Un mamógrafo óptico desarrollado por científicos de la Universidad Nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires (Unicen) y la empresa Bionirs será presentado en Boston, Estados Unidos, en setiembre, en un showcase de startups vinculadas a innovación en salud femenina.
Pamela Pardini, física graduada en Unicen, co fundadora y CEO de Bionirs, es la cara visible del desarrollo de Mamoref, un equipo pensado y diseñado en Tandil, que podría revolucionar una de las prácticas de control médico más habituales entre mujeres y dar un salto de calidad en la detección del cáncer de mamas.
“Es pequeño y de muy fácil uso. Es autónomo y no necesitás, para operarlo, una persona especialmente preparada, aunque sí para interpretar las imágenes. Se puede colocar en cualquier espacio clínico, como un hospital, un consultorio, una salita o puede transportarse, que resulta en un beneficio enorme para darle accesibilidad a la salud mamaria”, enumeró Pardini.
A poco más de un mes de viajar a Boston, Pardini contó que el summit de Innovación en Salud Femenina, es “un encuentro donde participan distintos tipos de empresas, pequeñas, incipientes, como Bionirs, algunas más desarrolladas y posicionadas en el mercado y también inversores. Un punto donde se juntan todas las áreas de interés y se comparten charlas, interacción y networking”.
Innovaciones en Salud femenina
El desarrollo local tendrá su oportunidad en un área específica para startups juniors, de base tecnológica, que ofrecen innovaciones para dar respuesta a problemas no resueltos de en materia de salud femenina o que ofrecen otros enfoques.
“Vamos a presentar el caso de nuestra compañía, cómo hemos ido avanzando, qué interacción hemos tenido con nuestro desarrollo tecnológico y en qué punto estamos. También, por supuesto, iremos en busca de nuevas interacciones, tanto de apoyo económico como de asesoramiento”, explicó la líder del proyecto.
Los tandilenses buscarán allí una mayor validación el desarrollo, tanto desde el punto de vista tecnológico como desde el punto de vista del negocio. El objetivo final es claro: que el equipo pueda ser adoptado en el mercado.
Mamoref es el resultado de muchos años de investigación en la Facultad de Exactas de la Unicen, por parte del grupo de Óptica Biomédica cuyos integrantes se focalizaron en indagar y encontrar nuevas aplicaciones de “la luz” para hacer diagnosis médica.
Los descubrimientos fueron patentados y dieron lugar a la idea de transformarlos en tecnología. Allí empezó a tomar forma el mamógrafo óptico que usa luz para hacer detección temprana de cáncer de mamá de manera no invasiva. Un dato no menor: es muy confortable para las mujeres en comparación con los métodos que requieren comprimir la mama.
Democratizar el acceso
Por otro lado, tiene accesibilidad desde el punto de vista económico y eso permitiría “democratizar el acceso al diagnóstico temprano de cáncer de mamá”.
“Hoy en día, para el diagnóstico primario se utiliza mamografía de rayos X. Nosotros no la queremos reemplazar de ninguna manera, porque tiene beneficios que se han probado por muchos años. Lo que si decimos es que tiene algunas limitaciones tecnológicas: usa radiación, no lo podés usar de manera continua, necesitás un espacio especialmente preparado y no es tan simple acceder a ese diagnóstico, por ejemplo”, explicó.
“Por el contrario, esta tecnología es muy masiva, accesible y transportable, con lo cual se puede pensar en campañas de detección masivas. Por otro lado, aporta estadísticas diferentes”, explicó la CEO de Bionirs.
El Mamoref puede monitorear la oxigenación de la mama, obtener información metabólica y así lograr información diagnóstica para poder clasificar el tipo de lesiones. Esto evitaría llegar a la instancia de la biopsia.
“Es pequeño, más o menos un metro por un metro, y de muy fácil uso. Eso es otra ventaja. Es autónomo y no necesitás, para operarlo, una persona especialmente preparada, aunque sí para interpretar las imágenes. Se puede colocar en cualquier espacio clínico, como un hospital, un consultorio, una salita o puede transportarse, que resulta en un beneficio enorme para darle accesibilidad a la salud mamaria”, enumeró Pardini.
Puntos de confluencia
“Llega un punto del desarrollo científico en donde ya está todo listo para pasar a una etapa de desarrollo tecnológico, una tecnología que puede ser utilizada. Para eso, tiene que insertarse en el mercado de alguna manera”, explicó.
“Nosotros somos una empresa de base tecnológica, con lo cual somos como el punto medio en el salto entre un entorno académico y un entorno más comercial, pero todavía hacemos mucha investigación y estamos vinculados con la universidad”, dijo luego.
Pardini aboga para se sigan sosteniendo e incrementando las instancias donde se da y se acompaña ese salto de ciencia a tecnología y de allí a un producto con inserción en el mercado. Concursos como el Prendete, por donde en 2017 pasó el proyecto local. También las incubadoras, que son firmas que financian este tipo de proyectos para que pasen a un desarrollo más empresarial.
“La clave está en conectar con la gente que te pueda dar asesoramiento, no solamente el financiamiento. El asesoramiento te va a servir para poder saltar de un lado al otro. Otra clave es cómo armar el equipo de trabajo. Es un gran punto ver cómo vas evolucionando en función de la gente que se va sumando. Las incubadoras son imprescindibles porque ahí te encontrás con gente que estuvo en el sistema científico y pasó al sistema más empresarial o de venture”.
Y agregó: “Todas las universidades argentinas tienen un potencial de ideas y de crecimiento que es increíble. Es increíble las cosas que se hacen, también aquí en Tandil, con gran potencial para ayudar a que estemos mejor. Sin olvidarnos del punto de vista del mercado, me refiero que estemos mejor como comunidad, a su servicio. Hay un montón de ideas que intentan dar el salto o lo están haciendo pese a estar en una realidad económica compleja. Y de a poco se está creciendo en este sentido, buscando conectar lo que sucede en las universidades con un desarrollo más empresarial”.
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