Periferia

22 de Mayo de 2021

Se separó de la Antártida un iceberg de 170 kilómetros de largo

Tiene 25 kilómetros de ancho y quedó a la deriva en el mar de Weddell. El Instituto Antártico Argentino sostiene que no hay riesgo a ecosistemas animales y al tráfico marítimo.

Un iceberg con una medida equivalente de 170 kilómetros de largo por 25 de ancho se separó de la banquisa de Ronne, en la Antártida, según imágenes de uno de los satélites del programa europeo Copernicus, anunció la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés). 

El iceberg bautizado A-76, de unos 170 kilómetros de largo por 25 kilómetros de ancho y una superficie total de 4.320 kilómetros cuadrados, quedó a la deriva en el mar de Weddell, según un comunicado de la agencia espacial. 

El ingeniero Sebastián Marinsek, jefe del departamento de Glaciología del Instituto Antártico Argentino (IAA), dijo que “los témpanos son parte de un proceso natural de la dinámica de los glaciares (o cuerpos de hielo) que están en contacto con el mar, océanos o lagos; este es un témpano de grandes dimensiones porque proviene de una de las barreras de hielo más extensas de Antártida”. 

“El desprendimiento de témpanos es habitual, porque es parte de la dinámica. Pero el tamaño de este en particular no es usual: no es el témpano más grande que se haya desprendido pero si es el más grande en existencia en la actualidad”, apuntó. 

Marinsek sostuvo que “este desprendimiento es parte del ciclo o dinámica normal de los glaciares. En algunos sitios puede haber una relación entre la mayor cantidad y el cambio climático. Pero en este caso en particular, debido a la ubicación, no está relacionado con el cambio climático, porque la zona no está siendo afectada en gran medida por el calentamiento climático”. 

“Este desprendimiento no tendría consecuencias en el futuro cercano, porque el témpano está lejos de cualquier sitio con actividad humana (la Base Argentina Belgrano II está a 600 kilómetros del lugar, y es la más cercana). Además, al estar la barrera de hielo en equilibrio hidrostático con el mar, el témpano también lo está y por lo tanto tampoco trae consecuencias para el nivel del mar”, indicó. 

El especialista subrayó que “estos procesos se vigilan mediante imágenes satelitales y sensores remotos, porque es un lugar inaccesible; utilizamos tanto satélites propios como satélites de programas espaciales de otros países”. 

“Es importante monitorearlos porque en caso que la deriva los lleve hacia zonas navegables, pueden afectar las actividades logísticas; si se acercan a sitios con colonias de animales, también puede afectar su normal transcurso de los ciclos naturales. Y por último, también se monitorean los cambios en el resto de las barreras de hielo, para ver si estos desprendimientos generan un cambio en su dinámica”, completó Marinsek. 

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