El ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, este martes dedicó un largo posteo –algo que ya se volvió una marca personal- a una de las últimas medidas tomadas por el Servicio de Calidad y Sanidad Agroalimentaria (Senasa), a la que ubicó dentro de ese esquema que dice ir en contra de los privilegios de cierto sector de la sociedad.
En rigor de verdad, se trata de un “cocktail” de cambios que llevan la firma de Beatriz “Pilu” Giraudo, la presidenta del Senasa, y que flexibilizan todavía más los requisitos para importar vacunas contra la fiebre aftosa. Según consigna el medio Bichos de Campo, este se ha vuelto uno de los temas principales en la agenda de Sturzenegger, que desde hace tiempo mantiene una guerra abierta contra los laboratorios que proveen esa vacuna a los ganaderos desde hace más de dos décadas.
Guerra de laboratorios
Las palabras del ministro van directo a una guerra entre tres laboratorios nacionales, Biogénesis Bagó, Laboratorio CDV y Tecnovax. Es que Biogénesis y CDV monopolizan la producción local de la vacuna que todos los productores agro ganaderos del país deben aplicar dos veces al año a su ganado. Negocio millonario que hizo que los dos laboratorios regulen el valor de la vacuna escalando su valor a cifras que triplican su valor internacional.
Ahí entra Tecnovax, que viene solicitando comercializar localmente una vacuna importada desde Brasil, más barata. La decisión tenía en disputa a Luis Caputo con Federico Sturzenegger, porque Caputo defendía la producción local de la vacuna, pese al carácter monopólico que asumió su comercialización.
“Pocos temas han merituado tanto trabajo este último año como la liberación del mercado para la vacuna aftosa. He dicho muchas veces que el sistema de castas se construye con un complejo entramado de regulaciones redundantes cosa que, si cae una, el beneficiario del sistema se puede agarrar de otra para mantener sus privilegios”, publicó en su red social X, confirmando esa postura.
Los cambios publicados en el Boletín Oficial en las últimas horas giran en torno a las resoluciones 749 y 750, en las que, según el funcionario, se eliminan “esas redundancias que nos impedían avanzar en abrir mercados”.
Vacuna anti-aftosa
En concreto, la primera define una “excepción” a las reglas para la importación de vacunas contra la fiebre aftosa, añadiendo un artículo a una resolución de 2017, la 609, para dejar sin efecto algunos requisitos que había impuesto el propio Senasa.
Se encontraban allí cuestiones como el control en el uso de ingredientes de origen bovino; la evaluación de la situación de riesgo de Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB); la habilitación de firmas importadoras por parte de Senasa, que debían poseer locales e instalaciones en el territorio nacional para conservar esos productos biológicos; el uso de rótulos en español, además de otros chequeos a realizar.
La segunda resolución, en cambio, habilita los controles en serie en las fábricas de origen, indicando desde ahora que “los productos veterinarios que hayan sido autorizados mediante el procedimiento de autorización por equivalencia y obtengan el Certificado de Uso y Comercialización (CUC), podrán realizar el control oficial de las series comerciales en el país de origen, siempre que se ajusten a estándares reconocidos internacionalmente y que garanticen el estatus sanitario.”
Estos cambios se suman a otros anteriores como la modificación de la composición de ese insumo veterinario, pasando de ser una vacuna tetravalente a una bivalente. Ese, para el gobierno, era una de las principales razones por las que se creó un mercado cautivo para Biogénesis Bagó y CDV, quienes eran los únicos fabricantes locales de esas formulas.
“Sexta muralla”
De acuerdo con el funcionario, las modificaciones realizadas ahora equivalen a “derribar la quinta y sexta muralla” que protegían a ese mercado.
“En el caso de la vacuna aftosa, la necesidad del cambio era imperiosa porque, al arranque del proceso, el más importante proveedor local vendía la vacuna en Argentina a 4 veces lo que la cobraba en Paraguay (afortunadamente desde ese arranque los precios han convergido sustancialmente). Para darnos una idea de lo que estamos hablando, los ahorros para los productores si pudiéramos acomodar la oferta local a los valores de Paraguay, sería de unos 100 millones de dólares anuales (que como consumidores sería lo que ahorraríamos anualmente en el costo de la carne)”, señaló Sturzenegger.
Y estimó: “Tomando desde 2001 a esta parte y llevando todo a dinero de hoy estamos hablando de un exceso de pago de todos los argentinos de 4.000 millones de dólares (números muy groseros para tener una idea). Después llenamos los titulares de los diarios discutiendo si el Central vendió 100, 200 o 500 millones de dólares”.