Por Eduardo Porto, periodista de Ciencia y Tecnología.
El discurso “anti-Ciencia” y “anti-Universidad” que viene usando el gobierno nacional para lograr el descrédito social del sistema científico y académico tiene su fundamento en datos que, vienen mostrando exactamente lo contrario. La virulencia autoritaria del presidente, es una señal de que inició una batalla contra algo que está enraizado en hábitos, prácticas, anhelos y modos de pensar de la sociedad, y es que las universidades son un horizonte aspiracional de cambio y movilidad para una gran mayoría de la sociedad.
El último de esos discursos lo pronunció el propio Javier Milei ante el Congreso durante la apertura de las sesiones legislativas del 2024. “La creación de universidades se ha convertido en un negocio de la política”. A pesar de su verborragia virulenta, y el aplauso en piloto automático de su círculo de pleitesía, pocas veces quedó tan claro que por sus palabras y sus decisiones, va camino a pagar un costo político considerable.
Claro que, el discurso se viene plasmando en hechos. Tanto las universidades nacionales como el CONICET recibirán este año, con una inflación superior al 250%, el mismo presupuesto que en 2023. Los rectores ya lo explicaron: “Así, sólo podremos funcionar hasta mayo”, fue la respuesta del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN).
Los datos, manifiestan en valores que van del 60% al 80%, que la sociedad tiene altísimos índices de confianza y respeto por las instituciones de enseñanza superior y la investigación científica. Es más, en ninguna de las encuestas las universidades y los institutos de investigación de nuestro país aparecen considerados como “sospechosos”, sino más bien todo lo contrario.
En esta nota presentaremos cuatro estudios que, desde hace casi diez años muestran esa cifra. Vamos del último al primero.
Alta valoración a la ciencia y la tecnología
A pesar del descrédito hacia organismos como el CONICET por parte de la gestión libertaria, un relevamiento del que participaron siete mil personas de todo el país, a fines de 2023 destacó que la ciencia, la tecnología y la innovación gozan de buena reputación social y destacan al Estado como la principal fuente de financiación.
Este muestreo se realizó mediante redes sociales (Instagram y Facebook) con preguntas a personas mayores de 16 años, apuntando a la “ampliación del universo y la cobertura territorial de las encuestas de percepción de la ciencia, la tecnología y la innovación” y para “producir indicadores a nivel provincial y regional” y fue difundido por el entonces Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.
El informe: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2018/05/indicadores_provinciales_percepcion_2023.pdf
Entre sus principales conclusiones, se destacan que las CTI gozan de “buena reputación social” y representan actividades “valoradas positivamente como medio para mejorar la calidad de vida de las personas”. También, para la gran mayoría, “promueven más beneficios que riesgos” y, al referirse a ellas, la asociación “más frecuente” que emerge se vincula a “la idea de avance, evolución, futuro y progreso como un claro denominador común”.
Para la sociedad, los principales financiadores de estas actividades son “el Estado, ya sea nacional o provincial”, y luego “las empresas”, pero, para ambos, “se demanda que estos actores inviertan más”. Si bien la encuesta revela que el plan estratégico nacional de CTI es “poco conocido”, a la hora de evaluar su importancia, la mayoría de la población lo considera “muy o bastante importante para el país y para cada una de las provincias”.
La virulencia autoritaria del presidente, es una señal de que inició una batalla contra algo que está enraizado en hábitos, prácticas, anhelos y modos de pensar de la sociedad, y es que las universidades son un horizonte aspiracional de cambio y movilidad para una gran mayoría de la sociedad.
Otro informe, en 2022
El Observatorio Social de la Universidad Nacional de La Matanza ya había registrado, a fines de 2022, algo similar. Más del 60% de los ciudadanos respalda a las universidades nacionales. El dato cobra relevancia justo en un momento en el que el propio presidente, Javier Milei, alentado por la euforia de su círculo inmediato durante la apertura de las sesiones legislativas del Congreso, aseguró que “la creación de nuevas universidades se convirtió en un negocio de la política”,
No piensa así la gran mayoría de la sociedad. Veamos por qué. El estudio realizado en octubre de ese año, estudió la calidad de vida, confianza en las instituciones y participación ciudadana dirigida a 1.250 personas mayores de 16 años residentes en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), consultadas a través de entrevistas web asistidas por ordenador.
En este contexto, uno de los datos sobresalientes del estudio consisten en que la universidad pública es la institución que registró los mayores porcentajes de confianza entre los encuestados, seguida por las pequeñas y medianas empresas (PyMEs).
El sociólogo Manuel Zunino, docente de la UNLaM e integrante del Observatorio Social, explicó que “el primer dato que surge y que nos llamó positivamente la atención es que la universidad pública aparece como la institución que genera mayor confianza social, incluso, por encima de las PyMEs, que son un actor que siempre tiene un predominio importante en la confianza de la ciudadanía”.
La educación de grado y posgrado, las más valoradas
“Cuando vemos la grilla de satisfacción y calidad de vida, la educación de grado o de posgrado es la más valorada, la que genera mayor nivel de satisfacción. Ese es un dato que, viéndolo desde dos ángulos distintos, muestra en el AMBA una confianza muy alta en la universidad pública”, ponderó.
De acuerdo a lo señalado por el estudio, la confianza en las instituciones del Estado está relacionada con la percepción sobre el buen desempeño que desarrollen, en la medida en que estas sean capaces de satisfacer las demandas de la población, asociadas principalmente a expectativas y resultados.
Para la sociedad, la principal fuente de financiamiento de estas actividades es “el Estado, ya sea nacional o provincial”, y también “las empresas”, pero, para ambos, “se demanda que estos actores inviertan más”.
Si bien la encuesta revela que el plan estratégico nacional de CTI es “poco conocido”, a la hora de evaluar su importancia, la mayoría de la población lo considera “muy o bastante importante para el país y para cada una de las provincias”.
Otra derivación tiene que ver con el hecho de que muchos ciudadanos piensan que los resultados de la CTI deben apuntar a “reducir la pobreza y las desigualdades, investigar e implementar mejoras en el campo de la salud, la educación y el cuidado del medioambiente”.
Entonces si la ciencia y la tecnología contribuyen a mejorar la calidad de la vida de las personas, permiten vivir más tiempo y mejor, cuidan de la salud de los habitantes y proporcionan medicamentos que curan enfermedades y alivian dolores y sufrimientos, entre otros beneficios, lo esperable que es que el Estado en cualquiera de sus manifestaciones no quite los auxilios para que persista el buen desempeño del sistema nacional científico, tal como lo percibe el muestreo que esta encuesta ha realizado en diversos sectores de la comunidad.
2021, en el mismo tono
En 2021, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación publicó los resultados de la 5ta. Encuesta de Percepción Pública de la Ciencia. Allí, registró que, a pesar de los discursos anti-científicos y anti académicos de Milei, para el 76% de los entrevistados, en ese momento la inversión en Ciencia y Tecnología debía subir.
Por su parte, el 90% consideraba que es “muy” o “bastante importante que exista un Ministerio, algo que el Gobierno descartó desde su asunción.
El 80% de los entrevistados mostraron una valoración positiva sobre la profesión científica.
La 5ta Encuesta de Percepción pública de la Ciencia y la Tecnología: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2019/06/percepcion_publica_2021.pdf
Los años anteriores
Así como se observó en los informes previos, a fines de 2015, el entonces Ministerio de Ciencia difundió los resultados de la Cuarta Encuesta sobre Percepción Pública de la Ciencia, que confirma los datos anteriores.
El informe, entonces, arrojó conclusiones generales de gran valor para comprender la estimación y expectativas que la sociedad tiene respecto del modelo científico nacional y el sistema educativo, en general, como herramienta para el desarrollo y la formación.
El último informe sobre valoración social de la ciencia, elaborado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación (MINCyT) en 2015, concluyó que el 90% consideraba estar “de acuerdo” o “muy de acuerdo” en que el Estado incrementara el presupuesto en Ciencia, Tecnología e Innovación. Justo al otro año, comenzaba, sin embargo, el proceso de desfinanciamiento del sector del actual gobierno.
Sondeo
Ese sondeo fue realizado durante los meses de abril y mayo del 2015 y corresponde a la cuarta etapa de un trabajo integral (polietápico) para recabar información de relevancia pública sobre la evolución en la estimación que la sociedad argentina tiene sobre la Ciencia y la Tecnología local.
La encuesta fue realizada con un marco representativo de 1.936 casos, sobre personas adultas, urbanas y residentes en localidades de más de 10 mil habitantes y las unidades de observación estuvieron distribuidas en 22 localidades de las cinco regiones geográficas de todo el país.
La Cuarta Encuesta Nacional de Percepción Pública de la Ciencia nació como correlato de las políticas públicas inscriptas en el programa “Argentina 2020” de incentivo a la Ciencia y la Investigación.
El discurso de Milei, como en otras áreas, parece ir en la dirección de generar un sólido rechazo social, por cuestiones que son claves: las universidades y el sistema científico son un horizonte aspiracional de cambio en un país que atraviesa crisis constantes y recurrentes. Se puede ver con nitidez en la experiencia de cualquier familia que proyecta que sus hijos e hijas continúen estudiando luego de finalizado el ciclo de enseñanza secundaria. La educación s un bien cultural en Argentina, y es esto lo que desata la virulencia verborrágica del presidente.
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