El ministro de Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, instruyó al SENASA a abrir la importación de productos veterinarios. “Las dosis podrían comprarse a la mitad de lo que hoy vende Biogénesis Bagó”, aseguran fuentes oficiales.
El volumen del negocio explica la tensión. El mercado de la vacuna anti aftosa mueve más de 150 millones de dólares al año, que pagan directamente los productores ganaderos.
Sigman intentó frenar la medida en la Justicia. Presentó un amparo contra la importación de vacunas brasileñas, pero el juez Enrique Lavié Pico rechazó la cautelar.
En la Argentina, Sigman consolidó su poder en los 90. El brote de cólera en 1992 y el regreso de la fiebre aftosa en 1994 lo encontraron con productos listos para vender. De allí nació Biogénesis Sintyal, que luego se asoció con China y pasó a proveer el 90% de las vacunas usadas en ese país.
Hoy, el control de Biogénesis Bagó sobre la vacuna anti aftosa se convirtió en el blanco de Sturzenegger. “Es un monopolio disfrazado de acuerdo institucional”, disparó el ministro en la Rural de Palermo.
La comparación fue explosiva. “Es como si Clarín tuviera un convenio de cooperación con el Enacom”, ejemplificó para mostrar el nivel de concentración del negocio.
Más allá de los discursos, el gobierno libertario ve en esta batalla un test de su política desreguladora. Abrir el mercado de vacunas significaría una reducción inmediata de costos para el campo, pero un golpe directo al imperio de Sigman.
Del otro lado, el empresario más rico del sector no se resigna. Con apoyo político y judicial, busca frenar la importación y conservar su lugar como “Rey del Ganado” en la Argentina.
La pelea recién comienza. El desenlace dirá si el poder económico de Sigman puede sostenerse ante la ofensiva más fuerte que enfrenta en décadas.