Desde el inicio de la campaña que consagró presidente a Javier Milei, las universidades y el sistema científico y académico, en general, aparecieron en la ojiva libertaria para desplegar el plan de ajuste.
La vía del ajuste económico es la salida veloz y de shock que el presidente electo encontró para desmantelar dos sistemas que, en su óptica ultraliberal, únicamente generan déficit fiscal.
Este atajo surge ante el complejo entramado de leyes que garantizan la gratuidad universitaria, y la complejidad legislativa que obstaculiza su plan a corto plazo.
Milei, asesorado por el ex presidente Macri (quien encaró un ajuste del 42% al sistema científico y a las universidades, durante su gestión) busca avanzar con una batería de medidas rápidas aprovechando el capital político de su triunfo electoral, y ante lo que él sabe que tendrá consecuencias brutales en términos sociales, económicos y políticos en apenas meses. De hecho, su viento a favor tendrá cada vez menos fuerza con el correr de los meses, y es por eso que busca implementar su plan sin vaivenes.
Hoy, son al menos cinco leyes las que garantizan la gratuidad universitaria, entre las que están la Ley de Financiamiento Educativo y la de Educación Superior. Las posibilidades de derogar o modificar artículos de esas normas históricas es un camino que puede demorar su plan educativo en medio de una crisis social, económica y política que irá en aumento. Como una bola de nieve, entonces, el deterioro social y económico se puede llevar puesto el plan político y educativo para arancelar e implementar vouchers en las casas de estudios superiores.
Desfinanciamiento, rápido
Por eso, Milei apuesta a desfinanciar las casas de estudios superiores, como se ha hecho en otras ocasiones, para eludir el Congreso y avanzar rápido con una medida que impulsan los libertarios, pero que tiene apoyo de varios aliados políticos de Milei (y desentendimiento de otros): Allí están el PRO, parte de la UCR y parte del peronismo.
Los números del Congreso no le dan por si mismos, por lo que la propuesta de otorgar el mismo presupuesto con números de inflación arriba del 150% anual, es prácticamente como garantizar el funcionamiento de las universidades por seis meses (si la inflación no sigue subiendo).
En caso de que la inflación crezca por encima de ese número las universidades tendrán un corto lapso de funcionamiento, que pueden llevar a enfrentarlas a problemas de gastos corrientes ni bien inicie el 2024.
Está claro que para el nuevo gobierno ni las universidades ni el sistema científico tienen un valor en si mismos para aportar al modelo económico-productivo que defienden (agroexportación y sector financiero). Es decir que, son un gasto. Nada que surja de allí, profesionales, investigadores, know how científico para producir de vacunas o baterías de litio, tecnólogos para aportar al desarrollo satelital o al sector energético; innovaciones para la Salud; para la Defensa; son importantes porque el sector productivo que miran, el de las ventajas comparativas del agro, no lo necesita.
Las universidades, un gasto para Milei
Las universidades, así como el sistema científico, aparecen en el espectro de gastos innecesarios. No importa la valoración que la sociedad tenga de ellas, no importa cuánta confianza se deposite en estas instituciones (son de las que gozan de mayor prestigio en la sociedad), son apenas un gasto.
Así, las casas de estudios superiores ya empiezan a vislumbrar un 2024 durísimo, en el que no podrán hacer frente a las demandas de sectores sociales que comienzan a buscar en ellas una alternativa a la crisis económica y social.
El plan libertario ya tiene en la mira a las universidades nacionales, en las que la idea del comienzo de clases es incierto. En los ´90 esto terminó con docentes, graduados y estudiantes llenando las calles del país. Ante un escenario, incierto, hoy se vuelve a poner la resistencia sobre la mesa.
El desfinanciamiento de las universidades, o la desaparición de organismos públicos -como el CONICET, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica- puede desencadenar la abrupta interrupción de proyectos de investigación en las universidades y en otros organismos de ciencia y tecnología.
Esto puede llevar a la migración de investigadores e investigadoras. Y esto, no tanto hacia el sector privado, sino a países cuyos sistemas científicos tecnológicos ofrezcan mayores estímulos para desplegar una carrera científica.
¿Por qué se necesita más investigación en las universidades?
Desde el CIN, recuerdan que en la Argentina todos los sectores vinculados al desarrollo humano y productivo incluyen investigación básica y aplicada generada en las universidades públicas. Aun así, piden más conocimientos, más ciencia, para que la Argentina encuentre la senda del desarrollo permanente.
En las universidades la investigación, además, nutre a la función de enseñanza universitaria. Aquellos docentes que, además, se dedican a la investigación producen conocimientos, están actualizados y resulta factible que puedan formar recursos humanos de mayor calidad.
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