm, que resulta casi impenetrable para los antibióticos orales o locales comunes”, detalló la UNT.
El parche cuyo desarrollo es financiado por esa universidad y el Conicet cuenta con un sensor que cuando absorbe la humedad de la herida cambia de color, con lo que los médicos, de esta forma, saben que se detectó el biofilm, que es una especie de capa producida por las bacterias, que impide la penetración de la medicación común en la herida.
La bioingeniera Rosanna Madrid, una de las directoras del proyecto, evaluó como beneficio principal del parche que “aporta a la pronta mejora de la herida y reduce la frecuencia necesaria para realizar la limpieza quirúrgica, ya que este tipo de limpieza suele lastimar el tejido sano del paciente”.
Sostuvo que al ayudar a la erradicación de la infección, también contribuye a una regeneración más rápida del tejido de la piel y a la curación completa de la herida.
El estudio se encuentra en etapa de laboratorio, en la cual se realizan ensayos con modelos de tejido artificial. Si las pruebas avanzan y se obtienen resultados positivos, entonces desarrollarán un prototipo para realizar testeos en animales de experimentación.
Luego de probar la eficacia e inocuidad de los parches, podrían comenzar las pruebas clínicas con pacientes.
“Queremos que estas investigaciones no se queden en el laboratorio ni en el paper, buscamos transferir esa tecnología a la gente” dijo Madrid.
Sin embargo, la profesional reconoció que los ensayos clínicos “suelen ser muy costosos para los investigadores del país, entonces suelen buscan aportes del sector privado o bien intentan adaptar la tarea del grupo de investigación para constituir una startup, que permita canalizar el proyecto”.
El becario doctoral del Conicet, Roberto Chaile, explicó que, en muchas ocasiones, aunque el médico limpie la herida “no llega a percibir el biofilm formado por los microorganismos patógenos” por lo que el médico conozca si su paciente tiene la herida infectada por el cambio de color del parche y que sepa con precisión cuál es el sector infectado, “le brinda información muy útil”.
Cuando el parche detecta la infección, libera una sustancia antibiótica justo sobre el biofilm, contó el investigador.
Y agregó que en el mercado “existen parches similares, pero liberan la medicación sobre la herida completa, sin discriminar la parte infectada de la sana. Eso puede resultar contraproducente porque el antibiótico puede dañar las células sanas que el paciente necesita para recuperarse”.
Ambos científicos coincidieron en que la principal limitación de la investigación radica en el proceso de fabricación de los polímeros, que actualmente resulta laboriosa y se necesitaría mucha cantidad de material para poder escalar la producción. y que además, el parche se limita hoy a su uso en heridas superficiales.