La Asociación de Trabajadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (APINTA) advirtió que pese al freno en el Congreso al desmantelamiento del organismo científico, el plan del gobierno de Javier Milei para rematar tierras y despedir personal e investigadores “sigue en marcha”.
“Compañeros y Compañeras, debemos seguir atentos pues el presidente (del INTA, Nicolás) Bronzovich sigue insistiendo en un ajuste de personal”, fue el mensaje que el gremio Apinta transmitió a sus delegados en todo el país, según consignó el medio Bichos de Campo.
En rigor, y aunque no se resolvió nada todavía, en esa reunión volvió a exponerse la chance de convocar a una segunda etapa del retiro voluntario, que resulta mucho más amable que los despidos directos ejecutados por ese mismo funcionario las pocas semanas en que tuvo vigencia el decreto 462.
El dato concreto lo aportó Ariel Pereda, el director nacional del INTA elegido por concurso. En la reunión con los consejeros, el funcionario informó que la planta de trabajadores del INTA había descendido de los 6.600 empleados registrados en diciembre 2023 (cuando asumió Milei) a 5.800 en la actualidad.
Un ajuste interminable en el INTA
A ese recorte de 800 puestos de trabajo se llegó tras una combinación de diversos factores: hubo quienes se fueron con el retiro voluntario, aunque otros fueron obligados a tomar la jubilación. Pero sobre todo fue el espanto que entre los investigadores se produjo en medio de la ofensiva de la motosierra sin control claro ni objetivos precisos.
Tal como contó oportunamente Bichos de Campo, espantados con Pazo, Sturzenegger, el Congreso y la mar en coche, los que dejaron el organismo -que además paga bajos salarios- fueron muchos de los mejores investigadores, que decidieron migrar al sector privado.
Esas 800 personas que dejaron de pertenecer al INTA representaban el 12% del personal que había al inicio del gobierno de Milei. Es mucha gente la que ya ha quedado en el camino. No sería todo el ajuste que pretendía hacer Sturzenegger, pero es más o menos la meta que perseguía originalmente.
“Finalmente, con tanta incoherencia e internismo a cuestas, ellos metieron miedo y forzaron la migración de muchos talentos del INTA hacia el sector privado”, advirtieron.