Un equipo de investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) Tucumán, consiguió identificar un glucolípido (molécula) presente en hojas de frutilla, que es usado para el control de plagas en cultivos.
El desarrollo comenzó hace 24 años, cuando un equipo dos investigadoras y un científico de CONICET, comenzaron a rastrear por qué los cultivos de frutillas sufrían severas pérdidas, cercanas al 50% de la producción, para los agricultores.
Los protagonistas son la agrónoma Paula Filippone, el bioquímico Carlos Grellet y la biotecnóloga Pía di Peto, Atilio Castagnaro, director del CONICET local, Juan Carlos Díaz Ricci, director del Instituto Superior de Investigaciones Biológicoas (INSIBio-CONICET) y la agrónoma Alicia Mamaní de Marchese, que fue quien dirigió a Paula.
Las plantas no tienen, como los animales, un sistema inmune, pero generan respuestas biológicas de defensa. “Se sabía que el extracto crudo tenía propiedades muy buenas; “fumigábamos” con el “juguito” y las plantas no sólo quedaban protegidas sino que además aumentaban el rendimiento”, relata la investigadora.
“Mi trabajo fue hallar con qué se generaba el efecto: encontrar las moléculas actuantes, purificarlas y determinar su estructura química?, explicó Paula Filippone.
Esto es clave para para patentar y proteger el hallazgo, y luego poder lanzarlo al mercado, es clave la molécula: no se puede patentar “un juguito”.
“Buscamos durante años, empezamos suponiendo que era una proteína, porque se conocen sus capacidades antimicrobianas; pero las pruebas nos daban resultados tan raros que nos agarrábamos la cabeza. Al final, logramos aislar varias moléculas; y caracterizar tres. Pero sabemos que aún queda mucho por descubrir”, explicó la agrónoma.
“Pedimos ayuda en varios laboratorios; descartamos con ellos varias posibilidades… Por fin, unos ensayos mostraron, por de pronto, que en la molécula había azúcar; pero también algo más -recuerda Carlos-. Entonces recurrimos a Alicia Couto, del Departamento de Química de la UBA y referente argentina en azúcares, y su equipo encontró la respuesta”, explicó Paula.
Una molécula mixta
El hallazgo es que se trató de una molécula mixta, “combo” de azúcar y grasa (llamado técnicamente glucolípido) a la que bautizaron “GAG”. Castagnaro explicó que “es la primera vez que se encuentra este tipo de molécula en la naturaleza”.
“Lo probamos en invernadero en soja y en citrus; constatamos que estimula crecimiento y defensas de las plantas, y tiene actividad antimicrobiana contra bacterias y hongos, como Penicillium digitatum y Geotrichum citri aurantii, que ocasionan importantes enfermedades de poscosecha en cítricos”, agrega.
Es un dato crucial: son cada vez más estrictas las exigencias de importación de la Unión Europea sobre la cantidad de químicos presentes en los alimentos. “Los limoneros andan como locos buscando productos de este tipo”, comenta, entusiasmada, Paula.
“Descubrimos también que las diferentes actividades del extracto dependen de su concentración -agrega Carlos-. Si es baja, mata microorganismos; en concentración media, actúa elevando las defensas de las plantas, y la alta estimula la productividad. Esa información es clave para las decisiones de manejo de campos”.