Con distintas estrategias biotecnológicas, un proyecto de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata apunta a convertir las 76 mil toneladas de desechos generados por la industria pesquera en las costas del país en productos con valor agregado, y además reducir la contaminación ambiental y visual que produce.
Desde los laboratorios de la UNLP explicaron que tras la extracción de la parte comestible de los crustáceos -camarones, langostinos, cangrejos, entre otros- se genera un residuo sólido formado en su mayoría por los exoesqueletos. Actualmente, esos restos son descartados en basurales municipales y en otros casos directamente sobre la costa marítima, lo que origina un serio problema a nivel ambiental.
Para tomar dimensión del volumen de residuos existente, es necesario tener en cuenta datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. El organismo informó que el desembarco de crustáceos en las costas argentinas en el 2014 fue de alrededor de 130 mil toneladas. El mayor porcentaje de captura corresponde al langostino, seguido por centolla y camarón. A estas tres especies debe sumarse la incipiente captura de cangrejos por flotas artesanales que representan cerca de 2 ton/mes.
La cantidad de residuo sólido generado del procesamiento de estas especies depende en parte del rendimiento cárnico de cada crustáceo, siendo éste del 35-40% para langostinos y camarones y del 50-60% para el caso de cangrejos y centollas. Así, teniendo en cuenta los valores de captura anteriormente citados y, sumando un porcentaje estimativo de captura por asociaciones de pescadores artesanales, la cantidad de residuo sólido generado a lo largo de las costas del país asciende a 76 mil toneladas por año.
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