La presencia de magnetitia es propia de la contaminación en las grandes ciudades y podría estar relacionada con algunas enfermedades neurodegenerativas.
Así lo postuló un equipo de trabajo británico que relacionó su investigación con la hipótesis planteada por un grupo argentino.
El equipo argentino estudia hace 10 años la presencia de esas partículas en las cenizas y el humo emitidos por una planta energética de Ensenada.
En el año 2010, un equipo de investigadores argentinos liderado por Juan Carlos Bidegain, estudió la presencia de partículas de magnetita en el hollín que producía la fábrica de carbón de coque de la ciudad de Ensenada, en provincia de Buenos Aires.
El estudio no solo detectó la presencia de este mineral de hierro sino también determinó que presentaba dimensiones que le permitían llegar hasta los alvéolos pulmonares.
De Ensenada a Lancaster
Ahora, un estudio realizado por científicos de la Universidad de Lancaster, en el Reino Unido, halló partículas de magnetita en muestras de tejido cerebral humano.
Por ello señalaron la posibilidad de que esas partículas induzcan enfermedades neurodegenerativas.
Partículas contaminantes
Las minúsculas partículas provienen de contaminación atmosférica y de alguna forma encontraron vías para entrar al cerebro.
Así lo corroboraron los investigadores ingleses en la publicación que realizaron en la revista “Proceedings de la National Academy of Sciences”.
El equipo analizó medio centenar de muestras de tejidos correspondientes a personas que vivieron en ciudades con altos índices de contaminación.
Una partes de la muestra estuvo conformada por 37 personas de 3 a 85 años que vivieron en la ciudad de México, y por ocho individuos que provenían de Manchester.
Todos ellos habían fallecido con diversas enfermedades neurodegenerativas.
En Inglaterra, la investigación se inició al estudiar las partículas del aire en una transitada avenida de la ciudad.
Mentes contaminadas
Bárbara Maher, investigadora líder del equipo inglés, formuló la hipótesis de que las partículas de magnetita podrían ser encontradas en el cerebro humano.
La investigación corroboró su hipótesis. De allí surgió la sospecha de que la presencia de minerales de magnetita podría desencadenar enfermedades cerebrales.
Las partículas de magnetita se encontraban entre las células cerebrales y cuando fueron extraídas por un procedimiento magnético, sumaron miles en un solo gramo de tejido cerebral.
La magnetita, un mineral de hierro que presenta un magnetismo natural permanente, no es un elemento ajeno al tejido cerebral.
Es decir que existe en forma natural en el cuerpo humano pero en pequeñas cantidades y en partículas de forma irregular.
Las partículas detectadas por el equipo de Maher tenían características que denunciaban un origen externo.
Entre tales características se encontraba su gran número y su forma esférica y lisa, las que solo pueden provenir de altas temperaturas como las del motor de un vehículo.
Maher señaló que por cada partícula de magnetita natural en el cerebro, se encontraron alrededor de 100 provenientes de la contaminación atmosférica.
Partículas como las detectadas, con menos de 200 nanómetros de diámetro, son perfectamente respirables, llegan a los pulmones e incluso las más pequeñas pueden alcanzar el torrente sanguíneo.
Una hipótesis tejida en el conurbano
La investigación inglesa revalidó y potenció una investigación desarrollada hace una década por Bidegain junto a su equipo de trabajo.
El desarrollo y los resultados de la investigación se reflejaron en el trabajo “Air pollution caused by manufacturing coal from petroleum coke in Argentina”. El mismo fue publicado en 2010 en la revista Environmental Earth Sciences.
En otros trabajos, el equipo argentino relacionó la presencia de minerales magnéticos en los suelos con la problemática ambiental, paleoambiental y paleoclimática
El trabajo de Bidegain comenzó con la recolección de muestras del carbón que emitía la chimenea de la planta industrial de COPETRO, en las casas de los vecinos a la fábrica.
“Con un imán de mano concentramos partículas magnéticas que contenía el carbón y mediante microscopía electrónica de barrido pudimos observar fibras de unos 100 micrones que contenían partículas esféricas y lisas, perfectas, como las indicadas por Maher”, recordó el científico.