Periferia

14 de Noviembre de 2025

Un estudio señala que con Milei la inversión en ciencia alcanzó el nivel más bajo de los últimos 20 años

Un informe de FUNDAR apunta que existen capacidades científicas en áreas claves pero la inversión en I+D es baja "incluso para su nivel de desarrollo". El estudio completo.

Un informe elaborado por Paula Isaak y Juan O´Farrell*, publicado en el sitio ArgenData (FUNDAR), apunta que “la inversión en ciencia y tecnología en Argentina tocó su piso más bajo si se toman como referencia los últimos 20 años”.

La organización dedicada al estudio, la investigación y el diseño de políticas públicas “con foco en el desarrollo de una Argentina sustentable e inclusiva”, como sostiene en la presentación de su sitio web, señala que “en Argentina, la ciencia y la tecnología atraviesan una situación compleja”.

El estudio destaca que “si bien el país logró construir una base importante de capacidades científicas en varias disciplinas, invierte poco en investigación y desarrollo (I+D) comparado con los países desarrollados”, y que además “en el último año se desplomó la inversión pública en I+D: alcanzó el nivel más bajo en los últimos 20 años”.

¿Dónde estamos parados?

Desde FUNDAR señalaron que “la inversión en I+D es uno de los indicadores clave para entender la apuesta de un país por la innovación. En 2023, Argentina destinó el 0,55% de su PIB a estas actividades. Este porcentaje la ubica por encima de Chile (0,36%), Colombia (0,29%), México (0,27%) y Perú (0,16%). Sin embargo, está muy lejos del promedio mundial (1,95%) y del de los países de altos ingresos (2,66%)”.

Así, Argentina aparece por debajo del promedio de los países de ingresos medios, que invierten el 1,30% de su PIB. Incluso países con más pobreza que Argentina hacen esfuerzos de I+D superiores: India (0,65% del PIB), Brasil (1,15%) y China (2,6%).

“La baja inversión en I+D de Argentina tiene causas y consecuencias concretas. La insuficiente inversión pública en I+D y la baja inversión de las empresas se debe a varios factores, como la inestabilidad macroeconómica y su escasa vinculación con el sistema científico tecnológico. Las consecuencias son claras: el país innova poco e importa gran parte de las tecnologías. Esto limita el potencial de crecimiento de la economía y de generación de sectores tecnológicamente complejos con empleo de alta calidad”, consideran.

El Estado es el principal financiador de la I+D en Argentina, mientras que las empresas tienen un rol menor

El principal motor del financiamiento a la investigación en el país es el Estado. “El sector público explica el 56,3% de la inversión total en I+D. Las empresas, en cambio, aportan el 42,1%”, apuntan.

Este patrón es muy diferente al de las economías más innovadoras del mundo. En Estados Unidos, las empresas ejecutan el 78% del gasto en I+D; en Israel, el 93%, mientras que en Japón y Corea del Sur, cerca del 80%. En países europeos como España o Reino Unido, las empresas superan el 56% y el 70% respectivamente.

El bajo protagonismo del sector privado en la I+D no es un rasgo específico de Argentina, sino que se da en toda la región. En Chile, las empresas también ejecutan el 42%, y en México apenas el 20%. Uruguay es el mejor posicionado (47%), pero muy por debajo de los países desarrollados.

¿Por qué importa quién financia?

Desde FUNDAR sostienen que el sector público debe generar las condiciones necesarias para que el sector privado innove. “Asegurar recursos humanos formados, conocimiento de calidad y una infraestructura científica básica que sirva de plataforma para el desarrollo tecnológico”, aseguran.

Sin embargo, esas condiciones no son suficientes. Sin un entorno macroeconómico estable, incentivos adecuados y una política industrial, científica y tecnológica que promueva la vinculación entre empresas y centros de investigación, el conocimiento generado por el sistema científico no se traduce en innovación productiva.

Desde 2015, el presupuesto público en ciencia viene en caída

Si bien el nivel de inversión en I+D es bajo, lo más preocupante es su trayectoria reciente. Dado que el grueso de la inversión en I+D en Argentina proviene del sector público, lo que ocurra con el presupuesto asignado a CyT es determinante del total de la I+D. Y lo que se observa es que, desde 2015, ese presupuesto ha caído notoriamente.

Entre 2004 y 2014, Argentina vivió una etapa de expansión del sistema científico. La inversión pública en CyT creció de 0,18% a 0,35% del PIB, pico de la serie. En esos años casi se duplicó la cantidad de investigadores del CONICET (de 3.804 en 2003 a casi 10.000 en 2015) y se multiplicó por cuatro el número de becarios.

Pero desde 2015 comenzó una contracción pronunciada. Entre ese año y 2019, el presupuesto pasó del 0,35% a 0,23% del PIB, una baja del 35%. Hubo una recuperación significativa entre 2020 y 2023, cuando alcanzó el 0,30%, pero en 2024 se produjo un nuevo desplome: el presupuesto bajó a 0,21% del PIB, el nivel más bajo desde 2005.

Impacto para la ciencia

Esta reducción del financiamiento tiene efectos tanto inmediatos como de largo plazo en el sistema científico. Primero, la reducción de becas (tanto en cantidad como en su monto) para investigadores jóvenes significa menos formación de recursos humanos calificados y genera incentivos para la fuga de cerebros. Lo mismo puede decirse de la fuerte erosión salarial que experimentan los investigadores que están en el sistema.

En segundo lugar, los equipos y laboratorios se desactualizan y hay pocos recursos para la compra de insumos complejos, lo que dificulta hacer ciencia de avanzada competitiva. Y, además, los proyectos de investigación que requieren continuidad se interrumpen, dañando la acumulación de conocimiento y la capacidad de sostener líneas estratégicas de desarrollo científico tecnológico.

Un dato positivo: el número de empresas especializadas en I+D viene en aumento

En medio de este complejo panorama, hay un aspecto esperanzador: la creación de empresas especializadas en investigación y desarrollo. En estas empresas, la I+D es parte constitutiva del modelo de negocio.

En lo que va del siglo XXI, la cantidad de empresas que declaran como actividad principal la I+D pasó de unas 200 a 500. Dicho aumento se produjo tras la recuperación económica luego de la salida de la convertibilidad y desde 2020 (a pesar del estancamiento económico y la contracción de empresas en el resto de la economía). Cabe mencionar que este número no refleja la totalidad de las empresas que hacen I+D, sino las que tienen como actividad principal la I+D.

El dinamismo reciente de los últimos años estuvo particularmente traccionado por empresas que hacen I+D en ciencias médicas (por ejemplo, que se dedican a los ensayos clínicos y biotecnología para la salud) y en ciencias agropecuarias (empresas biotecnológicas ligadas al agro).

El informe completo en:

https://argendata.fund.ar/topico/ciencia-y-tecnologia/

¡Sumate a la Comunidad de Periferia!

Periferia Ciencia se sostiene fundamentalmente gracias a una comunidad de lectores que todos los meses, de acuerdo a sus posibilidades, hacen su aporte. ¿Querés que exista un medio como Periferia?