La Universidad Nacional de Cuyo y el Ministerio de Economía y Energía de la provincia firmaron un convenio que incluye el desarrollo de aeronaves no tripuladas para realizar trabajos de prevención de fenómenos meteorológicos, en la región.
Como parte del acuerdo, la universidad comprometió la participación de investigadores, docentes y estudiantes de las facultades de Ciencias Aplicadas a la Industria (FCAI) y de Ingeniería Mecánica e Ingeniería Química, desde el Parque Científico-Tecnológico de la universidad.
Tras el encuentro, las autoridades de la UNCuyo explicaron que desde la Facultad de Ciencias Aplicadas a la Industria se pueden generar los químicos que se utilizan para combatir las nubes, y desde la carrera de Ingeniería Mecánica, el desarrollo de las aeronaves.
Hoy, la Provincia cuenta con un equipo encargado de disipar las tormentas de granizo y así resguardar la producción vitivinícola de daños. Esa es una de las labores de los aviones que “rompen” las nubes y facilitan la precipitación en forma de agua generando un doble beneficio: resguardar la producción y generar agua, en una provincia con inconvenientes históricos ligados a la escasez del recurso.
En el Aeropuerto Internacional “El Plumerillo” de Mendoza, sobre la plataforma del Hangar 7, funciona el centro de operaciones de la lucha antigranizo (LAG), el equipo que con tecnología de radares realiza el control del fenómeno climático que afecta al sector productivo regional.
Cabe destacar que entre los meses de septiembre y abril, Mendoza registra un promedio de 5600 tormentas, de las cuáles sólo un 11% ?unas 600- ocurren sobre los tres oasis productivos que tiene el territorio mendocino: el Oasis Norte, formado por los ríos Mendoza y Tunuyán Inferior; el Oasis Centro o Valle de Uco, a partir del río Tunuyán Superior; y el Oasis Sur, que tiene su origen en los ríos Diamante y Atuel.
En promedio, en cada temporada ocurren 116 días con tormentas, de los cuales 54 corresponden a días con tormentas severas sobre áreas cultivadas, algo que representa una verdadera amenaza al sector productivo puesto que la vid es el cultivo más afectado porque representa el 50% de la superficie cultivada en los tres oasis de la Provincia y el 50% restante se compone de frutas de carozo, verduras y hortalizas.
El proyecto de la UNCuyo
El proyecto, que va en el mismo sentido, además, apunta a la vinculación con actores del sistema científico-tecnológico y productivo, explicaron los representantes de la UNCuyo.
“Nuestra facultad, desde el área de Extensión y Vinculación, y el rectorado, siempre generamos vínculos para aportar asistencia y solucines de diversa índole, y contamos con el apoyo para llevar adelante este tipo de proyectos que son vitales para el desarrollo de Mendoza y la región y que permiten demostrar el importante rol de la universidad en la sociedad”, afirmó Rogelio Di Santo, vicedecano de la FCAI, al medio local “Diario San Rafael”.
“Específicamente en este proyecto se incluye la creación de un sistema de vehículos no tripulados que sirven para el seguimiento, la advertencia, la prevención y el ataque de los fenómenos meteorológicos”, dijo Di Santo.
Di Santo explicó que “esta tecnología permitiría luchar contra el granizo y facilitaría la precipitación en grandes territorios no cultivados, y, de ser necesario, acelerar la precipitación en regiones de sequía, rellenos de cuencas de agua y embalses”, y sostuvo que “los objetivos perseguidos con esto son la mitigación de daños climáticos a un costo mucho menor, formación de recursos humanos, desarrollo de tecnología propia (plataforma, bengalas, etc) y exportar tecnología”.
El representante académico sostuvo que “además sería un complemento al actual sistema, que permitiría llegar a zonas en las que, por seguridad de los pilotos, no se puede operar, como en el Valle de Uco, dónde se trabaja con generadores de superficie”.
Di Santo agregó que “a futuro esto permitiría que nuestra provincia cuente con un sistema de aeronaves sin pilotos, y la creación de un servicio a gran escala para el seguimiento y la prevención de fenómenos meteorológicos, superando ampliamente los existentes en una relación entre eficiencia actual y el costo que ello conlleva, sumando, además, altos márgenes de seguridad en relación a los pilotos, que deben operar en condiciones climáticas extremas, muchas veces”.
Mendoza conoce la microfísica de las nubes
Mendoza ha desarrollado a lo largo de la historia, un Sistema de Mitigación por Daños de Granizo que incluye la lucha pasiva y la lucha activa y está basado en el conocimiento de la microfísica de las nubes y de los procesos que ocurren en un sistema convectivo.
Las tormentas pueden ser unicelulares, multicelulares o supercelulares. Las multicelulares y las supercelulares pueden llegar a organizarse de manera de configurar un sistema convectivo de mesoescala.
La tormenta unicelular está formada por una única celda y generalmente es de corta duración. Las tormentas multicelulares están formadas por varias celdas. Se trata de varias celdas de tormentas en distintos estados de desarrollo que interactúan entre sí. La duración de cada celda individual suele ser de alrededor de 30 o 40 minutos, pero todo el proceso puede durar varias horas.
Las supercélulas son estructuras tormentosas caracterizadas por una fuerte rotación de las corrientes ascendentes (mesociclones). La duración de una tormenta de este tipo es superior a una hora y suelen recorrer varias decenas de kilómetros. Pueden formar parte de un sistema de tormentas multicelulares.
Por último, los sistemas mesoscalares se definen como un área continua de precipitación en superficie con una extensión horizontal mínima de 100 km en alguna dirección. Puede dar lugar a todo tipo de tormentas, aunque mayormente son sistemas multicelulares.
Hacer competir al granizo
En el interior de la nube hay moléculas de vapor de agua, agua líquida, cristales de hielo y gotas de agua sobre enfriada (agua muy fría, por debajo de la temperatura de congelamiento pero aún en estado líquido). El agua sobreenfriada es algo que no ocurre en los congeladores hogareños pero es frecuente en la alta atmósfera.
Además, en la atmósfera existen microscópicas moléculas de polvo, sal, hollín u otros aerosoles que funcionan como núcleos de condensación: atraen el vapor de agua a su superficie y lo condensan. Dependiendo de la temperatura del ambiente, a medida que el vapor de agua va ascendiendo y encontrando temperaturas cada vez más frías, esa condensación puede ser a agua líquida (gota de nube) o directamente a sólida (cristal de hielo).
A medida que se desplaza, la partícula va colectando más y más gotas de agua sobreenfriada –que se congela instantáneamente–, y empieza a hacerse cada vez más grande. Aquí tenemos entonces, el embrión de un granizo.
La cantidad de vapor y agua sobre enfriada disponible dentro de la nube se distribuye de manera más o menos equitativa entre la cantidad de núcleos de condensación existentes. Ergo, si tenemos pocos núcleos de condensación, toda la sustancia disponible (agua en distintas fases) se distribuirá en menor cantidad de unidades de granizo pero de mayor tamaño.
La lucha activa antigranizo y la denominada Siembra de Nubes se basa en el principio de “competencia benéfica” mediante el aumento de la concentración de núcleos de condensación, inyectando núcleos de condensación artificiales de Yoduro de Plata (Agl).
Al aumentar esta cantidad, aumentarán los embriones de granizo y competirán entre sí por crecer en base al agua sobre enfriada disponible, con lo cual, el tamaño final del granizo será más pequeño.