El Instituto de Limnología (INALI), perteneciente al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y a la Universidad Nacional del Litoral (UNL) difundió un avance de investigación en el que advierte sobre las consecuencias para la salud y el ambiente que ocasionan las quemas de pastizales, cuando se vuelven incontrolables.
Esa es la situación, hoy, en Santa Fe y varias provincias del litoral, y desde el INALI destacaron que “los incendios intencionales constituyen un importante agente de perturbación de los ecosistemas que afecta millones de hectáreas cada año”.
Desde el instituto apuntaron como responsables a las prácticas agrícolas y ganaderas “de promover el rebrote para la alimentación de bovinos”. “Es una forma de controlar grandes incendios naturales al impedir que se acumule material vegetal seco o como un medio para regular el desarrollo de plagas que dañan las cosechas”, detallaron.
La mención fue difundida a través del documento titulado “La quema de pastizales en humedales y sus efectos nocivos” que dio a conocer el equipo INALI, donde se describen los graves problemas que se generan cuando los incendios, mayoritariamente intencionales y acentuados por la gran sequía, se vuelven incontrolables.
“Los problemas graves se generan cuando estos incendios, acentuados por intensas sequías, se vuelven ingobernables, como está ocurriendo actualmente en gran parte de nuestro país, afectando a los ambientes, su biota y la salud humana”, explicaron.
Las consecuencias
Entre las consecuencias ambientales señalaron que las quemas “generan emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera y también se emiten otros que afectan el ozono estratosférico”. Estas alteraciones químicas de la atmósfera se traducen en pérdidas en la producción agropecuaria (por cambios climáticos y afectación de los suelos) y en la biodiversidad de los ambientes (aire, suelo y agua).
Sin embargo, el documento hace mención a la pérdida de la calidad del agua ya que “los incendios de pastizales y bosques provocan la disminución de los niveles de infiltración y retención de agua en el suelo y producen una pérdida del carbono almacenado en la vegetación y del carbono y nitrógeno en las capas superficiales del suelo”.
Estas pérdidas pueden demorar más de una década en ser recuperadas ya que con el incendio aumenta la producción de carbón superficial y almacenado bajo tierra y se modifican los flujos gaseosos, la liberación del carbono (CO2) y de partículas (cenizas) a la atmósfera y al agua.
“Mucho del material liberado precipita o escurre hacia los cursos o cuerpos de agua y provoca cambios en las concentraciones de nutrientes, la carga de sedimentos, el contenido de carbono y la concentración de metales”, explicaron desde el INALI.
Así, todo el ecosistema se ve modificado, ya que, aun cuando los ambientes puedan parecer recuperados en los meses o años posteriores a los incendios, estos provocan cambios en la vegetación y en la composición de especies zoológicas (aves, anfibios, reptiles, mamíferos, invertebrados, etc.) e incluso, muchas veces facilitan el reemplazo de especies nativas por exóticas que crecen o se adaptan más rápidamente que las nativas, es decir, toda una modificación de la biodiversidad.
Los humedales
Desde el INALI remarcaron, además, que con respecto a los humedales “los sustratos saturados o cubiertos de agua de estos ambientes protegen la biomasa subterránea la cual presenta yemas de renuevo de los vegetales que permiten la rápida regeneración de las especies, pero, donde esos bulbos y rizomas no se encuentran protegidos por el agua, el daño a la vegetación es mucho más profundo y limita o retrasa la posibilidad de rebrote”.
“Por otro lado, en ocasiones, el aumento de nutrientes en el agua producto del aporte de las cenizas puede provocar un incremento de la biomasa de vegetación acuática con consecuencias para toda la comunidad asociada a dicha vegetación y los suelos carbonizados quedan vulnerables a la erosión hídrica y al deterioro por pisoteo de ganado”.
Por otro lado, “las temperaturas resultan letales para los organismos de los primeros centímetros de suelo (invertebrados y otros microorganismos)”, explicaron desde el INALI, ya que “muchos invertebrados terrestres, así como anfibios, reptiles e incluso algunos mamíferos no escapan a las llamas o al calor y mueren durante el incendio y muchos de los que sobreviven, mueren posteriormente por la pérdida de su hábitat, refugios, recursos tróficos y aumento de la depredación”.
Con respecto a la salud humana, el instituto del CONICET señaló que “los grandes incendios en los humedales pueden afectar los servicios ecosistémicos y recursos que brindan a los pobladores y las economías locales”.
“El humo es el resultado de la combustión incompleta de un material y es una mezcla de gases, vapores y pequeñas partículas líquidas (gotas) y sólidas (carbón u hollín) en suspensión. Los gases que se desprenden van a depender en gran medida del tipo del combustible, pero la mayoría son tóxicos”, afirmaron.
Dentro del humo se formarán muchas sustancias capaces de generar daño agudo (corto plazo) o crónico (largo plazo) sobre la salud humana, aseguraron y explicaron que “estos gases tóxicos pueden ser irritantes y asfixiantes, siendo los más importantes el monóxido de carbono, cianuro, amoniaco, benceno, formaldehído, óxidos nitroso y nítrico”.
La quema de pastizales en la Provincia de Santa Fe está prohibida por varias leyes nacionales y provinciales. En tal sentido, desde el INALI llamaron “a la responsabilidad de todos los sectores en la toma de decisiones y al cumplimiento de las leyes vigentes para resguardar la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas”.