En la presentación que el presidente Macri realizó frente a los parlamentarios, en Diputados, no se pudo ver que la ciencia y la tecnología tengan carácter estratégico para el gobierno.
Eso quedó en evidencia en la referencia a la propuesta de apostar a la Economía del Conocimiento.
Se trata del proyecto que el oficialismo prepara para reemplazar la actual Ley de Promoción del Software.
El proyecto contempla a industrias como la Audiovisual, Biotecnología, Servicios Geológicos, Investigación y Desarrollo Experimental, Nanotecnología e Industria Aeroespacial y Satelital.
Pero, además, integra a la Inteligencia Artificial, Robótica e Internet Industrial, Internet de las Cosas, Sensores, Manufactura Aditiva, Realidad Aumentada y Virtual, y Simulación.
La iniciativa tiene como ejes facilitar la contratación y capacitación de ?talentos?, promover las exportaciones e incentivar la innovación (I+D) y la creación de nuevos emprendimientos.
Pero además apunta a beneficiar a las empresas del conocimiento con una baja del impuesto a las ganancias y un adelanto del mínimo no imponible.
Hoy la economía del conocimiento involucra al 22% del PBI, en Argentina. Una cifra aún baja para las empresas que apuestan al sector para modernizar su infraestructura comercial.
¿Y el sector estratégico?
“Necesitamos seguir potenciando la economía del conocimiento. Hoy ya se exportan 6300 millones de dólares”, manifestó el presidente Macri durante su discurso.
En este sentido, para Macri el rol principal del Estado es el de accionar marginalmente en torno a los actores económicos “con ventajas comparativas”, y la ciencia, al parecer, asumirá protagonismo en ese cuadro.
Es que la condición de sector estratégico aparece cuando un área cobra una importancia excepcional tal que justifica la intervención económica del Estado.
Esa intervención económica, de todas formas, no está subordinada a leyes de costo-beneficio, sino más bien a promover la apuesta a pesar de su carácter deficitario.
La lógica es que el Estado “pierde” económicamente porque, sinérgicamente, a posteriori genera impactos sociales, culturales, económicos o productivos.
Si bien los países desarrollados incluyen a la ciencia en este rubro de “sector estratégico”, para Macri y su administración la situación parece ser exactamente al revés.
Así lo manifestó el primer mandatario al mencionar la importancia de apostar a la Economía del Conocimiento, como una fuerza que puede promover la investigación.