Andrés Kreiner, físico e investigador de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CONEA), volvió a reclamar que el Estado invierta en la construcción de Atucha III, con tecnología CANDU.
Lo hizo durante la Cumbre Latinoamericana de la Industria Nuclear, realizada el 5 y 6 de diciembre, en la ciudad de Buenos Aires.
“La central CANDU es la mejor solución tecnológica, industrial y financiera para la Argentina en función de las capacidades de nuestro país para diseñar, construir y fabricar sus componentes?, dijo el presidente de la Asociación de Personal de la CNEA, en su exposición.
En tal sentido volvió a pedir la “inmediata construcción de Atucha 3 tipo CANDU con Agua Pesada de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP)”.
Cabe mencionar que la PIAP es la planta que provee componentes y refrigerante a las centrales atómicas de nuestro país, pero en la actualidad, por la discontinuidad de proyectos nucleares, atraviesa una grave crisis que derivó en despidos de su personal especializado.
La PIAP llegó a operar con 400 especialistas, ingenieros, investigadores y técnicos, pero en la actualidad, y tras el desfinanciamiento del sector, trabajan 104, de los cuales 44 tienen actividad que cobran en cuotas.
Ello marca la gravedad de la situación que atraviesa el sector por la discontinuidad de construcción de centrales nucleares. Kreiner se manifestó de esta manera al hablar sobre “El futuro de la tecnología nuclear. Industria y energía en Argentina”.
“El impacto socio-económico de una CANDU: es el proyecto que maximiza la generación de empleo, la fabricación nacional de insumos, de equipos y, al mismo tiempo, minimiza el gasto en divisas. Es exactamente lo que nuestro país necesita en este momento”, consideró Kreiner.
En diálogo con Periferia, el lunes de la semana pasada, Kreiner aseguró que “podríamos construir una CANDU en un 70% con recursos nacionales, moviendo el mercado interno, y las divisas, y el otro 30% China si ellos quieren” al entender que esa es la tecnología y el “know how” científico que el país domina desde hace cincuenta años, y que implica transferencia de conocimiento e impacto en el sector productivo local.