Periferia

23 de Agosto de 2019

Los 72.800 focos de incendios en el Amazonas representan un 83% más que en 2018

El Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) de Brasil detectó más de 72.800 focos de incendios en la región en 2019. Un 83% más que en 2018. Las consecuencias ambientales del extractivismo se desplazan sin límites por Latinoamérica.

Las imágenes de satélite analizadas por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) captaron más de 72.800 focos de incendios en la región entre enero y agosto. Esto es un 83% más que en 2018. 

Según reveló el organismo científico la mitad de los incendios de Brasil están en el Amazonas pero otro gigantesco incendio está sin control en la frontera entre Paraguay y Bolivia, país que calcula en más de 600.000 hectáreas las afectadas. 

Riesgos sin fronteras 

Los efectos de los incendios van mucho más allá de la zona quemada. El humo, los aerosoles y las partículas en la atmósfera se extienden por otras partes de la región, afectando a varios países. 

Una de las consecuencias es que el monóxido de carbono es un gas es altamente tóxico que puede agravar enfermedades respiratorias e incluso causar la muerte cuando se respira en niveles elevados. 

Se trata del resultado de una combustión incompleta. Es el producto restante de los incendios”, explicó a BBC Brasil Mark Parrington, del CAMS. Este gas tiene una vida de aproximadamente un mes. “Llevado por los vientos, puede viajar miles de millas”, añade el científico. 

De hecho, su presencia afectó a Bolivia, Paraguay y Perú. Si nos fijamos en el mapa, el miércoles el punto de mayor concentración de monóxido de carbono (en rojo) se situó en la frontera que Bolivia comparte con Brasil y Paraguay. 

Es ahí donde la agencia europea detectó los niveles más extremos del gas. La nube cruzó transversalmente América Latina de lado a lado dejando rastros también en Ecuador, Colombia, Panamá y Venezuela. 

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Los aerosoles 

Otra de las consecuencias son los aerosoles, que son partículas líquidas o sólidas suspendidas en la atmósfera, como polvo, cenizas volcánicas y humo, que afectan la calidad del aire y el clima. Las grandes humaredas tienen especial incidencia en personas con enfermedades respiratorias e incluso el tránsito aéreo. 

Los incendios forestales son frecuentes en Brasil en la estación seca, pero también pueden ser provocados por quienes, ilegalmente, buscan deforestar las tierras para la cría de ganado. 

La Amazonía, la selva tropical más grande del mundo, es una reserva vital de carbono que ralentiza el ritmo del calentamiento global. En una parte de Paraguay y Bolivia y sobre todo en la región de Rondonia, en el noroeste de Brasil, los aerosoles alcanzaron niveles extremadamente altos. 

En Sao Paulo, debido a una conjunción de condiciones meteorológicas adversas y humo, la ciudad vio anochecer el lunes dos horas antes de la puesta de sol. 

Partículas en suspensión 

Según Parrington, estas son “partículas ultrafinas que contribuyen a problemas de calidad del aire”. “La exposición prolongada o repetitiva a las PM10 puede provocar efectos nocivos en el sistema respiratorio de la persona”, dice el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes de España. 

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El servicio, que depende del Ministerio para la Transición Ecológica, aclara que estas partículas son menos perjudiciales que las PM2,5. Al tener un mayor tamaño, no logran atravesar los alveolos pulmonares, quedando retenidas en la mucosa que recubre las vías respiratorias superiores. 

La mayoría de estas partículas se precipitan en la tierra, provocando una capa de polvo en la superficie que puede afectar seriamente a la salud tanto de los organismos terrestres como acuáticos. 

Fuente: BBC Brasil.
 

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